Regresó la vista al chico.
-Hey, nene, ¿dónde están tus padres?
-Eso no te importa, Santa- dijo de inmediato el niño-.Quiero que me des el juego de la Play que te pedí.
-Mirá, querido, primero y principal: yo no soy Papá Noel. Soy un tipo al que le pagaron por usar ese traje de porquería. Tal vez ayer te dije que te iba a traer ese jueguito para la Play, pero era mentira, ¿está bien? Me pagaron para decir esas cosas y sacarme fotos con nenes maleducados como vos.
Quienes deben comprarte los regalos son tus padres. Y segundo: ¿cómo mierda supiste que vivo acá?
-Quiero mi juego, Santa.
-Llamaré a la policía para que te lleve con tus padres, pendejo.Cerró la puerta y llamó al número de la policía, pero nadie atendió. El hombre maldijo en voz alta. En la comisaría debían estar todos borrachos. Regresó a la puerta y antes de abrir recogió el camión que había quedado en el piso.
-Mirá, nene...
Pero se interrumpió. Dos chicos más se habían sumado al primero. Uno sostenía un caballito de juguete, el otro un tanque de guerra del tamaño de una caja de zapatos.-Estos no son los juguetes que pedimos, Santa- dijeron los niños a coro.
El joven cerró la puerta. Algo se estaba saliendo de los límites de la normalidad. ¿Acaso por fin la bebida lo habría vuelto loco? Regresó al teléfono y volvió a llamar a la policía, pero de nuevo nadie le contestó.
Se acercó a la ventana y miró. Ahora había al menos diez o doce chicos frente a su puerta. Todos sosteniendo distintos juguetes: desde pelotas hasta libros infantiles, pasando por mesitas de madera y triciclos de plástico.
El hombre abrió la ventana y de inmediato los chicos giraron la vista hacia él.

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Niños Asesinos
HorrorCuando llega la Navidad, lo que surge es un espíritu de celebración, camaradería y buenos deseos. Sin embargo, para algunos es el fuego en la mecha de una bomba que está por estallar. Si el resentimiento brota y no hay razones para festejar, ciertas...