¿El principio o el final?

One-shot

Oliver les dio la espalda mientras observaba cómo Starling City era consumida por las llamas y el miedo. Gente corriendo y gritando, huyendo de un peligro nunca antes visto, de unos hombres invencibles; coches volcados, edificios ardiendo... Puro caos. Impregnaba la cuidad como si se tratara de una burbuja invisible, como la cúpula de uno de los libros de Stephen King. Se calaba en los huesos, hacía perder la razón.

Y los inocentes que se habían visto envueltos en esa espiral de venganza solo podían pensar en una cosa: huir. Salir de allí. Ponerse a salvo.

Pero ellos no conocían el mal que se había instalado en la ciudad. No sabían a quién se enfrentaban, o mejor dicho, a qué.

Se dio cuenta de que Diggle estaba diciéndole algo a su espalda y volvió a la realidad, despejando su mente.

- ...Usaron todo el Mirakuru que les dimos así que no pueden hacer más.

- No podemos parar a los hombres de Slade sin la cura - contestó Oliver, expresando en voz alta lo que les corroía por dentro a todos los presentes. Se hizo un silencio en el que el joven no se atrevió a girarse y encarar a sus compañeros, y todavía con la vista perdida en la ciudad, en su ciudad, se vio forzado a admitir que aquello era el fin. No podían hacer nada más...

- Encontraremos otra manera - dijo finalmente Diggle.

- ¡No hay otra manera! - gritó Oliver, cansado, sintiendo que les había fallado. Estaba harto de todas las esperanzas que depositaban en él, en su juicio, en su capacidad para conseguir que, al final, pasara lo que pasara, el bien derrotara al mal. No podía hacer nada más, se le habían agotado los recursos, y ¿aquello de que siempre hay otra manera? No. Se había acabado su suerte. Era el fin. - Diggle - llamó con voz calmada, sin mirarle, dándole la espalda - La Fundición ha sido comprometida, necesitamos sacar a Roy de ahí.

El exmilitar asintió a pesar de que Oliver no podía verle. Se tragó las palabras y dejó que el silencio reinara en aquel pequeño espacio en la torre del reloj.

- Estoy en ello.

Salió de allí con rapidez, sin girarse a mirar a Felicity o al joven vestido de verde y con hombros hundidos. La rubia tragó saliva con dificultad, notando su cabeza palpitar y escocer por el golpe que se había dado en el accidente, pero lo peor era el fuerte nudo que se le había formado en la garganta y que la impedía respirar, apretándose más y más como si no tuviera límite, como un peso instalado en su pecho al que cada vez le añadían más kilos. Era difícil aceptar que toda esa lucha no había servido para nada, que solo había provocado muerte y destrucción. Slade estaría observando todo desde un lugar privilegiado, admirando lo que él consideraba su creación, pero que para el resto del mundo representaba un huracán sediento de sangre que no cesaría hasta que consiguiera lo que quería.

El picor de sus ojos se hizo insoportable y comenzó a llorar silenciosamente.

- No lo sabía, Felicity - dijo de repente Oliver con la voz rota, como si se estuviera disculpando por todo lo que estaba pasando.

La joven giró el rostro hacia un lateral para ocultar sus lágrimas, para que él no la viera en ese momento de debilidad, tenía que aparentar ser fuerte si no quería que Oliver se derrumbara. Apretó los labios y trató de reprimir los sollozos, provocando que salieran con más fuerza aún.

- Cinco años atrás yo era una persona totalmente diferente a como soy ahora - prosiguió él. No se miraban, aunque tampoco hacía falta. - No tenía idea alguna de que algo así pudiera pasar, de que fuera posible... No me lo podría haber imaginado.

Felicity se presionó la cabeza, tratando de calmar el dolor y el llanto, que solo lograba acentuar más lo primero. Notaba la sangre seca acumulada bajo su nariz, tirante, pero no se preocupó por limpiársela, ni siquiera se le pasó por la cabeza aquella posibilidad.