Otra carta que no te enviaré.

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He llorado escribiéndote una carta de esas que uno no tiene valor de enviar, de esas que se guardan, se rompen, se queman, se botan en el camino cuando vas dispuesto a darla; llorado porque no hay otra manera de escapar, quisiera escribirte tantas cosas, decirte otras, y más o hago en este lado donde sé que no lees.

Te odio, te odio profundamente, con todas las fuerzas con las que te amo, te amo profundamente, pero estoy hablando del odio, y de esa manera en la que conjugaste el verbo amar con el pretérito pluscuamperfecto subjuntivo... "Yo (te) Hubiera amado". Por aquella canción que me escribiste alguna vez, "No sé cómo llamarlo, qué nombre le puedo poner, sé que me estoy perdiendo sé que voy a enloquecer, me estoy perdiendo entre tus ojos, me estoy perdiendo entre tu voz". Entre esa promesa de para siempres que no se cumplen...

Me dejaste perder, en vez de perderte conmigo, en vez de dejarte a la aventura de amarme, como pudiste hacerlo, y lo escogiste a él, y mierda, lo odio... Lo sé, es malo, también sé que es malo decir que puedo imaginar(los) sufrir, cuando todo va bien, porque me lo has dicho, entre los dos lo escogiste a él.

¿Leés bien? ¿Creés que ésta carta a estas alturas aún es para vos? Puede... No lo sé, no sé hasta cuando escuecen estos recuerdos... ¿Diez días?

Te he dedicado esta hoja, no sé... revés y derecho. ¿Comprendés un poco lo que significás para mí?

Solo guardo silencio, porque te amo, ¿Te odio? no, no podría, o no lo sé. Nadie sabe distinguirlo, medio roto o a medio coser, amar y odias son homónimos tan antónimos... 

Maldita sea esta carta, malditas mis manos que la escriben, que aún escriben de ti, maldita sea la poesía, malditos esos libros que te hacen creer en el amor, como si fuere verdadero, maldita cada letra de la palabra "amor".

Al final de tanta patética palabra, de cada suspiro pérfido, de este safari de pensamientos, que no entiendo y nunca lograré entender, al final de tanta muestra de que me amas pero no, que te odio pero no, que puedo vivir sin ti pero no quiero, al final de todo, al final de todo lo que me sucede, siempre, toda la vida, todos mis textos, todas mis palabras, terminan con aquella firma, aquellos abrazos lo dicen, aquellos besos, aquello todo... después de todo eso, termino con lo que pareciera grabado sobre papiros antiguos, aquello que siempre te digo pero cuesta que salga de mi boca...

Te quiero, mi perfección renacentista... Hoy, mañana, siempre... Como esos cuadros que duran siglos, como esos versos longevos previos del barroco, como ese declive hacia la locura arraigada a cada palabra, te quiero, en la complicidad no de cómplice, mas bien de ser complicado cada sentimiento dentro de la palabra, te quiero, en su simpleza.

Te quiero...


Crónicas De Un Corazón Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora