Los días pasaban en este pueblo... y un día, en lugar de oír claramente el silbido de la montaña, oyeron otro ruido que al parecer venia de lo lejos. No tenía un ritmo o una melodía, era como un zumbido constante, mecánico, artificial, y de repente se detuvo... pero fue demasiado extraño en un lugar así como para pasarlo por alto, así que varios habitantes, en su mayoría hombres y mujeres de mayor edad que el resto de la población, y algunos curiosos del pueblo subieron a una torre desde donde podrían ver a una distancia mas grande.
- ¡Ahí! ¡En la salida del páramo! - Exclamó uno de los hombres mas jóvenes, tenía unos veinticinco años de edad, y aún tenía una curiosidad de niño. Y enseguida se inclinó a un lado de el un anciano de edad muy avanzada. Logro ver algo en la lejanía y le pidió a quienes tuvieran mejor vista que identificaran mejor que es...
Había un gran grupo de personas. Algunas fuera de unos vehículos blancos con ciertos decorados azul rey y dorado, que levitaban y se movían sin tocar el suelo, todos guíados por un vehículo mas grande entre los demás, este aproximadamente del tamaño de una casa de dos plantas.
Se detuvieron en la entrada del páramo y llegaron hasta el pueblo. Parecía que fueran unos invasores que deseaban quedarse con el, pero lo cierto es que llegaron enseñándole a la gente las maravillas que las nuevas ciencias habían creado: Medicinas para absolutamente todas las enfermedades. Diademas que permitían a los demás ver, leer, o escuchar tus pensamientos para comunicarte con ellos sin necesidad de hablar o escribir, ropas que jamás se ensuciaban y que no necesitaban remiendos ni cambiarlas por una mas grande, ya que se adaptaban con el tiempo a quien las usara; los mismos vehículos en que habían llegado, que con ellos podían alcanzar velocidades increíblemente altas, en los que podían llegar a ciudades que tardaban meses en alcanzar de otras maneras en tan solo unas horas. Tubos con cristales y luces por los que podías ver la lejanía de las montañas, o las maravillas del cielo por la noche. Lentes que usabas para mejorar tu vista y además interactuar con ellos para enterarte de todo, como los voceros que llevaban todas las noticias sobre la cosecha y el invierno al pueblo. Paneles de cristal que funcionaban como libros casi infinitos, en los que buscabas lo que quisieras y este te lo mostraba, de los cuales podías aprender y preguntar todo lo que quisieras, podías ver el universo, las estrellas, la luna como si estuvieras en ella, o las montañas, los mares, los bosques, las plantas, los animales que vivieron hace mucho tiempo y los que vivían ahora, incluso una gran variedad de instrumentos musicales mas avanzados que los convencionales similares a guitarras, acordeones y violines que el pueblo ya conocia, estos funcionaban mas con los movimientos libres del cuerpo y tenían una variedad de sonidos mucho mas amplia... En fin, muchos inventos que podían cambiar la mentalidad y la vida de la gente...
Todas estas personas mostraban sus inventos a la gente, los ayudaban a resolver sus problemas y les hacían la vida mas fácil... Y cuando hubieron pasado dos semanas de esto, de la nave mas grande salió un hombre alto, vestido de una manera extravagante en esta época, pero para nosotros formal. Llevaba un sombrero de copa y una ligera barba de chivo, un cabello oscuro, la piel clara como la nieve, aunque parecía algo enfermiza, y unos penetrantes ojos verdes que podían hipnotizar a cualquiera. Y al haber bajado junto con mas personas que iban vestidas como las que mostraban los inventos, ropas mayoritariamente blancas con ciertos rasgos de los colores que tenían los vehículos, ciertos bordes azul rey y dorado.
Se dirigían al pueblo, y este hombre caminaba firme y tenía una expresión mas bien seria y dura, pero al haber entrado al pueblo esta cambio para volverse un tanto mas carismática, y la gente comenzó a verlo algo sorprendida de ver a alguien con los rasgos de este hombre, no era demasiado extraño, pero ver a alguien con la piel tan blanca, el cabello largo, la barba arreglada de esa manera, y esos ojos verde esmeralda tampoco eran comunes, parecían hasta mágicos, daba la impresión de que si le mirabas por demasiado tiempo a los ojos acabarías como su esclavo o algo por el estilo.
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La Mujer Vestida de Blanco
FantasiaPerdido en el tiempo y el espacio, era pueblo agrícola, donde se cultivaban todas las plantas posibles del planeta, y en el que, desde hace mucho tiempo los habitantes podían una melodía que aparecía unicamente en invierno y que los protegía de todo...