Giselle tiene diecisiete años y vive con su madre, Conny, en una de las casas más grandes de toda Florida. ¿Su padre? Las abandonó cuando Gigi, tenía sólo tres años. ¿El por qué? Es simple: no quería hacerse cargo de la niña. Él le hizo una promesa a Conny, y sigue siendo cumplida: "Mandaré todo el dinero que pueda cada mes, si necesitas más, solo dime. Pero no quiero conocerla, yo no quise tenerla". ¿Por qué quiere mandar dinero? Porque a su padre le sobra. ¿Por qué nunca, ni siquiera por internet, quiso conocerla? Es lo que su madre y Gigi intentan averiguar.
Giselle hace lo que puede, disfruta su vida al máximo, aunque le cuesta. Sólo tiene dos amigos: Anne, su compañera de institución, y la música. ¿La música? Sí, suena raro, pero lo es. Ella compone canciones y toca el piano y la guitarra, pero nadie lo sabe, sólo su madre y su mejor amiga. Piensa que las personas que tiene a su alrededor pueden juzgar su talento, y es lo último que desea. Nunca ha dado su primero beso, ni siquiera esos besos "de mentira" que suelen darse los niños en el nivel inicial. Eso es justamente lo que la avergüenza: nadie, ni siquiera Anne, sabe que Giselle aún está esperando a su príncipe azul para que el beso sea perfecto. Ella piensa que los finales felices sí existen, o al menos es lo que quiere creer. Tiene otra visión del mundo real, los libros y novelas que lee, la alteran y le dan esperanzas de poder cambiar el mundo.