Capítulo 4 (Las 2 pesadillas de Oliver)

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Odió a Trina por un momento, ¿Por qué tenía que llamarlo justo en un momento tan especial como ese? Todo le estaba saliendo mal ese día. ¿Porque diablos estaba Trina en su casa?, ni si quiera la ha había citado ni si quiera habían cruzado ni una sola palabra con ella en todo el día y no tenía ganas de hacerlo. Ver el mensaje diciendo: "Amorcito, estoy afuera de tu casa y no estas, ven rápido tengo una sorpresa para ti". Fue el colmo. Si por él fuera la habría dejado esperando pero no quería ser víctima del escándalo que le haría si eso pasaba

Se hicieron novios solo porque todo el mundo les decía que hacían una bonita pareja y a él le gustaba un poco ella. Era adorable y dulce, pero cuando se hicieron novios ella comenzó a portarse muy empalagosa, posesiva, e irritable. Le daban celos hasta de Armando, por no mencionar que también celaba a Benjamín. Si ella se enterara de su secreto no sabría cómo serían las cosas. Ya no la quería para nada, y la única razón para no aceptarlo y no terminarla era porque ella era la única atadura a su heterosexualidad, que igual sabia ya no existía desde que admitió ser bisexual. El mismo se consideraba tan raro.
Cuando llegó observo para todos lados buscando donde estaría Trina para al final darse cuenta de que ya se había marchado. Se marchó y por consecuente; le arruinó el único momento que habría podido salvar su día.
Entró en su casa para darse cuenta de la también ausencia de su madre, fue a la cocina tomó un emparedado de jamón como cena y un vaso con jugo de naranja. Subió a su habitación, se quitó la ropa para solo quedar en bóxer, se miró al espejo de arriba hacia abajo.
Fue a tomar su pijama del otro lado de la habitación y con eso se dio cuenta que ni si quiera había prendido la luz. Odiaba hacerlo, le gustaba a estar a oscuras pero no iba a encontrarla a ciegas.
Y cuando prendió la luz se llevó un gran susto
-¡Hola amor!
Oliver dio un salto de sorpresa -Pero que...carajos... ¡Trina! -Oliver corrió a donde había dejado la ropa que se había quitado, tomo el pantalón para taparse el cuerpo con el pantalón de manera nerviosa.
-¡Ash que!, tienes buen cuerpo.
-Con un demonio ¡¿Qué haces aquí?! O mejor dicho ¡¿Cómo carajos estas aquí?!
-Saque una copia de tus llaves sin que te dieras cuenta.-la chica de pelo café y largo, de piel blanca y de ojos grandes y cafés le contestó sin un poco de vergüenza sacando las llaves de su bolsa trasera.
-¡No, no, no! ¡No puedes venir y entrar a mi casa así como así, pareces fantasma no haces ruido!
-Es que quería ver si llegabas con alguna zorra para revolcarte.
-Revol... ¡¿Qué?!... ¡Estás loca!, ¡Solo vine corriendo por que me mensajeaste diciendo que tenías algo que decirme, llegue y pensé que te habías ido y subí para dormir y te encuentro aquí en mi cuarto, espiando mientras me cambio de ropa!
-No es para tanto bebe, algún día te tendré que ver sin nada de ropa -Trina se mordió el labio y barrio de pies a cabeza a Oliver.
Esas palabras hicieron sentir en verdad incomodo a Oliver, no sabía qué hacer, aún seguía tapándose y quería tomar su camisa del piso. ¡Pero estaba paralizado!
-Escucha, si mi madre llega y nos ve aquí, va a pensar lo peor... debes irte
Trina empezó a poner cara irritada
-Por...favor -dijo al final Oliver para reparar lo que había dicho por si había sonado hiriente.
-De seguro quieres meter a alguien aquí cuando yo me vaya... es mas ¿Dónde estabas?
-Agh carajo, ¡Estaba con Armando!
-Él no me agrada
-A ti nadie de mis amigos te agrada.
-Pues no me iré de aquí hasta darte tu sorpresa
-¡Ya, me diste una sorpresa al estar aquí en la oscuridad de mi cuarto mientras me cambio!
-No me grites-respondió Trina apuntándolo con el dedo
-Pero...yo... este... agh. Solo dime o dame lo que tengas para mi enserio es demasiado incomodo estar así.
-Bueno, ¿adivina qué?
-... ¿Qué? -siguió Oliver doblando los ojos
-Iré contigo a la fiesta de tu amiga Melanie, ya que dices que nunca me llevo con tus amigos, quería acompañarte -Trina sonrió y levantó las manos emocionada esperando la misma emoción de Oliver
¿Era enserio?, ¿Esa era la dichosa sorpresa? No le emocionaba en lo absoluto. A sus amigos ni si quiera les agradaba Trina.
-Oh... ¡Que emoción! Si, ¡Sí!, me parece una gran idea.
-¿Enserio? -Trina estaba sorprendida
Oliver no, pero tenía que fingir, quería que se fuera lo antes posible antes de que su madre llegara.
-Sí, me parece bueno que quieras...mmm convivir con mis amigos.-De pronto se dio cuenta de que ya no se tapaba y al enterarse de eso, rápidamente lo volvió a hacer nervioso.
-Que bien que lo hayas entendido-Trina dio un saltito de emoción. -Amor, te dejare descansar... -Trina hablaba con un cierto tono presumido que a veces podría sonar como de niña.
Trina caminó hacia la puerta- Por cierto, tapate, hace frio -al llegar al punto de la puerta, tomó la perilla, lo volteo a ver y le guiñó. Seguido de esto salió
-Oye pero las llaves...
-¡Me la quedo, en caso de que las necesite de nuevo! -Le gritó desde el pasillo.
Oliver se encogió de hombros y dejo caer el pantalón y corrió por su ropa de dormir antes de que Trina decidiera regresar.
Qué día tan raro y pesado.
Cuando se cercioró de que Trina se había ido y tenía su ropa de dormir puesta, recordó todo lo que había pasado ese día. Se acercó al espejo de su habitación
-Estúpido... no vales nada, ¡lo has dejado allí, solo, tuviste la oportunidad de estar aunque sea un minuto feliz con él! -Se dijó para sí mismo en casi un susurro otra de sus frases de autodestrucción. -No sabes hacer nada bien Oliver, no sabes... vives en una mentira que ni tu eres capaz de creer que sostengas '-Y agachó la mirada.
Enseguida salió, se dirigió a su cama y la destapó, se acostó y tomó el libro que hace tiempo no tomaba
"La lluvia en tu habitación" de Paola Predicatori. A las diez con veinticuatro minutos, ya acostado en cama, comenzó a leer.
Su madre llegó alrededor de las once de la noche a casa. Resulta que había ido a visitar y cenar con los abuelos; puesto que vio que él no llegaba a casa. Y le explicó que se quedó platicando con ellos un rato.
Cuando su madre subió a comprobar que estuviera, Oliver se encontraba en su cama, acostado con la luz de noche leyendo el mismo libro, ese libro que vio leer a Benjamín la primera vez que lo vio. Hace mucho que no leía ese libro y había olvidado las emociones que le hacía sentir.
Alrededor de la media noche, recibió un mensaje mientras el aún continuaba leyendo.
"No me iré estando así contigo Oliver"
Era Armando. Realmente quiso contestar pero no podía, sentía el impulso de callar, y guardar sus emociones.
Cuando bloqueo la pantalla del celular, apagó la luz, dejo su libro a un lado en la mesa de noche, y supo que sería el inicio de un pesado fin de semana, pasados unos minutos se durmió, y soñó.

Había un pasillo, todo recto, sin puertas pero con ventanas cuadradas, muy grande, caminó lentamente por él, no tenía ni idea de donde estaba, pero el pasillo estaba muy iluminado por focos colgantes al techo, y al final no había nada más que un rincón oscuro. Pero quería ir allí, y no podía parar; cuando llegó volteo a ver el suelo. Donde estaba escrito un nombre, estaba escrito el nombre de Benjamín, quería saber porque, pero nada tenía sentido.
Se dio la media vuelta para regresar, vio que a la otra orilla del pasillo había un espejo que lo reflejaba completamente a él y su reflejo comenzó a gritarle.
-Inútil, no sirves para nada, eres un asco, estúpido, estorbas ¿Entiendes?...
Oliver, se tapó los oídos y aun así era imposible no escuchar lo que su reflejo le decía,
Su reflejo comenzó a gritar hasta donde él imaginó a alguien en la vida real le destrozaría la garganta.
Quería correr, quería escapar por las ventanas pero no podía. Comenzó a golpear las ventanas para romperlas con su reflejo aun gritando con esa voz chillona e insoportable. No podía escapar, las luces del techo comenzaron a apagarse una por una, y cada vez sentía un miedo más profundo, por cada luz que se apagaba sentía un vacío más intenso y su otro yo seguía allí a la otra orilla gritándole cosas; como si el mismo estuviera autodestruyéndose. Se tiró a la orilla del rincón tapándose los oídos deseando escapar. Pero no podía escapar, estaba atrapado; atrapado, en un rincón sin luz...

Un Rincon sin LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora