Adiós

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¿De verdad aprovechamos el lujo de convivir con una vida?

La estabilidad es un beneficio que no todos podemos darnos.

Una llamada, frases peturbantes, impacto inmediato.

Cuando te das cuenta que un alma partió, es... es distinto.

Muchas emociones juegan a encontrarse.

Decepción, odio, desesperación, tristeza, ira.

Muchas emociones pierden la esperanza.

Felicidad, plenitud, amor, armonia, orgullo.

¿Es tan dificil entender que alguien escapó de este sufrimiento terrenal y tu no le pudiste dar la buena suerte?

Llega la hora de afrontarlo todo.

Familia, familia unida, familia destrozada.

Surge un sentimiento de decepción, una familia hipocrita que se une para lanzar sus pañuelos y despedir el crucero que ya partió.

Lagrimas, adiós, infortunio.

¿Se puede describir el momento de velar a alguien?

Es... es un silencio caotico.

No sabes si alegrarte por el viaje ajeno, o sufrir por la despedida propia.

La vida es un frasco fragil de recuerdos... Él dejó derramar su frasco.

Somos novatos, turistas, conocedores de nuevas experiencias.

Aprendemos a saludar, aprendemos a dar gracias, aprendemos a pedir perdón, pero nunca aprendemos a despedirnos.

¿Que será de los pobres mortales que aún sufren por la carne abandonada?

El cielo llama y el muerto responde.

Dejemos que el muerto conteste y disfrute de esa llamada celestial.

Abrazos, salmo, besos, San Pedro, lamentaciones, amén, despedida, cenizas.

Ahí es donde todos recuerdan quienes fuimos, recuerdan las hazañas que hicimos, los momentos que vivimos, las palabras que dijimos.

Recuerdan lo importante que somos... Cuando morimos.

Flores, rosas, tulipanes, atardeceres oscuros.

El muerto se fue, y el vivo no dijo adiós.

Tuvo muchas oportunidad, el año tiene demasiados días, los días tienen muchas horas, las horas conviven con los segundos, y los segundos alojan tiempo.

Pero para él, su tiempo aquí había acabado.

Muchas lagrimas afuera. Ese alma perdida se encontraba ahí, ahí donde todos se abrazaban, ahí donde todos pedían condolencias, ahí donde todos sufrian.

Fue en ese momento donde el ser terrenal se dio cuenta, que el muerto dejó en espera su llamada, sólo para oír su adiós.

Y él decidio visitar ese alma que tanto lo esperaba, el 4 de Septiembre de 2015, habiendo tantos días, eligio ese.

Pero lo que el vivo no sabía, era que la llamada ya había sido contestada, y su carta siguió volando sin destino alguno, porqué ya no había vivo que la abriera.

El muerto decidió contestar su llamada ese día.

Porque pensó que todos habían escrito sus cartas de agradecimiento y despedida. Y que la última carta que faltaba se había olvidado de poner letras para él, y le pareció tortuoso seguir esperando esa carta un día más.

Pero lo que el muerto no sabía, era que esa carta volaba hacía él para dedicarle esa palabra que nunca aprendió a decir.

Desde ese día el vivo entendió que la vida era muy fragil, y que sólo pocos pueden contestar por voluntad propia esa llamada tan odiada.

Por eso hay que disfrutar de las almas que aún nos escuchan, de los vivos que leen nuestras cartas, de la carne que nos brinda un adiós.

Porque puede que un día contestemos la llamada y nuestro alrededor colapse. Pero no tan explosivamente, porque no hay remordimientos ni palabras nunca aprendidas.

Sé que el muerto esta allá, en cualquier parte, leyendome.

Leyendo la carta que siempre esperó leer.

Aquí esta lo que él tanto anhelaba y esta alma aprendió su significado.

Oye muerto mira: una palabra, cinco letras, un sentimiento.

"Adiós"

4 de Septiembre de 2015

8:31 AM


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