Insomnio [VMin -- BTS/Yaoi]

Parte 5. Tú, maldito desgraciado...

Holo mis amores T-T, y antes de que me maten, les diré que no podía actualizar porque trabajé durante la época navideña y hasta hoy, 02 de enero, tuve tiempo de escribir (o más bien medio terminar el capítulo, LOL!). Como sea, lamento haberme tardado tanto, so, las amo, bye~

PD. ¿Quién más extraña los bellos cachetitos de este hombre TT-TT9? (¿Jimin biased? Noooooo)

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Quizás pasaron semanas -o tal vez la exageración de Jimin era tanta que lo hizo verlo así- desde el incidente del baño, pero su cuerpo sentía como si tan sólo hubiesen pasado varios días. Algo un poco ilógico, pero relativamente real debido a que la temperatura en su cuerpo era demasiada, pero no le preocupaba mucho, no al menos porque él y su pobre organismo caliente lo hacían recordar esos momentos tan hot que había tenido con el alien en el baño de su habitación luego de que llegara en los brazos de un NamJoon medio ebrio. No le importaba porque tenía a unas pequeñas amigas que lo ayudaban a bajar la sensación de fuego en su parte baja.
Podía no ser una buena forma (o al menos decente) de quitarse las ganas, pero no pensaba quemarse yendo a algún hotel u hostal barato junto a una prostituta barata la cual tuviese una enfermedad venérea; y aunque no era tan mala idea en un principio, fue desechada tan pronto la pensó.

Dios, si él no era un cualquiera; no se arriesgaría, no al menos por ser un Idol.

Suspiró, y luego, juntando toda su fuerza de voluntad, tomó el micrófono entre sus manos y lo apretó esperando el momento exacto en que la música empezara a sonar. Ya hacía un tiempo que las promociones de I Need U se habían terminado, por lo que, sin perder tiempo, comenzaron a trabajar con la segunda parte del mini álbum. Con esa, ya sería la tercera vez que entraba a la cabina de grabación en el día, puesto que en esa canción sus líneas eran más de las normales, dejando ya en segundo plano al narizón opacador del maknae. En parte se sentía feliz por ello, pero cada fibra de su garganta y de sus cuerdas vocales, le reclamaban que se merecía un descanso, y eso sin contar que para esas horas ya era la quinta vez que repetía su parte porque a Suga no le gustaba la manera en que su voz chillaba con una que otra nota alta. Al fin y al cabo eran sólo unas cuantas líneas más, pero que para él podría significar el mejor momento de su vida, tal y como lo decía el nombre de su mini álbum.

La ronca voz de su hyung peliverde tras la bocina cargada de cansancio le inundó los oídos atrayéndolo a la realidad, una en la cual él se había perdido pensando y cantando al ritmo de la melodía sus pensamientos y no la letra, siendo regañado, no tan duro, por el de piel blanca. Mierda, había sido un imbécil por decir tantas cosas juntas que hablaban por sí solas de su vida personal; la buena noticia era que realmente sus palabras quedaban con la tonada de la canción, por lo que, al parecer, YoonGi no lo había masacrado tanto, tan sólo unos cuantos eres un idiota, enano, y un 'descanso' temporal mientras reacomodaba sus ideas fuera del estudio.

De no ser porque de verdad deseaba salir del cubículo de vidrio para relajarse, se hubiese quedado ahí escuchando los grititos poco femeninos de su hyung por casi arruinar su preciada grabación. Agachó la cabeza envolviéndose en la sudadera que traía a pesar de que estaban en una estación fresca, pues para salir así como así a la calle era imposible; al menos de esta forma parecería un loco y no un Idol. Por supuesto que no iba viendo por dónde caminaba, pues de haberlo estado haciendo, no hubiese chocado contra cierto castaño alto que manejaba un humor de perros.
Sin ver aún quién era el o la sujeto al que casi tira al suelo, continuó su camino mostrando una inclinación suave hacia el frente. Escuchó varias maldiciones, pero no le importó y siguió caminando. O por lo menos eso hizo hasta que los largos y fuertes dedos de ese alguien con quien había chocado se enroscaran alrededor de su brazo y lo jalaran fuera. Se negó varias veces, pero maldición, esos dedos eran jodidamente largos, tanto que juraba abarcaba el ancho de su brazo; sintió varios tironcitos bastante rudos y refunfuñó, lanzando un puñetazo a su secuestrador, para luego de unos segundos, notar que lo elevaban en el aire y lo colocaban en uno de los anchos hombros del que, obviamente era un chico. Alto por cierto.