El helado era majestuoso, su cremosidad te llenaba el paladar de una sustancia blanquecina que se deslizaba entre tus dientes. Sus deliciosos condimentos de chocolate añadían a la mezcla una textura mucho más crujiente. El gofre, por otro lado, daba el contraste perfecto, un calor que derretía a su acompañante.
O eso me contaban ellas, yo no me pedí nada.
Por cierto, era un helado y un gofre de esos del Burguer King.
También tenía la coña de hablar con acento vasco, lo cual ponía de los nervios a MD y había mucha gracia a, la asturiana, Aitana senpai.
Un poco más tarde una señora que vendía collares mexicanos nos confundió a MD y a mi como hermanos, fue muy gracioso.