cinco.

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Esa noche fue la más amarga que pude haber vivido. Pudiste subir una foto con ella, pudiste ignorarme como sueles hacerlo. Pudiste irte de fiesta como solías hacerlo.

Pero no. Cuando recibí aquella noticia, una parte de mi necesitaba correr a tu lado, acariciar tu cabello y decirte que todo estaría bien con la esperanza de que me escucharías y anhelarías despertar para consolarme. Pero, ese no era ni es mi lugar.

Puede que no lo creas, mi amor, pero cada noche rece por verte sonreír al menos una última vez. Por saber que, al menos, estabas riendo a kilómetros de distancia.

Dios, gracias por escucharme.

Existo mi amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora