5 de junio de 1980.

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El día era oscuro, como todos los que habían transcurrido desde que Lord Voldemort comenzó a tener poder, más que cualquiera.

Malfoy Manor se encontraba en un silencio perturbador, solo alterado de vez en cuando por los gritos de Narcissa Malfoy cuyas contracciones indicaban que pronto daría a luz.

Todo el asunto del embarazo había sido llevado en secreto, puesto que no deseaban criar a sus hijos entre una vida de guerra, dolor y sufrimiento. 

Aunque Lucius Malfoy fuese un mortífago, tenía corazón, sobre todo cuando se trataba de su familia y no dejaría que a ninguno les pasase nada, aunque tuviera que dar su propia vida para ello.


Los elfos que se encontraban cuidando de Narcissa se tensaron puesto que la hora del parto por fin había llegado y la señor de la casa no hacía más de dar voces que perturbaban la mente de su marido, que estaba esperando sentado en un sofá de cuero negro en una de las salas de estar, junto con una copa de whisky de fuego en la mano, la cual calmaba sus ansias de entrar.

El parto duró casi dos horas ya que todo se había complicado aunque eso Lucius aún no lo sabía. 

Por fin los alaridos cesaron y él pudo respirar tranquilo, sin el miedo que anteriormente había invadido su cuerpo. Se levantó y a paso decidido se acercó a la habitación que compartía con su amada y querida esposa; si, la amaba, había tenido una verdadera suerte. Al principio apenas se soportaban y luego se hicieron amigos, por lo que cuando les dijeron que estaban comprometidos no pusieron pega alguna ya que se amaban en completo silencio. 

Entró en la habitación y vió a su mujer con un bebé en brazos y no dudó en acercarse rápidamente, con una sonrisa en el rostro. Acarició con un dedo la pequeña cara de su hijo.

-Es un niño. -Dijo Narcissa sonriente, lo que hizo que Lucius ampliara su sonrisa; un heredero para la fortuna Malfoy.

-Siempre quise tener una niña, puede que cuando esta guerra nefasta termine. -Dijo soñador, viendo como la cara de su esposa seguía feliz y miraba hacia una parte de la habitación, donde un llanto heló la sangre de Lucius, que miró a su esposa y, ante un asentimiento de cabeza por parte de esta, se levantó y se acercó, para poder observar a un bebé que se encontraba en una cuna.

-Fueron mellizos; lo malo de llevarlo en secreto es que nadie pudo avisarnos sobre esto, ahora tendremos que buscar a otra familia que pueda hacerse cargo de otro pequeño, no podemos dejar que ninguno viva esto. -Su marido asintió y cogió a la pequeña en brazos.- 

-Yo mismo me encargaré, ahora, llevaré al pequeño con la nueva familia. -Se acercó a Narcissa y cogió a su hijo, mientras le entregaba a la niña.- Volveremos a estar todos juntos cuando esto termine Narcissa, te lo prometo.

-Lo sé. -Dijo sonriendo con nostalgia.- Tinny, lleva a Briseida a su habitación, acompañaré a mi marido a llevar al pequeño Draco con su nueva familia. -La elfina asintió y cogió a la pequeña en brazos para después desaparecer con un pequeó "pluf". Narcissa se levantó de la cama y se vistió, sufriendo aún fuertes dolores.

-Querida, debes quedarte. Tranquila, yo le llevaré. -Muy a su pesar, Narcissa no podía ir, por lo que cogió a su hijo una última vez y le dio un tierno beso.

-Crecerás sano y fuerte hijo mío. -De repente y a todo mal, la puerta de la habitación se abrió, dejando ver a una bella y hermosa mujer, cuya mirada sádica nada dejaba que desear.

-Vaya, vaya hermanita, por fin nació. -Se acercó hacia su hermana y cogió al bebé en brazos.- Mi Lord está muy contento, puesto que empieza a aparecer la siguiente generación de mortífagos. Espero que sepáis criar a este bebé con las condiciones que todo seguidor del Señor Oscuro necesita, llegará a mucho.

-Bellatrix, ¿cómo lo has sabido? -Preguntó Narcissa mientras luchaba porque las lágrimas no saliesen, ya que su hijo tendría que quedarse con ellos.

-Por favor Narcissa, no puedes estar embarazada y pretender que nadie se entere, apenas después de un mes de tu embarazo yo ya era consciente de ello, al igual que nuestro Lord. -Dijo sonriente.- Ahora, si me disculpáis, tengo asuntos que atender, la Orden se está acercando demasiado y no podemos dejar que nos ataquen fortuitamente. -Y después de eso se desapareció, dejando al joven matrimonio Malfoy con el temor de las intenciones del Señor Oscuro con respecto a su hijo.

-Me llevaré ahora mismo a Briseida, no dejaré que nada malo le suceda a ella. -Dicho esto se fue, para coger a su pequeña y aparecerse frente a una casa humilde, donde una pareja le esperaba junto a un niño de apenas cinco años.

-Ya pensábamos que no vendrías Lucius. -Dijo un hombre de cabello rubio y corto, que le sonreía de medio lado, burlón.

-¿Es una niña? -Preguntó la mujer ilusionada, a lo que Lucius le contestó con una leve inclinación de cabeza.- ¿Cómo se llama? -Pregunto risueña.

-Briseida. -Dijo mirando a su hija y pensando en si estaban tomando la decisión correcta.

-Briseida. -Articuló en pequeño, que se había acercado curioso hacia el señor Malfoy.- 

-Es tu hermanita, Leo. -Dijo Marina sonriente, mientras se acercaba a coger a la bebé en brazos.- La cuidaremos.

-Lo sé. -Miró de nuevo a su hija y depositó un leve beso lleno de amor sobre ella.- Volveremos a vernos pequeña.- Se la entregó a la mujer y estrechó la mano de Jack.- Cuídala, no quiero que nada le pase.

-Tranquilo Malfoy, lo haremos. -Se desapareció junto con su familia, mientras el Señor Malfoy también lo hacía y regresaba a su mansión, donde se encontró con su mujer sentaba sobre una butaca al lado de la ventana, con su hijo en brazos y mirando el cielo, gris, como sus vidas.



Nueva Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora