Capítulo II: Intento de caza fallido

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Cuando quedó satisfecho, Subaru se separó de mí.

-Lo siento, estaba realmente hambriento. - Dijo. - Soy un monstruo... Mejor me voy. - Añadió. No dejé que se fuera.

-Espera... - Pedí, agarrándole de la manga de la chaqueta.

-¿Qué quieres?

-No tienes por qué irte. Yo no pienso que seas un monstruo... Desprendes un aura de bondad, Subaru.

-No es verdad... No puedes estar hablando en serio.

-Te lo estoy diciendo de verdad. No eres un monstruo.

-Sí lo soy... No puedo proteger a nadie.

-¿Por eso piensas que eres un monstruo?

-Sí. - Dijo, seco. Le solté.

-Y dado que crees que eres incapaz de proteger a nadie, no permites que nadie se acerque a tí... - Dije. Subaru me dirigió una mirada de sorpresa. Luego, su expresión cambió, triste. Le miré y él desvió la mirada. - Subaru, eso es muy triste. Si sigues pensando así estarás solo el resto de tu vida. Todos necesitamos a alguien a quien contarle nuestros problemas y nuestras alegrías...

-¿Y me estás diciendo con eso que ésa serás tú?

-Solo si tú quieres, Subaru. Yo no puedo obligarte a nada. - Dije. Él guardó silencio y decidió irse. Me quedé pensativa, con la mano en la mordedura. Aún notaba el suave contacto de sus labios en mi cuello. Salí de la cocina. - ¡Reiji! - Llamé al de gafas. Reiji me oyó y salió de una habitación, la misma estancia por la que salió para recibirme cuando llegué aquí.

-¿Qué quieres? - Dijo Reiji desde el umbral. Caminé hacia él.

-Quiero tratar ciertos temas contigo. - Le dije.

-Habla.

-En privado, a ser posible. - Recalqué. Reiji resopló y me permitió entrar. La habitación era una mezcla de laboratorio y biblioteca. Me encantó, pero no hice ningún comentario ni cambié la inexpresividad de mi rostro. - ¿Sois vosotros los que cocináis?

-No. Pedimos por teléfono que alguien nos haga la compra. Todo es congelado, pero lo descongelamos en el microondas y lo comemos.

-Eso no es sano. Dame libertad y yo misma haré la compra, cocinaré para todos y demás.

-Si permito eso, alguien deberá acompañarte siempre para vigilarte y que no te escapes.

-¿Escaparme? Nunca lo haría, yo quiero estar con vosotros.

-Hablas como si no nos temieras...

-Es que no os temo. - Respondí, para su sorpresa. - Segunda cosa: la mansión está muy sucia. Tiene cinco centímetros de polvo acumulado, excepto este cuarto... Veo que tú sí limpias al menos algo, pero, ¿qué hay del resto de la casa? Si no vas a hacer nada al respecto, déjame que limpie yo.

-¿Comprarás escobas y demás? Si sales de esta casa...

-Iré con alguno de tus hermanos, sí... - Le corté de hablar. Ya me sabía la teoría.

-Curiosamente, Subaru me pidió la escoba antes... ¿Tuviste algo que ver?

-¿Subaru? - Recapacité, uniendo piezas. No sabía que alguien de aquí siguiera mis órdenes o peticiones. Noté un fuerte latido y calor en la cara. - Puede que sí, pero yo no tenía ni idea de ello... Lo cierto es que Subaru vino a la cocina con una escoba y me estuvo ayudando a limpiar por ahí.

Diabolic Lovers FanFic: La segunda concubinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora