¡La mejor Navidad!

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Tokio-Japón.
23 de Diciembre.
19:00 hs.
Las hebras platinadas de aquel imponente empresario parecían danzar tras de si mientras este se paseaba a paso apresurado por las numerosos pasillos de la empresa. Todos sus empleados allí presentes lo observaban extrañados, pues era algo realmente inusual ver a aquel ser salir temprano del trabajo.
Era la cabeza de la industria, por lo cual se pasaba hasta altas horas de la noche en aquel lugar, incluso en ocasiones regresaba a su hogar con la salida del alba.
Se detuvo una vez atravesó la puerta de cristal y soltó un sonoro suspiro mientras sus extrañas orbes doradas miraban el caer de los pequeños copos de nieve.
Dio una última aspirada al cigarro que sostenía en su mano y lo dejo caer, hundiéndose en la nieve. Paso sobre el cuándo inicio su andar hacia el estacionamiento.
Se subió a su Buick Lacrosse negro como la mismísima noche y acelero levemente hasta las transitadas calles de la ciudad.
Se paso una mano por las sienes.
Desde que adopto a aquella niña todos los 23 de Diciembre acababa apresurado su trabajo para poder darle algo de felicidad y dedicarle un poco de su tiempo.
Aun recordaba como comenzó todo...

Flash Back.

—¡Señor Sesshomaru! ¡Señor Sesshomaru!—La pequeña niña corría hacia el con un brillo de ilusión en su orbes chocolate. El poderoso Lord, seguía impasible mientras alzaba una ceja interrogante—¡La señorita Kagome me hablo de algo maravilloso! ¡Se llama Navidad!
Sus ojitos brillaron aun mas, enterneciendo al Lord.
—¡Niña insolente! ¡Deja de molestar al amo con tus tonterías!
—¡No son tonterías señor Jaken! ¡La Navidad es algo hermoso!—Aclaro riendo y comenzando a dar vueltas en círculos.

Fin del Flash Back.
Esa fue la primera vez y desde aquel entonces la magia se presento ante la pequeña, quien no solo recibía obsequios de aquel viejo barrigón, si no también, de su amo.
Sonrió con nostalgia.
Había pasado siglos desde aquello.
Jamás creyó volverla a ver, ya había perdido la esperanza y se había mentalizado en la idea de morir solo.
Era un ser prácticamente inmortal, por lo que se encontraba realmente aburrido con su vida ''Humana''
Sonrió levemente mientras se detenía en un semáforo en rojo y cerraba sus ojos cediendo ante las suaves caricias que el viento proporcionaba en su rostro.
Verde.
Su auto arranco de nueva cuenta para pasear elegante por las calles nevadas y estacionarse frente a una de las más grandes y costosas jugueterías.
Ella devolvió la felicidad que creyó perdida hace tiempo, merecía algo a cambio.
Se bajo de su automóvil lo rodeo avanzando elegante y coloco el seguro para luego guardas las llaves en su abrigo.
Abrió la puerta y el suave y melodioso tintineo de la pequeña campana se esparció por todo el lugar.
Un que anciano regordete se encontraba detrás del gran mostrador dándole la espalda a la puerta se volteo sonriente.
—Buenas noches...—Su voz era ronca y agradable.
Al pobre viejo pareció casi darle un infarto al ver frente a el al gran empresario Sesshomaru no Taisho.
—¿S-Señor Taisho?
El nombrado alzo la mirada mientras intentaba retirarse los guantes y asintió levemente con la cabeza en forma de saludo.
—¡P-Permítame!—El anciano llego a tropezones al lado del apuesto empresario y comenzó a retirarle su abrigo para luego sacudir la nieve de este y colgarlo cuidadosamente en el perchero que estaba a su lado.
—No era necesario...—Hablo con voz profunda al ver que el anciano tomaba sus guantes y los colocaba al lado de su abrigo.
—No sea modesto, señor —Sonrió.
Sesshomaru retiro de su ropaje un pequeño reloj de cadena.
19:30 hs.
Se había demorado más de la cuenta gracias al tráfico.
—Disculpe, usted debe de estar por cerrar.
—¡No es problema! ¡Todos merecen una Feliz Navidad!—Ensancho su sonrisa— Dígame, ¿Qué buscaba?
El empresario desvió la mirada.
—...Juguetes... Para una niña de ocho...
El anciano abrió sus ojos sorprendido y luego sonrió cálidamente.
''El Gran Sesshomaru Taisho'', el misterioso empresario del cual nadie sabía, el cual nunca se vía transitar por las calles, se hallaba en una juguetería en busca de obsequios de Navidad para una pequeña niña.
—¡Claro! ¡Venga, mire!
El anciano le enseño toda la juguetería con gran emoción, al derecho y al revés, le mostro cada uno de los juguetes y cada muñeco de felpa.
Al finalizar estaba algo aturdido, por lo que el viejo le ayudo a la hora de elegir. Se decidió por uno caballo de madera, unas cuantas muñecas, varios muñecos de felpa, un pequeño caballete con varias pinturas y varios libros de cuentos.
Tomo su abrigo y se coloco sus guantes antes de tomar aquella montaña de paquetes y caminar haciendo uso de gran equilibrio hasta su automóvil.
Largo un bufido a la vez que afinaba sus ojos con enfado.
—¿Podría...?—Hablo al anciano—...En mi bolsillo izquierdo se encuentran las llaves.
El anciano entendí al instante y apresurado se acerco a el. Tomo con cuidado las llaves de aquel costoso automóvil y presiono el botón. Se escucho un ''¡Click!'' y un ''¡Crash!'' que dio a entender que el seguro y la alarma habían sido desactivados.
El empresario finalizo los pasos que lo separaban de su vehículo.
—¡Permítame que...!
—Descuide — Interrumpió al anciano mientras equilibraba todos los regalos en una sola mano, paro poder abrir el baúl con la que estaba libre y dejar caer los paquetes dentro. Coloco los muñecos de felpa en el asiento trasero.
—Tenga...— Le entrego las llaves.
—...Gracias...
Observo al anciano unos segundos y sonrió sarcástico.
—Siempre tan servicial...
El anciano le dedico una mirada burlona mientras lo veía entrar en su vehículo e iniciar el recorrido a casa.
—Así que me descubriste, Taisho. Han pasado, años...Siglos...—Rio fuerte y roncamente mientras se adentraba de nueva cuenta en su tienda—Bueno, ¡A meter todo en la bolsa!
Y comenzó a meter juguete tras juguete en una bolsa de un color esmeralda brillante que parecía no tener fin.

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