Capítulo 17

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– No me mires de esa manera Juanpa, no es momento de ponerse como el hombre mal herido – desvió su mirada y la dirigió al suelo desconcertado – así es, la correcta _____ se acostó con otro hombre que no eras tú y varias veces, y así como te lo confieso, también te digo que sentí remordimientos, pensaba que no te merecías algo así, jamás reflexioné que lo nuestro ya se había acabado mucho antes de que él apareciera, que nuestro amor se había esfumado sin darnos cuenta.
– ¿Quién es él?, ¿lo conozco? – preguntó serio mirándome de nuevo.
– Eso no te lo voy a decir, sólo te aclararé que no es uno de tus mejores amigos.
– Sé que fue un gran error de mi parte involucrarme precisamente con ella, pero te juro que no lo planeé.
– No creo que alguien planeé engañar a su pareja, eso sí sería demasiado ruin, yo tampoco lo tenía planeado, simplemente se dio.
– Tan siquiera dime que lo amas, no soportaría que lo hayas hecho sólo por despecho a causa de mi distanciamiento.
– ¿Tú la amas a ella?
– No sé, sí sentía algo, la verdad, no sólo estaba con ella por el sexo, pero después de la faceta que hoy descubrí, no puedo querer a alguien así, alguien que fue capaz de mentir mil veces sólo por salirse con la suya, que ni siquiera le preocupa decir todas esas barbaridades enfrente de su hija.
– Yo sí lo hice al principio por soledad, pero ahora... creo que sí lo amo.
– ¿Y él a ti?
– Creo que también, no estoy muy segura, hace poco que lo conozco.
– Lo que sí quiero aclararte es que nunca hubo otras, ella lo dijo por rabia.
– Eso ya no importa Juanpa, si ella fue la primera o la décima, ya da igual.
– ¿Qué nos paso _____?
– Es lo mismo que me pregunto, no sé, quizá la rutina, teníamos trazado un plan casi perfecto, pero no contemplamos otras posibilidades, pensamos que siempre estaríamos juntos y dejamos enfriar la relación, no imaginamos que otras personas se cruzarían en nuestras vidas y cuando sucedió, nos dio miedo que eso sólo fuera una ilusión y lo nuestro era algo real, un puerto seguro, como dicen, creo que sólo seguíamos juntos por costumbre y a veces eso es más fuerte que el amor.
– ¿Eso es lo que tú pensabas cuando lo conociste a él?
– Sí – me quedé callada unos segundos – la soledad es mala consejera y al final siempre le tenemos miedo a que sea la única a nuestro lado.
– ¿Sabes?, no te culpo que hayas caído en los brazos de otro, yo me lo gané a pulso y creo que tienes mucha razón en lo que dices, tú y yo nos conocemos bastante bien, sabíamos que tanto podía aguantar el otro y me confié, sólo espero que me perdones algún día y que podamos seguir siendo amigos.
– Yo también espero que tú me perdones, creo que no debemos buscar culpables, una relación es de dos y si fracasa o triunfa es responsabilidad de ambos, creo que yo también permití que el fuego se apagara, dejé de hacer muchas cosas, incluso no te recriminaba tus ausencias, ¿cómo ibas a evitarlas si veías que a mí no me importaba?
– Lamento mucho que lo nuestro haya terminado así.
– Yo también lo lamento, pero mejor ahora, antes de hacernos un daño irreparable, creo que con el tiempo podremos volver a ser amigos, por ahora es mejor que no nos veamos, es lo más sano si es que queremos rescatar al menos la amistad.
– Tienes razón, creo que debo estar solo un tiempo.
– Creo que yo también.
– Nos vemos ______ y en verdad perdóname, yo a ti te perdono porque sé que si todo hubiera estado bien entre nosotros no hubieras andado con alguien más.
– La verdad no lo sé Juanpa, eso nunca lo sabremos.
– Espero que él no te falle... conozco bien esa mirada _____– guardó silencio mientras me miraba a los ojos – en verdad espero que él te ame como tú lo amas a él, no me gustaría verte sufrir por alguien que no te valore.
– Gracias Juanpa, puedo cuidarme sola y lo que tenga que pasar, pasará.
– ¿Podría abrazarte?
– ¿Por qué no?

Al momento de abrazarnos vinieron a mi mente tantas cosas, me di cuenta que el cariño que le tenía era sólo de amigos, ese beso que le había dado en la cocina en la casa de Las Vegas me lo había dejado claro, pero egoísta yo, como se lo dije, tenía miedo de que lo de Harold sólo fuera algo fugaz y no quería quedarme sola, ahora sólo esperaba que en verdad no se esfumara, no sabría qué hacer, me derrumbaría completamente porque lo amaba con todo mi ser, ahora terminaba por entenderlo.

El lunes por la mañana me sorprendió ver que Scott ya había llegado a la agencia y que estaba encerrado en su oficina con Evan, sentí un desasosiego, podría soportar la ruptura con Juanpa, era algo ya inminente, pero no podía perder mi trabajo, eso sí me destrozaría, la agencia de Scott era una de las más reconocidas y él con facilidad podría cerrarme la oportunidad de conseguir trabajo en otra. Entré a mi oficina y alcance a ver que Evan salía llorando, se dio cuenta que yo estaba ahí y furiosa entró golpeando la puerta.

– Ya estarás contenta maldita mosca muerta, tenías que hacerte la sufrida con el jefe, ¿verdad?, por tu culpa me he quedado sin trabajo y no podré encontrar otro igual en todo el país y tengo una hija que mantener.
– Eso hubieras pensando antes de montar un escándalo en un lugar público, exponiéndote a que alguien te viera, que eso fue lo que sucedió, ni siquiera he hablado con ______ y ya deja de hacer numeritos, vete por favor, antes que llame a seguridad para que te acompañen a la calle – respondió Scott serio.
– Esto no se va a quedar así ______, me las vas a pagar.
– Ya te dije que ella no tiene nada que ver, acepta las consecuencias de tus actos Evan, tú eres la única responsable de lo que ha pasado.

Lo recorrió con la mirada furiosa y salió de mi oficina, yo me dejé caer en mi silla, lo que menos quería es que la despidieran, conocía perfectamente su situación y no le guardaba rencor, al final lo que se hace en la vida se paga y creo que ella se iba a quedar sin Juanpa que era lo único que le importaba y la causante era ella misma.

– Scott, no tenías que haber hecho eso, no tiene nada que ver con el trabajo.
– Perdón _____, no lo hice por ti, te estimo, pero tuve otras razones, mi esposa las vio en el centro comercial y escuchó todas las cosas que Evan te gritó, si fue capaz de involucrarse con el novio de una amiga y se valió de todas las artimañas que pudo para conseguirlo, más encima ventilar intimidades en un lugar público y frente a su hija, ¿qué podría yo esperar de ella en cuestiones laborales?, que un día se marchara llevándose sus cuentas y echara pestes de la agencia, que tirara lodo por todas partes, no _____, eso no podía yo permitirlo, me ha costado mucho abrirme paso en este medio tan competido para dejar que alguien como ella lo arruine por su falta de escrúpulos.
– No sé qué decirte.
– No digas nada y sigue con tu trabajo, tenemos varios asuntos pendientes y mientras conseguimos a otra persona para reemplazarla te harás cargo de sus cuentas.

Asentí con la cabeza y Scott salió de mi oficina. Encendí mi computadora y, como siempre, había más de un mail de Harold, pero no me sentía con ánimos de leerlos y menos con lo que acababa de pasar, no podía evitar sentir lástima por Evan, no le había valido de nada todo lo que hizo, había perdido lo más por lo menos.

Por la tarde, salí a almorzar con Paola y le conté lo que había sucedido.

– Lo sabía _____, no en vano ella lo tenía en un altar, era porque se estaban acostando.
– Nunca lo sospeché, alguna vez sí pensé que estaba enamorada de él por la forma en que se expresaba pero no imaginé que tuvieran un amorío.
– Las relaciones humanas son difíciles _____, y los hombres son muy débiles, caen fácil ante el sexo, por eso ahora debes tener mucho más cuidado, veme a mí.
– Y, por cierto, ¿cómo van las cosas con Steve?
– Ya iniciamos los trámites del divorcio, mañana es la primera audiencia.
– Entonces, ¿no hubo arreglo?
– No _____, nos hemos dado cuenta que nos casamos sin conocernos, cegados por el fuego de la pasión y aunque ese todavía está presente no es lo único que mantiene viva una relación, algún día se acabara y entonces, ¿qué nos quedara?, somos completamente distintos, no tenemos nada en común, así que no tiene caso seguir juntos.

En eso mi celular sonó, lo tomé y era número restringido, no pude evitar que los latidos de mi corazón se dispararan al adivinar de quien se trataba.

– Hola – respondí de lo más normal.
– Vaya, hasta que me contestas, ______, me tenías con el alma en un hilo, ¿sabes dónde estoy? – escuché su voz aterciopelada con un tono de preocupación.
– No tengo la más remota idea, por la hora que es y considerando el cambio de horario, supongo que estarás alistándote para cenar.
– Pues no corazón, estoy en el aeropuerto buscando un boleto para el D.F, no he sabido nada de ti en todo el fin de semana, no has contestado mis mails y no había podido comunicarme a tu celular, me tenías sumamente preocupado.
–Harold, no tienes que hacer eso, tuve un fin de semana muy ocupado y tengo mucho trabajo en la oficina, no tienes porqué alarmarte.
– Está bien, entiendo, discúlpame por ser tan aprensivo pero, no sé, tuve un extraño presentimiento el viernes, júrame que estás bien ____, por favor.
– Estoy bien, no tienes nada de qué preocuparte... por cierto, ya compré la webcam.
– Esa es mi chica, está bien, me calmaré y me conectaré cuando allá sean las 10 de la noche, ¿ok?
– Pero, Harold, allá serán las tres de la mañana, tienes que dormir.
– No te preocupes por eso, de todas maneras aún no me adapto bien al cambio de horario.
– Sigo pensando que estás loco.
– Claro que lo estoy, pero por ti.
– ¿De verdad?
– ¿Y por qué lo dudas?, si no estuviera loco por ti no te escribiría todos los días ni estaría ahorita a punto de regresar a México sólo para asegurarme que estás bien, debes tenerme confianza, corazón.
– Lo sé – respondí con un suspiro.
– ¿En serio estás bien _____?
– Sí, anda, ya ve a cenar, no es necesario que vengas.
– Está bien, entonces nos vemos a esa hora, ¿sí?
– Ok, hasta entonces.
– Cuídate mucho corazón, por favor, te mando muchos besos.
– Yo también, bye.

Llegué a casa y cené mientras veía la televisión, no me quisé cambiar de ropa porque vería a Harold por la webcam, lo cual me tenía nerviosa. La conecté y verifiqué que sirviera, me tomé una foto y la puse en el messenger. A las diez en punto Harold se conectó y de inmediato me escribió hola y me mandé la invitación para la video llamada, sonreí y la acepté.

– Hola mi preciosa, ¿cómo estás? – preguntó en cuanto nos vimos.
– Bien, ¿y tú? – respondí saludándolo con la mano.
– Feliz de verte, aunque me gustaría más estar contigo.
– ¿En serio no tienes sueño?
– No, por supuesto que no, tú me lo quitas, me haces falta, ¿ya te lo había dicho?
– Sí, en cada correo electrónico que me escribes – respondí y puse mi mano en la pantalla del notebook y él hizo lo mismo – ¿qué es lo que más extrañas de mí?
– ¿Por dónde empezar?, tu sonrisa, tus ojos, el aroma de tu cabello, tus besos, tus caricias, tu sensualidad, el calor de tu cuerpo, tus manos en mi espalda, tu respiración errática, tu forma de perder el control – se quedó en silencio y una sonrisa traviesa escapó de sus labios – ¿qué tal si jugamos un poquito _____?
– ¿Jugar?, ¿a qué? – pregunté haciéndome la tonta porque bien sabía a qué se refería.
– A que estamos juntos y vamos haciendo lo que nos digamos, tú sabes, cositas que nos haríamos el uno al otro – respondió y me guiñó el ojo lamiéndose los labios.
– Está bien, pero tú empiezas y yo te sigo, ¿sí?
– Ok, suéltate el cabello y acomódate bien en la silla, muy bien, ahora cierra los ojos y concéntrate en mi voz, imagina que estoy ahí contigo, parado frente a ti y empiezo a acariciar suavemente tu cuello, eso es, imagina que es mi mano y la deslizó hasta llegar al primer botón de tu blusa y lo desabrochó, voy bajando desabrochando los demás, al terminar, acarició tus pechos, así, despacio, en círculos, muy bien _____, ahora con la otra mano, imagina que la deslizó por el interior de tu muslo, por debajo de tu falda, justo así, te acarició por encima de tu ropa interior y voy sintiendo tu humedad, mis dedos se abren paso y finalmente alcanzan tu interior, comienzo a acariciarte despacio, suave, placentero, eso es hermosa, no te detengas, siénteme, oh sí, tus jadeos me fascinan, sigue así, un poco más, otro poco, ay ______, no tienes idea cuanto me encantaría ser verdaderamente yo quien te estuviera acariciando.
– A mí también, Harold– abrí los ojos y vi que él también estaba acariciándose, me lamí los labios – yo te llenaría de besos el torso y bajaría por tu abdomen, seguiría bajando y dejando más besos, cuando sintiera que yo no pudieras más te ofrecería entrar en mí, lento, constante, como sólo tú sabes hacerlo, oh Harold, así me encanta, sigue moviéndote, hazme tuya, enloquéceme, no pares, falta poco.

Ya no pude pronunciar palabra alguna, un intenso gemido salió de mis labios y cerré los ojos al sentir que llegaba al clímax con mi corazón latiendo a mil, ¿cómo podía hacerme sentir eso cuando estaba a kilómetros de distancia? Apreté los ojos, me daba vergüenza verlo, ya no era más una desenfrenada desconocida, era una mujer completamente enamorada de él.

– Eres extraordinaria ______, jamás me cansaré de decirlo.
– Y tú también, me haces hacer locuras que jamás imaginé – dije abriendo los ojos.
– Bendita sea la tecnología.
– ¿Me esperas?, voy a lavarme las manos.
– Está bien, pero no tardes.

Regrese al cabo de cinco minutos y él ya había vuelto a ponerse el pantalón de la pijama.

– ¿Cómo te sientes? – pregunto sonriente.
– Relajada.
– Me encanta haber contribuido con eso – se puso serio y suspiró – ______, no quiero arruinar el momento pero necesito saber algo que me está quemando... ¿ya terminaste con él? – añadió.
– Sí, descubrí que andaba con otra, curioso, ¿no?, ambos vivíamos en una mentira.
– Lo sabía, por eso no quería que te tocara.
– ¿Qué dijiste?, ¿tú sabías que Juanpa tenía una amante? – exclamé más que sorprendida.

¿Estás libre esta noche? (Harold Azuara) (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora