El chico estaba nervioso; esta era su escena. Esta era la escena en que él, y sólo él, era el personaje principal. Miró tras el telón, no había salido antes, esta era la tercera escena; donde él se daba cuenta que su prometida a la fuerza, a la que él en verdad amaba, se había fugado con otro. Claro que hacían quedar a Alexander como el malvado. Bueno, no exactamente, pero nadie en el público tendría un ápice de compasión por él.
Así que salió a la escena, actuó como nunca lo había hecho, con la esperanza de que cierta chica de ojos verdes estuviera en los asientos del teatro.
Pasaron las escenas, una tras otra, y hacían quedar peor a Alexander cada vez. Drama, romance y corazones rotos eran las ideas centrales de la obra, y aún siendo así de difícil, Alexander interpretaba su papel a la perfección.
Cuando la obra finalizó, y el elenco hizo la reverencia, los aplausos sonaban junto a los nombres de los preferidos del público. Todos gritaban a los dos principales, excepto una, una que gritaba el nombre "Alexander" con fervor.
Cuando los actores se retiraron del escenario a los vestidores, a comer y tomar un poco, se le permitió a alguna gente pasar a verlos. Entre ellos, una emocionada Luisa.
—¡Alexander!— gritó mientras se lanzaba a los brazos del chico que apenas la atrapó. Sonrió cuando le dio un par de vueltas a su amada chica— actuaste espectacular—. Alexander la bajó, y al ser él unos centímetros más alto que ella, quedó mirando levemente hacia abajo, a los ojos de la chica. Poco a poco, la sonrisa de ambos se fue borrando, y sus nervios fueron creciendo. El chico pensó en darle las gracias, pero no sabía cómo, hasta que se volvió imprudente hacerlo. Entonces pensó en preguntarle en que lugar se había sentado o a que hora había llegado, pero el tiempo pasó, y se volvió inoportuno hablar. Sólo había dos formas de salir de esa: separarse, o besarla.
Y no tan obviamente para él, eligió besarla.
Después del giro, las manos de él habían quedado en la cintura de ella, y las de ella al rededor del cuello de él, sin saberlo, habían quedado en una posición demasiado comprometedora. Alexander tomó la decisión antes de poder arrepentirse.
Lentamente se acercó a ella y cerró los ojos, Luisa lo imitó y quedaron a escason centímetros, sus narices tocándose, y sus labios a punto de rozarse. Con un suspiro, sus labios se tocaron en una suave y leve caricia, que sólo sirvió para dejar a ambos jóvenes con deseos de más. Sin pensarlo mucho esta vez, el tímido chico de las notas decidió ser él quien diera el paso, así que, sin más preámbulos, la besó cómo era debido. Casi cómo si los dos estuvieran programados de un mismo modo, sus corazones se saltaron un latido al mismo tiempo.
Dieciséis segundos duró el beso esta vez, era una avance ¿Verdad?
Alexander acurrucó su rostro cerca del oído de la chica y le susurró la pregunta que había estado comiéndose su cabeza desde el día en que se había enamorado de Luisa.
—¿Quisieras ser mi novia?— Luisa sonrió con los ojos aún cerrados y abrazó más a su chico de las notas.
—Desde hace mucho tiempo he estado esperando esa pregunta— Alexander sentía que su corazón iba a explotar, y no estaba en sus cabales como para notar lo que esa frase escondía.
—¿Y cual es tu respuesta?— y ahí, con el teatro y el arte de testigos, Luisa suspiró con un tono melifluo sus palabras:
—Mi respuesta es sí.
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Hey, pequeña artista
Short StoryLuisa pensaba que sería otro día normal en clase de arte, hasta que vio aquella nota pegada en su atril. ------- Si quieres leer una historia original, única y sin precedentes, sigue buscando. Esta historia es cliché, sí, pero no deja de ser mi joyi...