-Nada en ésta vida es fácil, Rogers. -comentó el señor.
-Lo sé. -contesté.El misterioso señor, llamado Lender, y yo nos encontrábamos en un establecimiento de comida rápida.
-Rogers... -comenzó a decir.
-Tobias. -interrumpí. -Puede decirme Tobias.
-Toby. -contestó.
-Hace mucho que no me decían así. -confesé.
-Eso no fue hace mucho. -afirmó.
-¿De qué habla? -pregunté confundido.
-Ésta no es tu verdadera vida, y lo sabes.
-Sí, lo sé, pero me gusta más.Lender tomó un sorbo de el café que había pedido. Yo no pedí nada, no tenía ganas de nada realmente.
-La vida no es todo felicidad.
-Mi anterior vida era una mierda. -dije un poco tenso. -Mi anterior vida no tenía ni un poco de felicidad.
-¿Y ésta sí tiene?Su pregunta me confundió un poco, pero luego reaccioné.
-Sí. Sí es feliz.
-¿Y eso te gusta?
-Sí... -dije no muy convencido.
-No parece una respuesta convincente.
-Es que... es extraño no asesinar. Pero...
-Si tú no eres el asesino de ésta ciudad... ¿Quién lo es ahora?Su pregunta me puso a pensar.
-¿Masky? ¿Hoodie? -contesté.
Lender negó con la cabeza, con una sonrisa sarcástica en sus labios.
-No, Toby, ellos ya no existen.
-¿¡Qué!? -dije asombrado.
-Ellos también ahora son felices.
-No puede ser.
-Sí puede. Sí tú eres feliz ¿Por qué ellos no?Me desanimé por un momento.
-Ellos sí eran felices siendo asesinos. -dije. -Yo no.
Lender río ligeramente.
-¿Qué es tan gracioso? -dije enojado.
-¿Cómo puedes saber que eran felices?. Ningún asesino es feliz. Por eso son asesinos, porque son infelices.Lender era extraño y misterioso, su aspecto era diferente al de otros señores de su edad, parecía tener unos cuarenta años, podía sentirse en su presencia aires de sabiduría. Me recordaba a una persona que conocía...