one shot

3.4K 274 23
                                    

Ciel despertó por si mismo a media mañana, la mansión aparentaba tranquila pues sus empleados estaban de vacaciones, pero ¿donde estaba su mayordomo que no había seguido la rutina diaria ?
Miro el reloj , las once y cuarto marcaba, demasiado alejado de su horario habitual.
- Sebastián -Era extraño que el meticuloso demonio olvidase algo así y más aun qué ignoras un llamado . Paseo por toda la mansión qué extrañamente estaba gélida asta la cocina qué estaba igualmente vacía
- ¿Sebastián?- el corazón del Conde palpitaba desbordado, no quería estar solo, no quería que el en especial lo dejase solo. Continuo asta las había de los empleados, sus latidos se acentuaban al acercarse a la última habitación, no quería encontrarse con su cena o peor aun su último lige, Una punzada atravesó su pecho imaginando la mujer voluptuosa que podría estar yaciendoen su lecho junto a el. Paro delante de la puerta tratando de escuchar y al no oír nada abrió lentamente impidiéndole algo terminar de abrir, pudo ver horrorizado a su mayordomo todavía en pijama y aparentemente inconsciente en el suelo. -¡Sebastián levanta es una orden! - Ciel apretaba los puños ¿se había quedado solo? Como pudo entro por la rendija abierta. Colocando una mano sobre las mejillas del mayor que algo calientes confirmaban que todavía estaba vivo. Ciel no podía explicar lo que sentía, se sentía traicionado y a la vez triste, le prometió no dejarlo solo y sin embargo eso parecía que iba a hacer. - Demonio mentiroso - Apartando todas esas ideas y sentires que oprimía su pecho subió a Sebastián como pudo a la cama con unas fuerzas que ni el sabia que existían. Un poco dudoso coloco su mano sobre la boca de Sebastián, no sabia muy bien lo que hacer pero había leído algunos libros médicos, en su mano notaba el suave respirar del mayor, seguido lo cubrió con una manta para ayudarlo a calentarse pues su cuerpo estaba frio. Ciel cogió una de las manos de Sebastián comprobando que el pulso fuese correcto, pero más que en eso se fijó en lo gélida que estaba. Nunca antes había tenido más contacto físico del necesario al principio por desconfianza y luego por tozudez, esas uñas negras siempre le habían despertado curiosidad. Sosteniendo la mano de Sebastián entre las suyas en un intento de aportar calor observaba curioso aquellas uñas y el símbolo del contrato. Ciel siempre había sentido gran curiosidad por su demonio, curiosidad que luego se transformó en dependencia, solo pensar que no podría escuchar su aterciopelada voz lo entristeció. Tenía curiosidad por saber como un demonio de alto rango se había quedado al lado de un niño enfermizo y traumatizado, curiosidad por saber porque le había brindado ese apoyo para que saliese adelante si a él lo que le interesa es comerselo, todo eso con el tiempo se convirtió en dependencia hacia el demonio, necesitaba tenerlo cerca y últimamente sentía la necesidad de tocarlo y abrazarlo que reprimía por mero orgullo.
En un acto casi inconsciente soltó la mano del mayordomo y se tumbó encima suya rodeando el cuello del mayor con sus brazos y enterrando su cara al lado de la del mayordomo. Volvían a ser sentimientos cruzados, estar así lo llenaba de tranquilidad, pero a su vez que el demonio no despertase lo ponía muy nervioso y que quien creía que realmente jamás lo dejaría solo fuera a morir lo aterraba.Unos pequeños pucheros y sollozos escapaban del Conde que enterraba la cabeza con más fuerza en el cuello del mayor.
Las manos del demonio se movieron lentas y temblorosas asta la espalda del niño y se posaron ahí dando algo parecido a un abrazo.
- Que agradable que bocchan cuide de mi - su normalmente aterciopelada voz estaba quebrada parecía rasgar su garganta cada palabra y aun así sonó burlón .
- Sebastián, ¿que pasa? - el mayor aplico más fuerza al abrazo
- Solo estoy un poco hambriento, no te preocupes se me pasara - Ciel se quedó sentado sobre Sebastián ambos en pijama podían notar el calor corporal el uno del otro a través de la ropa
- El hambre no es algo que realmente se quite con el tiempo demonio estúpido - Pego un pequeño puñetazo en el pecho del demonio frustrado. Sabia que tenia que morir y se había resignado a ello, el único que tenía derecho a matar o dejar vivir al Conde era el gentil demonio que dio un motivo para vivir. - No me mientas - la respiración del mayor se hacía más suave - Puedes comer mi alma ya si lo necesitas - Ciel inco sus ocelos azulones sobre los sorprendidos rubíes del mayor.
- ¡¿Que dice bocchan?! ¡Su venganza no esta culminada! - Sebastián se incorporó de golpe un poco tembloroso sujetaba al menor de los hombros y lo zarandeo un poco - ¡Que dice...!
- es parte del contrato solo quiero adelantar lo inevitable - Ciel estaba decidido aunque Sebastián no compartía esa decisión. No soportando más la presión los decididos ojos del menor salían cristalinas gotas que rodaban por su mejilla y caían sobre el pijama negro del mayordejando una pequeña muestra del verdadero sentimiento del menor. A pasar de su decidida mirada sus ojos lacrimosos y su labio tembloroso demostraba el miedo que lo recorrían ¿sería el mismo miedo que recorría al mayor? Miedo a toda una eternidad separados ¿cuando había desarrollado esa necesidad? ¿Cuando había pasado de suculenta cena a ser indispensable? No era solo lujuria lo que sentía el demonio, el mero hecho de estar a su lado cambiaba su humor a mejor fuera cual fuera la situacion.
Ciel se dejo caer obligando a tumbarse al mayor y con los brazos cruzados metió su cara dentro, Sebastián no oía lloro alguno pero notaba como su pijama se humedecia y el aire caliente de cada sollozo ¿estaba asustado Ciel? ¿Tenía miedo de morir?
- No pienso comerte no insistas - Acariciaba el cabello del menor tranquilizandolo - hay otra manera de solucionar esto bocchan - estirando un poco del menor dio un leve mordisco en la oreja de este que se ruborizó y se sentó colocando ambas manos entre sus piernas - Podría alimentarme como un incubo bocchan - poco a poco dejo que la lujuria lo embriagara, el no paraba pero el menor tampoco lo pedía.Las caricias lujuriosas que el mayor proporcionaban asustaban al ahora inseguro Ciel, pero este estaba totalmente asustado de perderlo, ese ser era prácticamente su luz, su guía, su faro de Alejandría, sin el hubiera caído en la oscuridad y se habría dejado matar y cuando el no estaba cerca tenia el impulso de buscarlo ... ¿A eso lo llaman amor?
- Y ... Y como es eso - Sebastiánse sorprendió de la disposición del menor, normalmente se habría opuesto insultandolo de alguna manera,pero el ya se había deshecho de la manta y se había quitado la camisa, mientras Ciel estaba sentado en su regazo con las manos entre sus piernas juntando sus piernas firmemente de vez en cuando se movía incomodo.
- Un incubo es un demonio masculino que se supone se posa encima de la víctima durmiente, para tener relaciones sexuales con quien duerme - Sebastián río un poco y sujetando a Ciel de los hombros lamió el camino que habían seguido las lágrimas del menor - aunque despierto también sirve - Ciel había agachado la cabeza totalmente ruborizado seguía llorando tenuemente, el demonio lo soltó con delicadeza al ver lo acongojado que parecía y se volvió a recostar - no voy a obligarte
- Somos hombres sería raro - su voz entrecortada sonaba muy tenue
- No tiene que verlo así, solo somos dos personas amándonos - Trataba de tranquilizarlo, lo último que quieria era asustarlo o alejarlo pero Ciel seguía cohibido. En un impulso besó al menor y estiro de él tirandoselo encima, Ciel como si el mayor quemase volvió a sentarse y poniendo sus manos sobre su miembro dejo caer unas lágrimas. Sebastián reía complacido al percatarse de la situación - Sigo esperando su confirmación para ayudarlo con eso ¿es doloroso? - su sonrisa se volvió picara y a Ciel volvió la determinación.
- Nunca me he negado - Ciel volvió con su sonrisa altanera pero Sebastián cerro los ojos unos segundos parecía que volvería a perder la consciencia - ¡Sebastián!
- Déjeme descansar un momento bocchan - Ciel planto un beso en el mayor - Buen comienzo bocchan - Con habilidad quitó el camisón del menor tocando y disfrutando cada centímetro de piel del menor, desabrochado de arriba a abajo para acabar acariciaba el miembro del menor.
- ¡No me muerdas!
- No se que clase de demonio me consideras, capaz de morder en una zona tan delicada y tentadora de mi bocchan - Con cuidado volteó dejando al menor bajo de el comenzando a lamer y engullir el infantil miembro del menor jugando con la lengua sobre el sensible pene.
- ¡Nhg! Seb-Sebastián - Ciel sentía que se iba a correr, no aguantaba más era su límite y su miembro estaba por estallar cuando Sebastián ato un lazo ejerciendo presión en la base del pene de Ciel causándole un extraño dolor mezclado con el placer y esa extraña sensación de su pene intentando bombear eso afuera - DUELE - gritaba desesperado intentando quitárselo cosa que el otro impidió.
- No duele Ciel, es incomodo, pero favor evita pensar en ello así será más fácil - Sebastián lamió con deseo el corto miembro de Ciel - no te correrás asta que no consigas que lo haga yo - con lasciva se sentaba sobre el menor restregando su abultado pantalón contra el menor.- Tómalo como un juego
- Que cruel - Con lujuria bajo el pantalón pasando primero sus inocentes manos por el trasero y después acariciando todo el falo - pero si te quedas ahí no puedo moverme - Se escabulló de debajo del mayor para comenzar con su trabajo, sin saber muy bien como empezar besaba toda la extensión y daba lamidas parando de vez en cuando a ver la cara del mayor. Sebastián estaba sonrojado y sudoroso, cosa que llamaba la atención de Ciel. Con su lengua comenzó a hacer torpes círculos en el glande del mayor .
- Eres torpemente habilidoso bocchan, solo necesita una poca de práctica, aun así se siente delicioso- Empujó la cabeza del Conde obligándole a engullir el enorme falo del mayor y a duras penas comenzó con el vaivén. Sebastián gemía con fuerza al contrario que Ciel que lo había reprimido, su aterciopelada voz resonaba por toda la habitación.
- ¡Pare! - Los pechos de ambos se agitaban demostrando sus aceleradas respiraciones - Si sigue así me correré en su boca - Ciel miro unas milésimas y con una orgullosa mirada continuo con su trabajo llenando su boca del espeso fluido ahogándose un poco en el. - Es usted una caja de sorpresas - Quito el lazo dejando que se viniera en su mano - Una deliciosa caja de sorpresas - lamió el blanco fluido y coloco en cuatro patas a Ciel - esto va a ser un poco incomodo al principio, pero créame que se siente bien inserto dos dedos en la cavidad del menor y este se estremeció.
- ¡Sebastián!
- Confíe en mi - Comenzó a hacer movimientos de tijera en el interior mientras con la otra mano masajeaba el pequeño pezón del menor relajandolo. Metió un tercer dedo simulando embestidas y en un momento los retiro y comenzó a pasar su falo por la entrada. - Esto se va a sentir extraño al principio pero le aseguro que se sentirá bien - lentamente introdujo su miembro y comenzó a besar la blanca espalda del menor dejando pequeñas marcas rosas en su piel, el menor habia enmudeció - ¿bocchan ?
- Duele...
- No me moveré asta que usted lo ordene - Sebastián palideció ante la idea de haber asustado o dañado al menor, se había dejado llevar y no había pensado en su joven e inexperto cuerpo. De hecho podía escuchar la respiración acelerada del menor - Si lo desea puedo dejarlo así, no hace falta que lleguem-
- ¡Espera! Espera un momento - Con un poco de dificultad Ciel dio la vuelta ayudado por Sebastián quedando cara a cara y con sus piernas enredadas en la cintura del otro quedo mirando a los ojos del demonio - se siente raro, pero no ya no duele - Sebastián agradeció el manso gesto de su amo comenzando el vaivén primero lento pero cuando encontró el lugar exacto comenzó a ser más y más rápido teniendo como grotesca sinfonía el chocar de sus cuerpos el uno con el otro adornado por los gemidos de la pareja. Sebastián dejaba pequeñas marcas rosas en el cuerpo del menor y Ciel por su parte arañaba la espalda del mayor cada vez que tocaba el delirante punto.
- Sebastián me vengo
- Aguanta un poco
- Sebast- El calor del mayor inundó el interior del niño que se corrió en el acto dejándose vencer para atrás, el demonio siguiendo ejemplo quedo a su lado un poco dudoso de que hacer o como comportarse ahora. Ciel disipó sus dudas cuando prácticamente desmayado por ceder sus energías al incubo se pego a Sebastián abrazándose a suavemente al ser, este lo abrazo pegando lo más a él y lo tapo con la manta que tiempo atrás había utilizado el niño para taparlo.
- Demonio estúpido -susurraba en sueños pues ya lo había vencido el cansancio
- Parece que no eres muy sincero con tus sentimientos Ciel - beso la frente del menor que ahora parecía tener una sonrisa dedicada al mayor que lo apretó otra vez hacia su pecho - Eres unico - acariciaba el humedecido cabello del menor - Eres especial - bajo su mano acariciando el marcaje que le pusieron - Creía haberte condenado yo a ti a una muerte segura pero tu me has condenado a algo peor, tu con tu efímera y débil vida humana me has condenado a la mayor de las torturas, algún día quedare solo condenado a la soledad eterna sin ti - río un poco acariciando la cara del menor con suma delicadeza como si pudiera romperlo - Te amo Ciel Phantomhive - como si de una respuesta se tratase Ciel se acurruco contra el pecho del demonio.
Así con un demonio condenado a la soledad y un niño sentenciado a muerte comenzaba la mañana en la mansión Phantomhive.

Kuroshitsuji : Ese demonio que se desplomaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora