Capitulo 2

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Está bien. Está bien, puedo manejar esto, pensé, incluso cuando el
pánico comenzó arañar a través de mi pecho. 

—Sr. Hall —empecé, con voz temblorosa y alta. 

Sólo me saludó con la mano y presionó la oreja contra la puerta. No sé lo que oyó, pero sea lo que fuese lo hizo girar y caer contra la pared. 

Y fue entonces cuando me di cuenta de la sangre goteando en sus
zapatos. 

—¡Sr. Hall! —grité, corriendo hacia él. Mis tacones resbalaban en el
piso resbaladizo, así que me los quite de una patada. Llegué al Sr.
Hall justo cuando se desplomó en el suelo. 

Su rostro estaba pálido y se veía muy raro y ceroso, como si fuera un
muñeco en vez de una persona. Pude ver las gotas de sudor en su frente y bajo su nariz. Su respiración estaba saliendo en jadeos cortos y había una mancha roja oscura expandiéndose a través de su vientre. No había ninguna duda en mi mente de que estaba muriendo. 

Me arrodillé junto a él, mi sangre palpitando fuerte en mis oídos. 

—Va a estar bien, Sr. Hall, iré a buscar a alguien, todo va a estar bien.

Pero justo cuando llegué a la cerradura, extendió su mano y agarró mi tobillo, tirando de mí con tanta fuerza que aterricé sobre el trasero con un chillido. 

El Sr. Hall estaba sacudiendo la cabeza frenéticamente. 

—No —balbuceó. Luego cerró los ojos y respiró hondo por la nariz, como si tratara a calmarse—. No —dijo de nuevo, y esta vez, su voz era un poco más fuerte—. No abras la puerta, Esta bien. Sólo... ayúdame a levantarme. 

Bajé la vista hacia el Sr. Hall estaba considerablemente mal, y no
creía que hubiera alguna manera de levantarlo del suelo. Pero de alguna forma, deslizando mis brazos bajo los suyos y apoyándome contra la pared, lo levanté apoyándome contra la puerta de uno de los baños.

Una vez hecho esto, le dije, —Mire, Sr. Hall, realmente creo que necesita ayuda. No tengo conmigo un teléfono celular. —Bajé la vista hasta el círculo rojo pegajoso sobre su estómago—. Se ve muy lastimado, y creo que deberíamos llamar al 911, y...

Pero él no me escuchaba. En cambio, se abrió la camisa. 

Me preparé para ver una herida en el estómago, pero no estaba
preparada para ver lo que parecía ser una almohada manchada de
sangre. 

Con un gruñido, el Sr. Hall tiró de algo en su espalda, y la almohada se deslizó de su estómago al piso sin hacer ruido. 

Ahora podía ver la herida, y era tan mala como pensé que sería, pero mi cerebro estaba todavía aturdido por todo "El Sr. Hall no era gordo, sólo lleva una barriga falsa". ¿Por qué pretendería el Sr. Hall ser gordo? ¿Era un disfraz? ¿Por qué necesitaría un conserje un disfraz? 

Pero antes de que pudiera preguntarle sobre eso, el Sr. Hall gimió y se deslizó al suelo otra vez, agitando sus ojos cerrados.

Me deje caer con él, mi brazo todavía detrás de su espalda. 

—¡Sr. Hall! —exclamé. Cuando no respondió, extendí lamano libre y
golpeé su mejilla con suficiente fuerza como para hacer a un lado su
cabeza de roca. Abrió los ojos, pero era como si no pudiera verme. 

—Sr. Hall, ¿qué está pasando? —le pregunté, la acústica del cuarto
de baño convirtió mi pregunta en un alarido con eco. 

Estaba temblando y me di cuenta de lo fría que estaba. Me acordé de anatomía y fisiología de que así era como se sentía estar en estado de shock, y tuve que luchar contra la oscuridad que se
arrastraba sobre mis ojos. No podía desmayarme. No iba a desmayarme. 

Rebel BelleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora