Capítulo 02

8.8K 1K 118
                                    

ACOMODAR

Abadón se introdujo en el cuerpo podrido del suelo, sus entrañas se fundieron como acero derretido. Ya no había resistencia porque ya no había alma, no es como si Dabry hubiera tenido opción.

Se necesitaba un procedimiento metódico para adueñarse de alguien, no solo era una posesión, quería más. Se alimentaba de sus miedos, de sus inseguridades y de sus vidas. Cada grito lo hacía más fuerte, cada sollozo le daba más convicción. Esas cosas tan estúpidas e inútiles habían sido su destrucción, merecían agonizar lentamente.

Sentía las paredes de sus intestinos echados a perder, era una sensación desagradable, pero había poseído a tantos muertos que ya estaba acostumbrado. Si el ambiente exterior no era grato, el interior era aún peor. Se irguió y caminó con cómoda tranquilidad, sus pasos retumbaron en la cabaña, haciendo que los ojos de la jovencita lo observaran con horror e incredulidad.

Anne no podía creer que Dabry estuviera caminando como si no lo hubiera visto muerto antes. ¿Estaba tan afectada como para tener alucinaciones? No pudo evitarlo, un sollozo se le escapó, las lágrimas salieron cuando el sujeto sonrió formando una mueca. Un escalofrío la recorrió, sus dientes empezaron a castañear. Intentó alejarse, pero las paredes se le cerraban alrededor, cada vez se sentía más pequeña.

—P-porfavor ayúdeme. —No reconocía su propia voz, tan ronca y temblorosa. Le lastimaba hablar, pero necesitaba pedir ayuda. ¿Podía reconocerla? ¿Por qué se quedaba parado mirándola como si fuera un trozo de carne?

Una carcajada hizo que llorara con más ahínco, lágrima tras lágrima, un río corrió por sus mejillas. Ya no podía ver, solo sombras y colores mezclados. Los botines caminaban hacia ella, no podía escapar.

Gritó de dolor cuando el zapato se estrelló en su estómago, se dobló por la mitad y el aire se le fue. Más patadas la cubrieron, en las rodillas, en la espalda, en sus muslos. Los golpes no paraban, llenaron su cuerpo de moretones. Las articulaciones se desarticularon, y algunos tronidos se escucharon. Dabry no se detuvo por más que ella rogó.

Los gemidos llenaron la estancia, llegó un punto en que dejó de doler, ya no sentía nada. Percibía el lugar dónde se encajaba, donde rasgaba, donde tronaban sus costillas; pero ya no dolía. ¿Era otra pesadilla? Lo dudaba.

Los puños hicieron presencia, le quebró la nariz, le quebró una muñeca. Golpeó la mitad de su rostro con la punta de su bota, la cabeza de la muchacha rebotó hacia atrás y luego cayó al piso, inconsciente, produciendo un sonido seco. La miró desde arriba y encendió fuego.




Hacía demasiado calor, era como si la hubieran arrojado a una hoguera. No podía ver nada, se sentía ciega. Su respiración se hizo pesada, su pecho subía y bajaba con rapidez, algo le impedía respirar. Se dio cuenta que era humo, la rodeaba y le impedía tomar aire. Empezó a toser, le dieron arcadas.

Gimió cuando sintió que algo rodaba por su garganta, subía por su tráquea. Gotas cristalinas salieron de sus lagrimales, abrió la boca para dejar que el animal saliera porque eso era lo que al parecer quería. Sintió las patitas filosas caminando por su lengua. Salió de la cavidad apoyándose en su labio, y después no supo hacia dónde se dirigió.

Profirió un grito que le habría helado la sangre a cualquiera y se revolcó en el suelo. Las llamas devoraron los centímetros de su anatomía. Algo le estaba pasando por dentro, no podía identificar qué.

Supo, entonces, que el fuego habitaba dentro de ella, que no podía escapar porque el punto de acción partía de sus entrañas. El refulgir caliente incineraba queriendo salir, buscaba una salida.

Infernum Gehena © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora