1 de Agosto de 2015

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Sí, sé que os apasiona mi título pero no he encontrado mejor forma que tomarme esto como un diario, como os dije solo escribiría cuando pasaran cosas interesantes y el último mes ha sido de escándalo. Como siempre, empezaré a contar los hechos des del principio:

Cuando empecé a escribir este diario, justo había terminado las clases y tenía todo el verano para pasarlo con mis amigas antes de irme, o eso parecía...

Los primeros días fueron como había soñado salía, iba todo el día para arriba y para abajo con mis amistades, aún con olor de primavera, sin el calor sudoroso del verano y con el color rosado en mi piel. Poco a poco, llegó el día de San Juan y con él las grandes fiestas de mi tierra, con mi grupito teníamos un buen plan para celebrarlo como nunca lo habíamos hecho, ya que no sabíamos cuando nos volveríamos a ver. Aun que sabíamos que teníamos todo el verano para vernos y disfrutar, quisimos que esa noche fuera la más inolvidable del mundo. En el grupo éramos chicos y chicas, bastante numerosos y todos sin relaciones que nos ataran, algunos por decisión propia, algunos por malas experiencias con el amor y otros porque los padres no se lo permiten como yo.

Empezamos por una cena informal en el bar más cutre de toda la zona, si queríamos una gran fiesta, pero los presupuestos eran los mínimos (que tristes somos por dios xD) <- es mi diario son mis pensamientos. Cenamos bastante y por ser un bar cutre la verdad es que no estaba nada mal, picamos algunos entrantes y después cada uno se pidió un plato único y unos postres. Cuando acabamos de comer, nos dirigimos al bosque más cercano en varios coches era un sitio conocido por nosotros, no nos apetecía bajar a la playa y juntarnos con otros grupos y tener que compartir ese momento. De camino al bosque paramos en el garaje de Daniel para buscar leña para montar una hoguera, él es el chico del cuál llevaba toda la ESO coladita por él, pero eso era otra historia él siempre me contaba todos sus líos, incluso chicas que veía por la calle que no conocía de nada y que empezaba a ir detrás y a conocer sin motivo alguno, eso me hacía sentir fatal y siempre fui invisible para él, al menos en ese sentido, en realidad no sé porque he contado esto pero creo que esto por fin empieza a funcionar, soy capaz de explicar mis sentimientos sin estar prohibido o sea secreto.

Al caso, que ya me empiezo a enrollar un poco y me voy del tema principal, cuando ya teníamos la leña en los coches seguimos la ruta hasta el sendero donde empezaba el bosque, allí aparcamos los coches y nos colocamos en círculo y empezamos a colocar la leña en el centro, con precaución aun que teníamos permiso para montar allí una hoguera, gracias al padre de Jonathan y Sandra, gemelos que aún que suene raro se llevan bien y son muy amigos, Sandra es una de mis mejores amigas y debo confesaros que Jonathan estaba y está bastante coladito por mí, y no lo digo para hacerme la chula sino que Sandra me lo confesó como un secreto. Cuando teníamos la hoguera armada y encendida Noemi empezó a contar una historia de miedo, sobre ese lugar, cosa que sabíamos todos que no era cierta, pero lo pasamos bien escuchándola, hasta que Raúl apareció de entre la nada y empezó a perseguirnos con una pistola de agua, con varios amigos que también estaban con él. Corriendo a esconderme, con mi torpeza, me caí de mala manera cerca de un coche, parecía que solo había sido eso, una caída tonta, hasta que vi que no me podía estar de pie sin morir del dolor, me quedé ahí sentada hasta que Júlia se fijó en mí y vino a ver qué pasaba...

Lo siguiente que recuerdo es ver a todos a mí alrededor y después desperté en el hospital con la pierna escayolada, me acababa de fastidiar todo el verano, y aún no había ni empezado, bueno justo acababa de empezar. Cuando vino mi madre con Álvaro al hospital, quería volver a dormirme, prefería no verles en ese momento ya que aun que sabían todo el plan no se esperaban tener que venirme a buscar al hospital, aun que el señor simpático creía que estaba ahí porque me había drogado, si os hablo de Álvaro me parecía increíble que pensara eso sobre mí, no sé cómo no se había ni interesado en conocer mis gustos, ni nada sobre mí, por suerte mi madre que si me conocía y sabía que odiaba el alcohol con todas mis fuerzas desde que mi tío, el hermano de mi padre, murió de cáncer de hígado por culpa de beber mucho alcohol. En el hospital solo habían quedado Jonathan, Sandra y Júlia que le explicaron los hechos a mi madre y mi padrastro, también vino mi padre al que por muy asustado que estuviera intentaba llevar la situación con normalidad, para que yo estuviera más tranquila. Pasaron un par de horas y solo quedó mi padre en la habitación este se acercó a la cama, para hablarme, yo le miré con la pierna escayolada en el aire, cogida con una cuerda. Aún recuerdo sus palabras y el dolor en sus ojos: "Cuando te den el alta os vais".

En ese momento, perdí por completo los papeles empecé a chillar, como una loca, a llorar y a preguntar a mi padre cosas como: "¿Quién se va?" "¿Por qué tan pronto creía que era hasta empezar las clases?"

Pero ni él sabía las respuestas, se lo había comunicado mi madre que había sido decisión de Álvaro y ella, aún que ambos sabíamos que esto era todo cosa de Álvaro, seguro que pensaba que mis amigos eran unos irresponsables y que en su tierra y casa no acabaría con la pierna escayolada. Mi padre y yo, nos quedamos en silencio y nos dormimos, uno al lado del otro, ambos con lágrimas en los ojos, ambos con la esperanza de que fuera mentira y esperando que el alta se alargara.

No fue así, al siguiente día después de desayunar pasó la doctora a darme el alta, ya que no tenía ningún tipo de secuela más de la caída, aparte de tener que llevar la escayola durante un mes. Acto seguido mi padre dijo: "Llamaré a tu madre para que te vengan a recoger" y yo le contesté: "No, hagamos una locura, que aún no sepan lo de mi alta, pasemos unos días juntos". Mi padre negó con la cabeza me dijo que no haría esa locura, que no pensaba perderme, perder mi custodia por pasar unos días más juntos. Yo pensé que tenía razón y tampoco quedaba tanto para mis dieciocho años, así podría ir con mi padre sin él tener represalias. Al poco rato, apareció mi madre sola, con una silla de ruedas, mi padre me ayudó a vestirme y colocarme en la silla que traía mi madre, el silencio invadió ese momento, yo ya me había despedido de mi padre, mi madre solo me subió en el coche con todas las maletas ya echas y rodeándome y dos camiones de mudanzas que llevábamos detrás, con las cosas de los tres. No dije nada en todo el viaje y realmente desde que estamos en Navarra que no les he dirigido la palabra a ninguno de los dos, y la verdad es que hasta hoy ni he pisado la calle y hoy ha sido para ir al hospital a quitarme la escayola, que picaba y molestaba mucho el yeso ya.

La verdad es que me siento mucho más libre sin yeso, pero aun no puedo andar bien, por la rotura y el mes sin andar, tengo que ir unos días a recuperación en el mismo hospital. La verdad es que no creo que vaya a pasar mucho, pero yo os mantendré informados en cuanto pase algo, como ahora.



La sombra del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora