Eran las once de la mañana y yo jugaba con un lápiz golpeándolo contra mi escritorio, no podía concentrarme en el trabajo, había sido una espectacular noche que terminó con una frase que me llevó a pensar algo que para nada me agradó, "no estaré disponible hasta el lunes por la noche", recordé que me dijo antes de salir por la puerta de la habitación, así que, uniendo eso a lo de que no lo hacía por dinero, llegué a la conclusión de que era casado, ¿qué otra razón habría para que no pudiéramos vernos en fin de semana?, no sabría si podía soportarlo, apenas era viernes y faltaban muchas horas para las ocho de la noche del lunes y eso si me respondía el celular, "claro que siempre hay otras opciones... puedes acariciarte pensando en mí", había agregado mientras abría la puerta.
– ¿Estás bien? – preguntó Evan entrando a mi oficina.
– Sí, ¿por qué?
– Llevas como media hora haciendo lo mismo, vas a terminar por aboyar el escritorio.
– No seas exagerada – exclamé con una sonrisa.
– Te noto... algo ansiosa, no sueles jugar con los lápices muy a menudo y menos por tanto tiempo, ¿problemas con Juanpa?
– No, con él todo bien, estoy un poco bloqueada con el slogan de esta campaña.
– Será que la señora inspiración anda de vacaciones – le sonreí mirando hacia arriba – por cierto, hoy no podré ir a almorzar contigo, iré con Nick.
– ¿El contador? – dije sorprendida, habían tenido un par de altercados poco agradables.
– Sí, pero no es lo que tú piensas, su hermano administra un salón de fiestas infantiles y quizá me consiga un descuento para la fiesta de cumpleaños de Lauren.
– Sí, claro, por supuesto, algo parecido me dijiste de, ¿cómo es que se llamaba?, ah sí Tom, y si terminaron en su oficina pero no precisamente haciendo negocios.
– Bueno, tú porque tienes un novio maravilloso y no sabes lo que es querer sentirse mujer en toda la extensión de la palabra, sentirse deseada.
– No, no lo sé puesto que todos los días duermo con mi novio – dije irónica.
– Al menos tienes un novio – dijo saliendo de la oficina.
Sí, lo tenía, pero no me hacía sentir deseada, al menos, no como el extraño que anoche me había mirado de una forma que me hizo temblar, que me hizo sentir deseada como nunca antes, con un fuego incesante en sus ojos. Tenía que hablar de esto con alguien, no podía seguir manteniéndolo en secreto, me estaba carcomiendo por dentro y necesitaba que alguien me escuchara, pero Evan no era opción, seguramente me regañaría por engañar al perfecto novio que al menos yo sí tengo, entonces pensé en Paola y recordé que me había platicado del pequeño desliz que había tenido en aquella reunión de ex compañeros de la preparatoria, sí, ella era la ideal para escucharme y quizá hasta aconsejarme. Entonces tomé el teléfono y le marqué, afortunadamente su oficina estaba a tres cuadras de la mía y la invité a almorzar, de inmediato notó mi tono de angustia en la voz y me dijo que nos veíamos a la una en punto en un restaurante que estaba en contra esquina de mi oficina.
Cuando llegué, ella ya estaba ahí, se levantó, nos saludamos de beso en la mejilla y después ella me dio un abrazo de consuelo.
– A ver _____, ¿qué es lo que te sucede?
– No sé por dónde empezar, es complicado.
– De eso me puedo dar cuenta en seguida, traes una cara como si hubieras cometido un delito – dijo colocando su mano en mi mentón y me movió la cabeza.
– ¿Le ofrezco algo de tomar? – interrumpió el mesero.
– Sí, un agua mineral y una ensalada de atún, pero por favor ponga el atún a un lado, no encima de la lechuga.
– Enseguida, con permiso.
– A ver ahora sí, cuéntame.
– Engañé a Juanpa – solté sin siquiera prepararla para la noticia.
– ¿Qué hiciste qué? – exclamó abriendo los ojos como platos.
– Lo que oíste, me acosté con otro hombre – acepté avergonzada.
– Pero, ¿cuándo?, ¿quién es?, ¿dónde lo conociste?
– El día de mi cumpleaños... y ayer – dije jugando con el tenedor para evitar mirarla.
– ¡_____!, te desconozco, no te estoy criticando, soy la menos indicada para eso, simplemente no doy crédito, tú siempre has sido tan... correcta.
– Lo sé, lo sé, yo tampoco doy crédito, pero – suspiré sin poder evitarlo – Paola, no tienes idea de las miles de sensaciones que me hace sentir, ha descubierto partes tan sensibles en mi cuerpo que yo ni siquiera sabía que tenía.
– Wow, amiga, pocos hombres tienen ese don, pero aún no me has respondido quién es ni de dónde lo conoces.
Pasé saliva, una cosa era contarle el desliz y otra muy diferente decirle que no tenía ni la más remota idea de quién era en realidad el implicado, además supuse que no debería propagar eso de las reglas. Afortunadamente, en ese momento llegó el mesero y colocó el plato frente a mí, lo cual me permitió pensar por unos segundos e inventar una historia, sólo esperaba sonar convincente.
– Es un cliente de la agencia, bueno, no él, su asistente, un día platicamos y me dio su tarjeta, la encontré el día de mi cumpleaños y como estaba sola, lo llamé y terminamos en un hotel y me lo hizo de una forma que... que ayer me orilló a volver a verlo.
– ¿Tan bien estuvo?
– Bien es poco para describirlo, magnífico, Paola, me hizo gritar, me hizo ver lucecitas, lo juro, sabía exactamente que partes de mi cuerpo tocar y cómo hacerlo.
– Felicidades amiga, pocas mujeres llegan a conocer y disfrutar del buen sexo.
– Sí, pero, me asusta.
– ¿Por qué?
– Porque me está creando una especie de necesidad que no es adecuada, entró muy fácil a mi vida y con esa facilidad puede salir de ella, y, ¿qué haré después?
– ______, si vas a seguir con esto, te debe quedar muy claro algo, disfruta del momento sin pensar en el después, no te enganches, entiendo cómo te sientes después de experimentar lo que viviste y sientas esas ansias, a mí me pasó con Steve y fue lo que me orilló a casarme con él, pero, a veces me pregunto si eso es suficiente, si es lo único que tenemos en común, la verdad hablamos poco, así que mentalízate que es sexo y nada más, que durará lo que tenga que durar y que después podrás seguir con tu vida.
– Tienes razón, además, creo que es casado, me dijo que no podíamos vernos el fin de semana.
– Seguramente, te repito, disfruta los momentos con él y ya.
– Pero, me siento mal por Juanpa, él no se merece algo así.
– No es cuestión de merecer o no, reconozcamos que él tiene descuidada su relación, no es por intrigar, sabes que no me gusta pero, ¿no tendrá él a alguien más, también?, eso de trabajar casi 24 por 7 está medio raro.
– No lo sé, no lo creo, él no es así... si Evan te escuchara ya se hubiera infartado.
– Pero yo no lo tengo en un pedestal como ella y, a todo esto, ¿cómo se llama el susodicho con el que te estás viendo?
– Brandon – dije al leer ese nombre en la solapa de uno de los meseros que pasó.
Y entonces pensé que era una mejor forma de llamarlo en lugar de haber guardado su número con las letras CD, siglas de completo desconocido. Paola me sonrió sincera, mientras movía la cabeza y los ojos, había sido una buena idea confiar en ella, me ayudó a liberarme de la carga que traía sobre mis hombros y creo que hasta mis ansias de estar con él disminuyeron un poco.
– Un consejo, metete a un gimnasio, te ayudara a liberar energía.
– No te burles.
– No es burla, es en serio, podrás mitigar las ganas cuando no puedas verlo.
Me quedé más tiempo de lo necesario en mi oficina, ya que Juanpa había ido a Chicago a cerrar un negocio y regresaría hasta el domingo, entonces recordé las palabras de Paola, ¿cabría la posibilidad de que él tuviera una amante?, ¿acaso por eso no quería tener relaciones conmigo?, ¿qué estaba pasando con nuestra relación?, ¿debía dejarlo?, no, yo conocía a Juanpa mejor que eso y sabía que no sería capaz, claro que yo tampoco era capaz de enredarme con otro y justo era lo que estaba haciendo.
Llegué a mi departamento como a las nueve, me puse la pijama y me senté a ver televisión mientras me comía un plato de cereal. Estaba cambiando de canal en canal y en uno había una escena erótica, parecía que todo estaba confabulando en mi contra o quizá sería que ahora prestaba más atención a esas cosas por lo alteradas que traía las hormonas. Me quedé viendo la escena hasta que terminó, en condiciones normales le hubiera cambiado pero ahora me dio morbo, sacudí la cabeza y decidí darme un baño.
Estaba parada debajo de la regadera y terminé de lavarme el cabello, pasé mi mano por mi cuello y no pude evitar pensar en él, "puedes acariciarte pensando en mí", sólo con recordar su aterciopelada voz mi cuerpo se excitaba, así que me dejé llevar. Bajé mi mano hasta mis senos y los acaricié pensando que era su mano, viendo su rostro en mi mente, reviviendo sus jadeos en mi oreja. Dejé que mi mano viajara más abajo, acaricié mi abdomen de la forma en que él lo hacía y noté que estaba funcionando, estaba ya jadeando mientras sentía que el agua tibia acariciaba mi espalda. Me recargué en la pared y lo frío del azulejo hizo que arqueara un poco mi cuerpo y entonces comencé a acariciar mi parte más intima mientras me concentraba en él, en sus facciones retorcidas, en sus labios besando los míos, en su tibio cuerpo moviéndose dentro del mío, era increíble la forma en que podía recordar todo y más increíble aún que mi cuerpo respondiera a esos recuerdos, abrí los labios y emití un gemido cuando sentí que terminaba, no había sido tan intenso como si hubiera estado con él, pero lo había disfrutado muchísimo más que en otras ocasiones.
El sábado me levante a las nueve, después de desayunar, eché la ropa a la lavadora e hice todo el aseo del departamento a demasiada conciencia, a decir verdad, necesitaba estar lo más ocupada que se pudiera. Seguí el consejo de Paola e hice un poco de ejercicio, por la noche vi una película cursi para evitarme malos pensamientos.
El domingo fui a casa de Evan y estuve jugando un rato con Lauren. Por la tarde me llamó Juanpa y fuimos al cine. Vimos una película de acción, se me ocurrieron un par de cosas poco decentes mientras estaba en la sala abrazada a él, pero lo vi tan concentrado en la pantalla que preferí no intentar nada, se estaba divirtiendo y con eso me conformaba, al menos, no estaba pensando en sus negocios en ese momento. Cenamos hamburguesas y después me llevó a mi casa, me despedí en el auto sin invitarlo a subir al departamento, estaba muy cansada y él tampoco se veía muy interesando en acompañarme, quizá Paola tenía razón en eso de la amante y extrañamente deseé que fuera verdad, eso disminuiría un poco mi culpa.
Al fin era lunes y el día se me estaba haciendo eterno, cada media hora estaba tentada a marcarle a "Brandon", pero él había sido muy específico en el horario, así que esperé hasta que fueran las 7:15 de la tarde. Dudé un momento con el celular en la mano, pero, qué más daba lo que pensara de mí, no sabía quién era yo en realidad, creo que con él me transformaba en otra persona, así que con el corazón latiendo a toda prisa y con las manos temblorosas le marqué.
– Hola – respondió con esa voz que me encantaba.
– ¿Estás libre esta noche? – dije otra vez con tono sensual.
– Sí, misma hora, mismo lugar.
– Ok, ahí te veo.
Y ahora fui yo la primera en colgar. Tomé mi bolso y mi saco del respaldo del asiento, entonces reparé en que hubiera ido a cambiarme de ropa, traía un traje sastre que no lucía muy seductor que digamos, suspiré y me puse en marcha al conocido hotel.
Eran las 8:25 y no había señas de él, resoplé y me dirigí a la salida, iba a mitad del lobby cuando lo vi entrar y mi corazón se aceleró de inmediato, jamás me imaginé que una persona pudiera alterarme de tal manera. Me sonrió seductoramente y en cuanto estuvo a mi lado me ofreció su brazo.
– Disculpa la tardanza, tuve un contratiempo.
– Entiendo – estaba aprendiendo a hablar poco con él.
Llegamos a la reconocida habitación, dejé mi bolso sobre la mesa y sentí como me abrazaba por atrás y pegaba su cuerpo al mío. Me besó el cuello mientras sus manos acariciaban mis senos por encima de la blusa. Me quitó el saco y me volteó, me miró con fuego en los ojos, en ellos había el mismo deseo que en los míos, me besó apasionadamente en tanto acariciaba mis nalgas y me pegaba a su cuerpo que ya estaba respondiendo a la pasión que nos consumía, yo lo sujetaba fuertemente por la espalda, para evitar que se me escapara, subió besando mi cuello, succionó el lóbulo de mi oreja y lo mordisqueó un poco, exhalando su tibio aliento.
– ¿Hiciste lo que te sugerí? – preguntó bajando su dedo por mi columna vertebral.
– Sí – exclamé con un hilo de voz.
– Demuéstrame como lo hiciste – susurró después de lamer mi oreja.
– ¿Qué? – pregunté contrariada separándome un poco de él para mirarlo.
– Quiero que te acaricies para mí – solicitó con una seductora mirada.
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¿Estás libre esta noche? (Harold Azuara) (Terminada)
Fanfictionwww.lunanuevameyer.com Tres simples reglas a seguir: No.1 No nombres. No.2 No preguntas personales No. 3 No lazos afectivos. Son las indicaciones que le da el desconocido a _____ en su primer encuentro, pero, ¿para ambos será igual de simple se...