Capítulo II

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N/A: LAMENTO MUCHÍSIMO LA TARDANZA, tuve problemas personales y la escuela no ayudo mucho u.u Muchas MUCHAS gracias por sus comentarios y sus favs, me hacen muy feliz ;w;

Si pensaron que el capítulo anterior era cursi... Pues todavía falta el punto de vista del chilenito poeta. (?)

NOTA: --> El capítulo está narrado desde el punto de vista de Manuel.

Idiota

Capítulo II

Se sentía observado. De nuevo. No sabía si sentir incomodidad o curiosidad por la situación.

Era un hecho que se repetía todos los días sin falta.

Extrañamente no se sentía acosado ni nada por el estilo. Quería saber quién era la persona que desperdiciaba su valioso tiempo en mirarle tan detenidamente.

Hasta ahora nunca se había atrevido a alzar la cabeza y buscar al responsable. Temía que si lo hacía, y descubría quien era, la o el desconocido/a se espantaría.

No lo malinterpreten, no es como si le gustara el ser el centro de atención de alguien. Es solo que... Le resultaba extraño que alguien se fijara tanto en él.

—Tincho... ¡Tincho!

El castaño alzo la cabeza lentamente al escuchar tal repentino grito. El ruido provenía de a lo lejos, junto a otro árbol. Un rubio de ojos avellana y lentes recién llegaba al lugar, al parecer era quien había gritado.

—¿Eh? ¿Qué? ...Ya voy.

Manuel se fijó en la persona que ahora hablaba, un rubio con un rulito en la cabeza que estaba sentado en el pasto debajo del árbol.

No podía ser.

Acaso... La persona que lo había estado observando durante todo este tiempo...

...era ese argentino engreído y mujeriego con quien compartía clases de matemáticas. ¡Ese era el weon que siempre se quedaba dormido durante las clases!

¡Era imposible! De seguro un error. ¿Por qué chucha ese weon le miraría tanto?

...

El weon había venido a hablarle.

Ahora mínimo sabía su nombre. Martín Hernández se llamaba.

Manuel no se había atrevido a preguntarle el por qué lo miraba tanto. Tampoco le confesó que lo había descubierto.

El punto era que, al parecer, a Martín se le hizo costumbre el venir a "hablarle" todos los días —más que a eso, el weon venía a molestarle. Hasta parecía que le gustaba hacerle enojar—. Y, sin querer hacerlo, a Manuel también se le hizo costumbre.

Hasta termino por agradarle la constante presencia del argentino.

...

¿Cuánto tiempo había pasado ya? ¿Un mes quizás?

Manuel había perdido la cuenta. Pero ahí estaba ahora. Sentado debajo del mismo árbol de siempre, leyendo uno de sus adorados libros.

Esperando a que Martin llegara a interrumpir su lectura. El chileno se negaba a admitirlo pero, más que esperar su llegaba, la ansiaba.

El argentino no tardó mucho en llegar. Manuel pudo escuchar cómo este le llamaba desde la lejanía y, en menos de dos segundos, tenía al rubio prácticamente pegado a su lado.

Estar a una corta distancia no era algo fuera de lo normal entre ambos.

Lo peculiar era que a ninguno parecía molestarle tal hecho.

Idiota (ArgChi) [ INCONCLUSA; 2015 ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora