Las torres del paraiso

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Las Torres del Paraíso

No sé a qué distancia estoy de “Zeus” pero ya debe haber pasados varias horas desde que Ariel me despertó, aunque aún esta oscuro. Ojala Marcelo te haya llenado- pienso, como dirigiéndome a la moto, sé que tengo que encontrar un lugar seguro y revisar si Dante tiene alguna herida, además no debo alejarme mucho de “Zeus”, me detengo un rato, Dante está despierto, pero está en silencio, consciente del peligro que atravesamos.

Solo unos minutos después encuentro una residencial, una serie de edificios cercados, sé que existen dos posibilidades en los lugares como ese, o son sitios seguros ya que para los Jockies es difícil entrar o están completamente infestados, ya que en caso de que un jockie entrara, la mayoría de personas no podrían escapar.

- Dante, vamos a entrar- dijo suavemente mientras coloco ambas manos en su hombros, tratando de transmitirle seguridad, como Alejo, mi hermano, hacia conmigo

- Allá- contesta el rápidamente, apuntando a la residencial, totalmente alerta, otros niños llorarían o estarían durmiendo, pero Dante está acostumbrado a los simulacros y sabe cómo comportarse en situaciones como esta- Vamos a entrar- me pregunta.

- Si- contesto- Ya sabes que hacer- él se pone a mi costado, en silencio, sabe que si ve algo moverse me avisara inmediatamente.

Nos acercamos a las rejas, tiene un candado, enciendo mi linterna apuntando al interior de la residencial, nada se mueve, es una buena señal, rápidamente rompo el candado, Dante aun camina a mi lado, me coge la mano señalándome un departamento abierto, nos dirigimos ahí, nos ponemos los lentes de visión nocturna, y entramos al departamento, lo recorremos lentamente, buscando bien en cada rincón, el departamento es pequeño, tiene solo una habitación, no hay rastros de sangre por ningún lado, pero se ve que el lugar ha sido saqueado, los muebles están desordenados, algunos volteados y otros rotos. La sala, la cocina y el baño están totalmente despejados.

- Despejado- digo mirando a Dante, él sonríe- Pero debo asegurarlo, así que quédate aquí y fíjate si hay agua- el asiente y se va hacia el baño.

Aseguro la puerta y voy poniendo muebles en las ventanas rotas, los jockies no podrán sacarlo. Cuando ya he terminado busco a Dante, lo encuentro en la cocina.

- No hay nada- dice el decepcionado, mientras revisa los cajones - Tampoco hay agua

- Te duele algo- contesta negativamente con la cabeza- Bien, entonces vamos a dormir un rato, tengo mucho sueño.

- Yo también- dice el bostezando, sacamos el colchón a la sala y nos echamos en piso de la sala, él se duerme abrazándome, como si tuviera miedo que me vaya, lo abrazo también y me duermo. “nunca me iré, nunca te dejare solo” le prometo.

Escucho golpes en la puerta, como si estuvieran cortando la puerta, en un instante ya estoy parada con Dante a mi lado, apuntando a la puerta con una de mis armas. Algunos rayos de luz filtran por la puerta, deben ser ya de mañana, poco a poco el agujero de la puerta se hace más grande, sé que no son Jockies, ningún jockies sería capaz de sostener un hacha, pero igual mantengo el arma alzada, alguien entra, también tiene un arma

- Aliys- me dicen unos sorprendidos ojos verdes, se quién es, Einer- Como? Estas herida- dice bajando el arma y acercándose a mí, pero yo no bajo el arma

- Tienes sangre en la cabeza- dice Dante, mientras su voz se torna llorosa.

- No es nada- digo bajando el arma y arrodillándome ante el- Solo es una heridita, ya lo curare -digo tratando de calmarlo, pero no lo logro, él ya está llorando.

- Quien es el- me pregunta uno de los chicos señalando a Dante, lo reconozco, es Franco, pero ahora tiene el cabello más largo y un comienzo de barba sobre su mentón

AliysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora