15 de Agosto

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Creo que me ha venido bien ir a hacer recuperación en el hospital, ya que cada día mi madre me ha acompañado hasta ahí y he tenido la oportunidad de resolver algunas dudas con ella. No me contestó quién había decidido mudarnos antes, pero si por qué y era justo lo que yo pensaba, Álvaro creía que al estar en un sitio nuevo me tenía que adaptar antes, no se lo dije nunca a mi madre, pero creo que Álvaro no tiene ni idea de ser padre, las personas no se adaptan como si fueran una especie diferente, en parte esa frase me recordó a Darwin, que justo lo había acabado de olvidar después de mi último examen.

La verdad es que durante la primera semana, la rehabilitación se me hizo bastante pesada, ya que era pasar de una silla a una camilla, dónde me pasaban una máquina que pitaba, me hacían un masaje y me bajaban de esta para que diera un par de pasos. Aun que fui mejorando con los días, el cambio lo he notado durante esta última semana cuando ya podía empezar a caminar sin caerme y a hacer ejercicios en la sala grande con otra gente. En esta sala he conocido a grandes personas, que me han ayudado en un modo u otro a sobrellevar mi mudanza. Nunca quise explicar mi vida a gente que ni conocía, pero allí era donde todos explicaban su historia y esta era escuchada, y en muchos casos se daban grandes consejos, sobretodo María que pese a su edad, luchaba contra una operación de rodilla.

María fue la que me incitó a contar mi historia, pero a pesar de insistir mucho el primer día no consiguió nada. El día siguiente no le hizo falta ni pedírmelo, fue llegar ahí, ponerme a hacer mis series, mirarla a los ojos y empezar a contar como había llegado hasta ahí, durante mi narración mi voz se quebraba por la dificultad de la situación, por estar aún todo tan reciente y porque en mis últimas palabras noté que había sido el centro de atención, ya que cuando terminé todos estaban mirándome sin saber que decirme o como animarme, noté que mientras explicaba había venido y se había ido gente, pero María había seguido escuchándome y una vez había terminado ella vino hacia mí y haciendo ver que se había dejado unos ejercicios me dijo lo siguiente: "No siempre debemos ver lo malo de las cosas, si no te hubiera pasado todo esto no estarías aquí, no tendrías la oportunidad de que unos pocos te escucharan y te dieran consejo. Admito que tu situación ahora mismo sea de indignación, todos fuimos jóvenes, pero debes aprender a ver el vaso lleno deja atrás el dolor y dale una segunda oportunidad a esta tierra, a tu padrastro, y a ti Sonia." Tras esas palabras la miré a los ojos y sentí que debía abrazarla, así que me levanté para cambiar de ejercicio y de camino a la bicicleta estática, le di un abrazo seguido de un "gracias", que solo ella pudo escuchar.

El resto asintió y nadie habló hasta que llegó "uno nuevo" o así lo llamaban, cosa que me hizo gracia porque me hizo preguntarme si en su momento yo fui "la nueva", pero nadie le preguntó nada, y eso me pareció extraño. Los siguientes dos días pasó el mismo patrón, hablábamos hasta la hora que llegaba el chico y luego el silencio invadía la sala, al final de esa semana durante "la hora de hablar", o así la llamaban, María se acercó a mí y me dijo: "Creo que tu deberías hablar con el nuevo, es más cercano a tu edad y creemos que se debería introducir por ti". Después de esas palabras, me quedé pensativa en la colchoneta y solté a plena voz: "Y si le molesta", pero sin darme cuenta había pasado la "hora de hablar" y él ya había llegado, el chico me miró y se acercó lentamente, sin preguntarme hacia ver que le tocaba un ejercicio cerca de donde yo estaba. Creo que había estado demasiado rato pensando en mi mundo, ya que cuando me quise dar cuenta él me dijo: "María me ha dicho que me irá bien hablar contigo, y la respuesta es que no me molesta que me pregunten".

La verdad es que me quedé un poco atónica con esas palabras y lo único que se me ocurrió fue preguntarle porque estaba allí.

Pues me operaron de una lesión de clavícula, me caí haciendo el tonto con la moto de un amigo, aunque a mis padres les dije que fue con la mía. Como puedes imaginar me cayó una bronca terrible y hasta vendieron mi moto, cosas que pasan –dijo él con un tono de voz seguro-

La siguiente pregunta que me vino en la cabeza era su nombre, pero creo que ya era tarde para eso, así que le pregunté si era de la zona.

No, yo nací en Galicia, nos mudamos hace unos meses cuando pasó esto de la moto, porque mi madre creía que sería mejor atendido aquí, en su tierra natal, por cierto me llamo Julián. –Contestó este incorporándose para saludarme con dos besos- ¿Y cuál es tu nombre e historia señorita preguntona? –dijo con un tono divertido volviéndose a levantar-

Me llamo Sonia y soy de Valencia, me rompí la pierna en una expedición nocturna al bosque la noche de San Juan y después de pocos días nos mudamos aquí con mi padrastro para que me adaptara a mi nuevo entorno y fuera bien atendida en mi recuperación –tras ese breve resumen me di cuenta de que había acabado los ejercicios por aquél día y que tenía que ir bajando para irme con mi madre-

¿Vaya, así que eres nueva como yo por aquí? –dijo él sonriendo-

Sí, y te tengo que confesar que no he hecho otro trayecto que no sea del hospital a mi casa y de mi casa al hospital –dije levantándome de la colchoneta-

-Él asintió diciendo- ¿Estabas indignada? Sabes que esa no es la solución, cuando te mejores sal y pasea por estas calles, tienen diferente color y olor según la época del año, lo sé por qué el poco tiempo que viví aquí de enano pude comprobar que esto puede ser mágico por mucho que lo odies.

-Le miré sin articular palabra durante sus palabras, cuando terminó sonreí y le dije- Lo haré, te haré caso, pero no me siento con fuerzas de salir sola a la calle aún y ponerme a andar –dije cogiendo mis muletas- por hoy ya terminé mis ejercicios, espero que pases un buen fin de semana, nos vemos el lunes.

Él solo asintió y me despidió con la mano, yo preferí dedicarle una sonrisa para no desestabilizarme con las muletas y caerme, acto seguido bajé las cuatro escaleras que había hasta el ascensor y me dirigí a la puerta principal dónde mi madre me esperaba con Álvaro. Supe que ese no era el mejor día para comentar la sesión de rehabilitación con mi madre, ya que a ella si le contaba todo lo que pasaba y lo que hablábamos, porque tenía la confianza suficiente para hacerlo. Álvaro subiendo al coche hizo el gesto de preguntarme cómo iba mi rodilla, y la verdad es que me hubiera gustado poder contestarle bien, pero es que ni si quiera me había roto la rodilla, era el maldito tobillo. Mi madre intentó poner paz antes de que yo lo matara, y le soltó un: "cariño, era el tobillo, huy esa cabecita", una vez en el coche me di cuenta de que no íbamos a casa y extrañada miré a mi madre des del centro de la parte de detrás del coche: "Álvaro, por aquí no se va a casa", el silencio tras mis palabras fue brutal y hasta pensé que pararía en un descampado para tirarme un tiro o algo porque su cara fue de mapa, suerte que mi madre fue a mi rescate aún que me hizo quedar un poco mal: "Sonia cariño, vamos a conocer a la familia de Álvaro, te lo dije ayer cuando íbamos al hospital, pero no sé qué estaba pasando por tu cabecita que no me escuchaste".

Me quedé en silencio, algo pensativa en si realmente me había comunicado eso mi madre, y para cuando me quise dar cuenta Álvaro ya estaba aparcando.

Sonia cielo, me gustaría que al menos tuvieras la gratitud de ser simpática durante este ratito, después en casa ya me echas a los leones si quieres –soltó Álvaro apagando el coche y bajando de este-

Mi cara fue indescriptible, pero aun así sonreí y baje del coche ayudándome con las muletas. Durante el rato que estuvimos con su familia estuve muy maja, y no era para hacer un papel, ya que mis primos políticos me cayeron muy bien, y los padres de él eran también muy amables conmigo y mi madre, mis tíos se parecían más a él algo olvidadizos y muchos ya iban por la cuarta mujer, ya sabéis eso de Dios los cría y ellos se juntan. Cuando tocó volver a casa Álvaro me agradeció mi colaboración en ser simpática con su familia, como si yo fuera un marciano sin sentimientos.

La verdad es que me han caído bien, incluso mejor que tú –dije des del asiento trasero con algo de rabia-

Mi madre como siempre intentó que Álvaro encajara bien mis palabras: "Ella solo está pasando una etapa cariño, se le pasara", tampoco me gustaba que mi madre prefiriese apoyarlo a él a no matarme que a mí en mi odio, ya que jamás me había dicho que lo entendía, siempre intentaba que fuera más simpática con él, y yo con mi corazón lo intentaba, de verdad pero no podía...

Ese día poco más paso, cenamos, ellos vieron una película en el comedor y yo cogí esta libreta vieja para contar todo lo que ha pasado. Y creo que realmente le estoy pillando el gustillo a esto de escribir, ya que me sirve para desahogar mis pensamientos y vivencias, para intentar dar una segunda oportunidad a esto...



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⏰ Última actualización: Jan 19, 2016 ⏰

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La sombra del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora