Capítulo 13

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Estas semanas han sido repugnantes.

Desde el día en que recordé he echo lo posible por no hablar, no tengo nada contra Daniel solo es que se hace muy difícil superar este nuevo cambio. Antes no sabia absolutamente nada y era feliz (por asi decirlo) pero ahora cuando tengo una mínima idea de lo que esta pasando es doloroso.

Por eso hay personas que simplemente deciden no investigar nada y seguir viviendo en su mentira FELICES.

Nunca se ve a un científico o un astrónomo feliz en cambio, una persona que ha pasado toda su vida  o un niño si están felices. Eso se basa en que las verdades duelen, duelen porque es tan duro el golpe que nos damos con la realidad que no hay momentos para sonreír.

Ahora, desde que amanece hasta el atardecer me la paso en la playa. Sin decir nada, sin pensar tanto.

Solo observo, observo a los turistas, a los extranjeros y a los que vienen de la capital. Los niños que nunca han visto la playa corren despavoridos hacia ella, mientras sus padres esperan cansados en la orilla.

La humanidad estaría bien si se fijaran por un segundo en la belleza del todo. Pero como leí en un libro... "La gente se aconstumbra a la belleza". Lástima que los turistas se acostumbren tan pronto a la belleza, afortunadamente yo todavía no me acostumbró y es porque cada día es diferente al anterior y hay mas belleza por ver simplemente no puedo convertirme en una persona que se olvida de lo que realmente importa, de la razón por la que estamos aquí y, según mis pensamientos las razón es que estamos aquí para adorar todas las cosas que la ciencia o Dios omnipresente hayan puesto en este mundo sobretodo en Colombia.

- Maria, creo que es hora de volver a casa. - dice Daniel.

Tiene razón ya anocheció y pronto vendrán universitarios a hacer sus fogatas y no quiero verlos.

- Si, creo que ya... Es hora.

- Me alegra porque tengo algo que contarte y muchas cosas por hacer. - dice el estirando su mano para ayudarme a levantar.

No respondo. Quiero que sea lo que vaya a hacer o me vaya a contar se convierta en una sorpresa.

Llegamos a su casa, es realmente hermosa Daniel puede ser el hombre mas hogareño que pueda conocer. Su casa siempre esta limpia, huele bien y todo esta en su lugar.

Puede que la naturaleza de los hombres sea ser asquerosos y desordenar todo a su alrededor pero él es diferente y eso me gusta.

Voy a mi habitación y me cambio de ropa porque Daniel me dijo que hay que salir o algo asi. Cuando salgo lo veo en traje de paño.

- ¿Se puede saber... Querida Maria Fernanda? ¿ Por que razón estas con una tediosa sudadera y un cabello (perdón por la expresión) totalmente horrible? - dice como si fuera algo del otro mundo.

- Ouch eso dolió, y me dijiste que me cambiara de ropa o algo... - dejo la frase por la mitad porque no quiero que se de cuenta que lo he estado ignorando todo este tiempo.

- pues bien, tu te lo buscaste. - dice al tiempo que coge su celular y las llaves de la casa - Vámonos, salgamos de aquí vamos a el Súper Sofisticado Restaurante de Barranquilla y tu en sudadera.

¡CLARO! se me había olvidado que el tiene una manía por exagerar y además lleva días recordándome que teníamos que ir a encontrarnos con alguien.

- NO, ya subo y me cambio. No me demoró lo juró. - digo subiendo las escaleras.

Al cabo de un rato bajo a la cocina y veo a Daniel algo preocupado.

-¿Pasa algo? - no responde, solo se limita a mirarme.

- oye no me demore tanto, perdón. - digo y me sonríe.

AMNESIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora