Ente Demoníaco-Shawn Mendes

Capítulo IV

 La tía Lauren.

-Saldré de la manada por un tiempo indefinido.- Aaron habla recargado en la pared y con el semblante malhumorado en frente de la familia.- Aumentó el número de muertes en Inglaterra por asaltos vampiros.- Las palabras se le atascan en la boca, pero salen de él. Él es fuerte, talentoso y capaz ... Yo soy su sombra.- Iré con nuestro padre por desgracia tuya, necesitaremos refuerzos.

-¿Y qué hay de mí?- Recuerdo el día en que mamá se fue; sola, triste, alejada de la familia. Aaron se ríe.

-Supongo que le hallarás el gusto al pasar con nuestra tía.- Ya cerca de mí aplasta mis mejillas y me da un largo abrazo de despedida, aunque se vaya la próxima semana.

-Está bien.- Murmuro. ¿Qué tía?

La tía Lauren, una señora con la que solíamos jugar cuando éramos niños y nuestros padres atendían asuntos mayores y nuestra nana desaparecía. Sola, con 45 años y sin hijos. Su única compañía era un viejo gato y su pareja con la que discutía frecuentemente en aquel entonces.

-Faldas largas, es lo que tienes que vestir al andar.- Regañan mi forma de vestir.- Te necesito lista para la tarde. Manuel Mendes junto a su hijo vendrán para socializar el tema de reemplazo de alpha.

---SHAWN

Una carta con papel amarillento y un sello morado del consejo de la familia Ameline sobresale en el escritorio de papá.- Muy bien.- La apartó y preparó un abrecartas de bronce. Atendí a su llamado y salí a relajarme en mi habitación. Paz, silencio, oscuridad y apartado de los ruidos del exterior. Tomé asiento en la cama manteniendo la cordura y controlando el pequeño y creciente dolor que nacía en la parte trasera de mi cabeza.

Tomé este cuerpo en 1998. Mi cumpleaños número 18 se acerca y nada puede ir mal. Abro el mini refrigerador y tomo unas bolsas de sangre y las bebo para no estar débil y ahuyentar el finito malestar. Cada día que mi cumpleaños  número 18 se acerca este cuerpo envejece, se pudre por dentro y el olor putrefacto sale por la boca principalmente. La piel se arruga y la apariencia cambia a su verdadera forma.

Mi pulso está lento y siento que en cualquier momento caeré al suelo en frente de todos. Estaba de pie mientras ignoraba la conversación de sustitución. Siento las manos algo heladas y de hecho, están amarillas. Ahora se encontraba sentada en el sillón de al frente junto a su familia. Aparto el vaso con agua que bebí para calmar los nervios y alcancé su mirada en dirección a papá.

-Cariño...no seas mal educada.- Regaña una señora, tal vez la nueva sirvienta, con una mueca extiendo una mano y tomo la suya.

-Hola.- digo. Responde con una sonrisa muy cortés. Los veteranos aprovecharon para hablar a solas mientras se decide mi próximo cargo como líder de la legión.