Capítulo IV: No soy el enemigo

113 8 0
                                    

Bajé las escaleras y me reuní con los seis hermanos Sakamaki en el vestíbulo. Estaban todos desperdigados por la amplia estancia y se habían puesto muy cómodos para esperarme. En este mes que les hice la función de madre, me había ganado a pulso un espacio, que me respetaran y que no se pasaran de la raya en mis normas. Ahora, todos estaban muy bien educados gracias a mi cabezonería, paciencia y persistencia. Por ello, las cosas comenzaron a ir bien y nos comenzamos a entender y llevar bien. Este fue el inicio de la formación de la familia. Un inicio que quizá acabara muriendo ahora. Pero no le puedo hacer nada. Son mis amigos y aquí acaban mis mentiras. 

-Kana, pedirme que quitase mi música merece como pago que me cantes tu soprano hasta que termine harto de tu voz. - Dijo Shu. 

-Por supuesto, no me molesta cantarte cosas, Shu. - Respondí. 

-¿A qué viene esta reunión familiar, Kana? - Preguntó Raito. 

-Quería... contaros unas cosas. Sois libres de odiarnos a Fenrir y a mí tras oírlo todo... Vamos a empezar. Fenrir, por favor. - Dije. 

-¿Odiarte...? ¿Por qué íbamos a...? - Habló Ayato. Ante la atónita mirada de todos menos él, Fenrir adoptó su forma humana.

-Un licántropo... Y yo que creía que estaban extintos... - Murmuró Reiji. 

-Más o menos... - Le respondió Fenrir. - Soy de los pocos que quedan. Conocí a Kana cuando un cazador me confundió con un simple lobo más y fue ella quien me curó de mis heridas. 

-Así es. Fenrir se formó tras eso conmigo en el Vaticano. - Dije. Después, conté mis orígenes y lo sucedido en la mansión de mi padre biológico. Por último, posé el papel de la misión de cazarlos encima de la mesita. - Pero nos formamos en el gremio de Cazavampiros. Hace un mes, acepté la misión de daros caza... Supongo que ahora entenderéis mi comportamiento de cuando llegué aquí. - Informé. Noticia bomba y media. Inmediatamente, el ambiente se puso muy hostil. 

-Entonces... Ése día en el hipermercado... - Dijo Raito. 

-Sí, Raito. Pretendía cazarte... Pero no pude porque ése día me sentía confusa. Más tarde, las cosas comenzaron a funcionar aquí y dejé de sentir emociones negativas respecto a vosotros. Me sentí aceptada al fin y creí que era una más de la familia... Os he aceptado como mis amigos, y por eso se acabaron las mentiras. No me siento a gusto mintiéndoos... Decías que íbais a cuidarme bien y que no necesitaba el móvil, ¿verdad, Raito? Pues tenías razón; no lo necesito. - Dije, rompiendo el móvil ante los ojos de todos. - No voy a cumplir esa misión. No voy a enviar más informes al Vaticano. Y no voy a mentiros más. Si me rechazáis u odiáis ahora, es cosa vuestra. Pero odiadme a mí, Fenrir no tiene nada que ver con mis asuntos. Él solo es mi guardaespaldas. Siento mucho habéroslo ocultado todo hasta ahora, chicos... - Dije, muy afectada y profundamente apenada. Sólo quería sincerarme con ellos. ¿Les llegarían mis sentimientos? Noté húmedos los ojos y por primera vez en mi vida lloré en público. Eso era algo inédito. A los hermanos Sakamaki no pareció gustarles verme así. Fenrir me insufló ánimos dándome la mano y apretándola fuerte. Luego aflojó pero mantuvo el contacto. Curiosamente, todos miraron a Shu, el mayor, como buscando que la última palabra la tuviera él ésta vez. El mayor suspiró y me miró, con esos bonitos ojos azules que parecían dos zafiros. 

-Antes dijiste que ibas a vivir como vampiresa de ahora en adelante, ¿no? 

-Sí. A fin de cuentas, soy un híbrido. Debo vivir como tal... Y volver a aprender a aceptarme como soy. 

-Una respuesta muy madura, sí señor. Por eso siempre me has caído bien... Pero, ¿qué pasará luego? Si se enteran de tu traición... ¿No vendrán aquí a ver qué pasa? - Preguntó Shu. 

Diabolic Lovers FanFic: La segunda concubinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora