Tuve que entrar a la habitación, no quería verlo, pero ¿Cuál es mi alternativa?
¿Y si le escribo? ¿Y si le hablo? ¿Y si lo saludo? ¿Y si no me contesta? ¿Y si pasa de mí? ¿Y si me ignora? Mejor no.
No pude evitar verlo, esperando atraparlo viéndome. Nunca sucedió, claro.
Me ignoraba, y, querido lector, no tienes idea de cuánto deseé que me hablara, por lo menos para decirme que no me amaba o que era patética, pero quería escuchar su voz, quería verlo a los ojos, quería tenerlo cerca.
Pero, lo tengo que aceptar, eso no es digno. ¿Dónde quedó todo el orgullo y la dignidad que siempre modelé como si fuera un premio? Se fueron la primera vez que me alejó, y yo lo seguí. Pero ya no más. Todo esto es debido a que nunca me enamoré, o por lo menos no de un mujeriego hijo de puta con serios problemas de autoestima.
Cómo me gustaría poder decir que lo superé, y que será para siempre. Cómo me gusta poder haber dicho que lo olvidé tan rápido como me enamoré de él. Pero así no es la realidad.
Y lo tengo que aceptar. Él no se desvela por mí, esperando a que haya alguna señal de que yo esté viva, como yo lo hago con él. Él no se emociona si publico una foto mía en las redes sociales, no se emociona si me ve conectada, no se está 16 horas despierto pensando en mí, y 8 horas dormido soñando conmigo. Yo sí. Pero a él no le importa.
Mis amigas se han atrevido a aconsejarme: "Es que si no rompes el orgullo, él nunca va a venir a ti. Si te quiere, y mucho, pero no le dejes el trabajo sólo a él".
Y yo me he atrevido a responderles: "Es que si él no está aquí, es porque no quiere, porque yo le he pedido, he estado a su lado, más de lo que debería, lo amo tanto que duele, he hecho tantas cosas por él. He renunciado a tantas cosas... he luchado. Si en realidad fuera yo la mala, la que no lo ama, él tendría que luchar, ¿verdad? Pero no lo hace, porque no le importa".
Y ellas no se atreven a responderme. Saben que tengo razón. Todos lo saben.
El dolor que siento no me deja respirar, no me deja concentrarme. Tengo que hacer algo, o si no, me voy a autodestruir, lenta y dolorosamente.
Recuerdo nuestro primer beso. Él tenía novia, pero en ese momento yo no pensaba en nada más que no fuera él. Él estaba llorando, y yo lo estaba escuchando, lo consolaba, lo abracé, él temblaba, nos separamos, y nos vimos a los ojos, nos acercamos lentamente, y... ¡Bum! Nuestros labios se juntaron. Fue ahí cuando me di cuenta de que ya estaba completa y perdidamente enamorada de él.
Pero no vale la pena recordarlo ya. Son tan solo recuerdos, que se van a ir desvaneciendo, no sé cuándo, ni sé cómo, solo sé que se irán tarde o temprano.
Un par de horas después, pasó lo que tanto recé para que sucediera, me habló. Se acercó para torturarme, nada más para eso, pero se acercó al fin y al cabo.
"Hola" me dijo, con media sonrisa.
"Hola" le respondí con la mayor indiferencia que me fue posible
"¿Cómo estás?" me preguntó
<<Pues estoy bien, sin tener en cuenta que me rompiste el corazón, hijo de puta>> pensé, pero me retuve, y no lo dije.
"Bien" le respondí en cambio "¿Y tú? Me enteré de que ya tienes novia" dije, retándolo indirectamente a aceptar que me reemplazó, aunque no fuera cierto.
"Sí. Se llama Valeria" Respondió, muy cínicamente. Me dolió hasta el alma.
"Felicidades. Espero que duren mucho, y que la trates como se merece".
"Tenlo por seguro. A ella la voy a tener en un altar todo el tiempo"
<<Indirectas>> pensé. No pude evitar decirle:
"¿Por qué nunca regresaste conmigo?"
"Lamento eso" respondió "pero ya no te amaba... ya no te amo"
Y ese fue el fin definitivo.
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Crónicas de la Vida Real
Short StoryLo que a todos nos gustaría decir, o pensar, pero somos demasiado débiles. Expectativas Vs. Realidades de cualquier adversidad o circunstancia: Amor, desamor, muerte; como debería ser, y como es en realidad