De mi gran búsqueda.

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Se me pidió escribir una verdad absoluta, y no la encontré...

Tras tanto rebuscar entre hojas crujientes de ancianos empastadas en cuero y papel, que llenaban de sabiduría y dudas mi cabeza, los dejé de lado y empecé a mirar el cielo...

En el cielo vi lo infinito y lo hermoso, la profundidad total, así como la divinidad y todo lo asqueroso que puede deducirse de ella...

Fue entonces que mire al sol, tanta luz... tanto brillo... Dios manifestado en un astro, pero no pude ignorar la realidad de que arde, condenado por su bendición y su belleza. ¡Arde en hierro y helio!

Fue entonces que me vi a orillas del gran azul, el poderoso mar, el musculoso Poseídon que tantas vidas ha tomado a gusto de valientes, cobardes y bravos guerreros. Y luego lo vi, lleno de bestias temibles, y con tal miedo me alejé de él...

La verdad absoluta no encontré jamás, en ningún lugar...

La verdad absoluta se volvió relativa, en un camino inefable que durante la eternidad perdura...

La verdad absoluta se volvió efímera, se volvió la última pregunta, y se volvió la única.

Sobre Las Respuestas AbsolutasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora