Capítulo 22

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El lugar estaba totalmente vacío. Voces e interferencias raras resonaban en el lugar. No podía distinguir exactamente por el lugar de donde venían, pues si me acercaba a un lugar, éstos cambiaban su rumbo. Al levantarme comencé a caminar, no había absolutamente nada. Los ruidos seguían y tenía suerte de que éstos no fueran tan fuertes a tal grado de parecer un infierno. No se parecía nada a esto. Las luces seguían prendidas, tal como día normal pero sin personas.

Pensé, por enésima vez en el día. Mi cabeza estaba a punto de explotar de tanto pensar, de ideas que iban y venían tal como las esperanzas. Mis nervios no tardaban en volver, todo esto me ponía más nervioso que al principio. En mi cabeza rondaba que ésta podía ser una oportunidad de verlo en la camilla, por lo que rogaba que él estuviese ahí.

Entré al lugar, a esa pequeña "habitación" que tan mal me tenía. Mantuve mi mirada en el piso, no me esperaba nada bueno por lo que prefería esperar unos segundos hasta estar listo. Subí mi mirada al cabo de unos segundos. Estaba sentado sobre la camilla, viendo hacia la ventana y se espaldas a mi figura. Escuchaba su suave llanto. Él estaba vestido con un camisón color celeste, ese que usaban las personas cada vez que las internaban.

Me acerqué.- ¿Zayn? -Mis pasos eran bastante lentos, no quería alterarlo ni molestarlo, pero la preocupación comenzaba a invadirme.- ¿Estás bien? -Seguí preguntando. Los nervios me carcomían, al igual que la preocupación y tristeza al escucharlo llorar. Sentía ganas inmensas de abrazarlo, de decirle que todo iba a estar bien y poder ser la razón para darle fuerzas.

Estiré mi brazo, mi mano tocó su hombro y fue ese el momento en el que su llanto paró. Intenté acercarme un poco más pero rápidamente su cabeza giró hacia mi, fue un giro de 180°, como si su cuello fuera a quebrarse. Rápidamente volví a caer, ese no era Zayn. Su piel estaba totalmente blanca, arrugas había bajo sus ojos y muy grandes bolsas color verde oscuro. Estaba muy flaco, no tenía absolutamente nada de carne, ni músculos. Su sonrisa era más grande de lo normal y su mirada totalmente desorbitada. Su camisón se había tornado a un rojo cálido, como si sangre en gran cantidad resbalara por éste pero sin penetrar la tela. Sus lágrimas se habían secado, pareciera como si su cuerpo perdió totalmente la vida.

Cerré mis ojos, ahora verdaderamente parecía un infierno. No quería verlo, no quería escucharlo, no quería sentirlo. Quería que él estuviese bien, con su sonrisa normal adornando su rostro. Decidí levantarme pasado unos segundos para correr hacia la puerta y salir de ese infierno, fue en ese entonces, el momento donde escuché por última vez la manera en la que me había apodado; "Li".

Salí, totalmente asustado sintiendo como mi corazón palpitaba a más no poder, todo volvió a la normalidad. De nuevo esa secuencia de los enfermeros yendo de acá para allá, entrando y saliendo de diferentes lugares. Volví a sentarme, tenía un dolor de cabeza que me estaba matando. Mis ojos nuevamente se cristalizaron y éstos comenzaron a desprender lágrimas. No podía aguantarlas, sabía que ya nada era lo mismo porque mis esperanzas habían llegado a no existir. Ya no había nada que me pusiera positivo.

-The Haunted Mansion. Ziam PalikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora