Mi musa sonriente

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Deseo que conozcas esta anécdota de mi dichosa vida, es sobre una mujer que conocí, la cual me pidió que la pintara. Hermosa y elegante, sin duda un diamante. Aunque en un monologo cuando se conversaba con ella. Es sin dudarlo, extraña y singular como ninguna otra, tanto que me perdí en su encanto y no volví a mi sano juicio. Me perdí en un laberinto sin salida, y me encontré a mí mismo al borde de la desesperación, que estupidez, enamorarte de tu musa... oh, Mona Lisa, usted sin duda es mi asesina.

El alma de este pobre pintor se encontraba atrapada en la jaula de una sonriente dama ¿Me pregunto con qué razón llevas esa sonrisa? ¿Sera de burla o de bondad?

Me desconciertas y no puedo dejarte de mirar. Esto es insano ¿A esto se le llama amor o simple capricho?

Cada pincelada que doy es un suspiro de amor y de admiración. Solo puedo escuchar tu voz, tu risita al mirar mi sonrojo, tus labios relamiéndose al ver algo dulce, tus ojos cazando a los míos con tanta determinación. Eres tan hermosa que no puedo dejarte atrás... tan sólo el recordarte me hace llenarme de recuerdos que carcomen mi corazón al punto de dejarlo en pedazos, como si me hubiesen atrapados las fauces hambrientas de un lobo feroz. Esto me está matando y tu recuerdo no se va.

Creo que estuve huyendo otra vez, pero es que este amor es tan doloroso. Oh, mi amada Mona Lisa, eres tan cruel... me lastima tu tacto.

¿Cómo fue que llegue a esconderme tras mi propio ataúd para evitar esa sonrisa imborrable? ¿Por qué me torturas sádica musa? Eres sin duda todo lo contrario a lo que pensé que eras pero tu imagen no se borra de mi mente.

Me vuelvo enfermo en sólo pensar que no he podido escapar de ti. Como desearía que se borrara esa sonrisa... pero ni puedo con la mía. Quisiera creer que estoy bien, pero ya he caído en la locura... no puedo regresar y lo sabes, es por tu culpa. Así que por favor dime que estoy bien y que volveré a mi tranquilidad.

Oh, Mona Lisa, no tengo más palabras para expresar como mi amor aún sigue presente en mí, aun si tú sigues con esa sonrisa difícil de descifrar. Eres tan enfermiza, ya para de molestar.



                                                                                                             - Leonardo Da Vinci.



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