La pregunta

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Siempre he sido tímido, lo suficiente como para tener el mínimo de amigos, o eso creía, en verdad no sé en realidad si son mis amigos.
A mediados del invierno de este año, llegué a la conclusión de que necesitaba amigos nuevos, pero no me atrevía a hacer vida social fuera de mi casa.
En mi casa, con mi abuela y mi madre estaba bien, pero quería más.
Más de lo que necesitamos cada uno de nosotros en este mundo lleno de sorpresas imaginarias y sueños que creemos imposibles de cumplir.
Así que lo hice, entré a una red social no muy conocida, creo que eran 1.000 usuarios o menos, "Skype Black".
Era algo así como una red social para conocer personas de diferentes países e incluso podrían pertenecer al mismo, en un chat aleatorio con diferentes personas de todo tipo. Esta red social no era diferente a las demás, ponías tú foto para el perfil, descripción y sexo o gustos.
Lo único que cambiaba era que, como ya dije el chat es aleatorio y tenias la posibilidad de conocer mas personas, y si salia una persona que no te gustaba la podías cambiar.
Un día, cuando entre a esta red social, me salió un chico de México (lo sabia porque sale el país de dónde está en línea) era tan guapo, y me llamó mucho la atención, así que le hablé, y él no respondió, pero tampoco me cambió a otra chat, y yo tampoco. Le envíe muchos mensajes, pero no contestaba ni me sacaba, lo cual encontré extraño, así que solo reaccioné a cambiarlo. Y no volví a la red social.
Pasaron días, semanas...creo, no estaba muy pendiente a todo mi entorno, la mayoría del tiempo la pasaba en mi habitación escuchando música o leyendo libros, no iba a la escuela, ya que no me interesaba mucho asistir, sé que con mis 17 años de edad era una decisión un tanto tonta, pero la idea de que un profesor te enseñe lo que también puedes encontrar en libros no me llamaba mucho la atención.
Era la mañana del día sábado, y recién estaba despertándome cuando mi madre tocó la puerta de mi habitación.
—Toc Toc —se escuchó.
—¿Quién es? —Respondí.
—Tú madre...bebé.
—Qué quieres?
—Te busca un amigo.
—Ay mamá, dile que se vaya, ya sabes como soy.
—Bien. Pero tienes que cambiar tu actitud, Javier.

En realidad no me gustaba la idea de que mis "amigos" me vengan a visitar, y tampoco quería ser cruel, pero es lo que sentía, y creo que diciendo lo que siento era una manera de cambiar mi actitud.

Luego de bañarme, desayunar y lavarme los dientes, puse un poco de música y ingresé nuevamente a la red social.
En realidad no había nada nuevo, los mismos chicos de siempre, con la misma rutina que tenia de cambiar el chat cada 5 segundos, cuando finalmente me salió ese chico de la otra vez, pero no me di cuenta y lo cambie sin querer, me sentí estúpido y tonto, cambie el chat como loco con la esperanza de encontrarlo de nuevo. Cuando finalmente sucedió, estaba tan feliz, como cuando lees un libro de tema cliché y termina con final inesperado.
—Hola! ¿cómo estás?—Le dije.
Quedé decepcionado al ver que no me respondía, pasaron no más de 5 minutos cuando me responde:
—Hola, chico guapo—me dijo.
—Eh...hola, al fin respondes chico misterioso.
—Jaja —respondió— la vez pasada te respondí pero ya no estabas.
—Ah, es que como no respondías me salí.
—¿Te puedo hacer una pregunta un tanto incómoda?
—Si, adelante.
—¿Eres gay?
—¿Se nota mucho?— reí de mi chiste.
—Pues si, jaja, eres muy guapo, lástima de vivamos tan lejos, no?
—Pues es lo que yo iba decir, haha.

Y pasamos hablando así varias horas, preguntándonos cosas de todo tipo y sin pudor.
Me gustaba tanto, me hacia sentir tan bien, desde ese día en adelante hablábamos todos los días sin falta, era genial.
Un día de locura, Carlos, que era su nombre, me preguntó que si tenia alojo para él en mi casa, en verdad no entendía mucho el porqué me lo preguntó.

Luego de eso...se desconectó sin responder.



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