2. François.

17 2 0
                                    

Tuvo otra noche de duro trabajo. Desde la cagada de la última vez, el comisario De-La-Croix le había asignado el turno nocturno, el más peligroso por ser el momento preferido de los delincuentes para salir a "trabajar".

El distrito 18 era muy conocido por los amantes de la noche y el desenfreno, de los que gustan del sexo de alquiler y de los turistas, ya que allí se encuentra el famoso Moulin Rouge y, a no mucha distancia, Montmartre, con el Sagrado Corazón presidiéndolo, donde se puede ver desde un punto privilegiado por su altura una pequeña parte de la gran ciudad que es París. Era en este distrito en que François llevaba a cabo la misión de velar por la seguridad de los ciudadanos y evitar los delitos en uno de los lugares con más hurtos, tráfico de drogas y altercados de todo París.

Al salir los rayos del Sol podía volver a casa a comer algo y dormir hasta la tarde, pero hoy no iba ser así, el comisario le había pedido que a medio día pasase por Pigalle para interrogar a algunas de las prostitutas que estuviesen haciendo la calle para hallar información sobre el caso de las cuatro mujeres, que ejercían el oficio, asesinadas en las últimas seis noches. Por el miedo que las mujeres habían cogido tras los asesinatos de sus compañeras, por la noche no se veía en la zona a ninguna trabajadora del sexo, pero por el día aún quedaba alguna con el valor de salir a ganar unos cuantos euros.

El comisario le había advertido que debía ir vestido de civil y hacerse pasar por un cliente más, al estar prohibida la prostitución en todo el territorio francés, si se enteraban de que era policía ninguna hablaría con él y todas negarían dedicarse a su oficio, por lo que tras cambiar su uniforme por ropa de calle condujo su coche desde comisaría hasta el hueco que encontró, milagrosamente en esa zona, a poca distancia del Metro de Porte de Clichy. Tras haber aparcado se arrepintió inmediatamente, nunca había contratado los servicios de una prostituta y no sabía bien cómo actuar, pero se dijo que sería mejor acercarse a ellas montado en su coche. Volvío a arrancar y recorrió el Boulevard de Clichy a baja velocidad para ir observando los porches de los locales de ocio adulto que abrían 24 horas buscando en ellos a alguna mujer de vestimenta provocativa.

Había bastantes grupos de turistas, pero no vio a ningún potencial objetivo de interrogatorio. Alcanzó la plaza de Pigalle y avanzó por el Boulevard Rochechouart, donde observó algunas caras conocidas de jóvenes camellos árabes a los que ya había detenido en ocasiones anteriores, pero esta vez no tenía ningún interés en ellos. Y de repente lo vio, al ser de rasgos más perfectos que jamás se hubiese cruzado; un ángel rubio directamente enviado del cielo para aparecer delante de sus ojos.

Sin apartar la mirada de aquella chica, fue reduciendo la velocidad del vehículo hasta detenerse frente a ella a una veintena de metros, hizo sonar el claxon y esperó a que ella se aproximase al coche. Cuanto más de cerca iba observándola, más se le aceleraba el corazón, no por sus obscenos gestos al bajarse el escote hasta descubrir sus senos casi por completo, sino por algo que había visto más allá, algo que no sabía que hacía mucho tiempo nadie observaba en ella: aquel brillo de inocencia en el fondo de sus ojos que debería haberse extinguido muchos años atras en su situación.

François supo en ese momento que sería capaz de dar su vida por aquella mujer, pero también que debía guardar su compostura. Tenía trabajo que hacer y no podía permitirse dejarse llevar por ningún tipo de sentimiento hacia posibles implicados o testigos de un caso.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 13, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Comisario De-La-CroixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora