Cuando llegó Anabell a casa, me encontró sentada en mi habitación, como yo acostumbraba. Mi habitación tenía un gran vestidor, pues me encantaba la ropa, era una de mis pasiones más grandes, junto al vestidor estaba el cuarto de baño, que era más o menos grande, con su bañera, y su lavabo, lo necesario para mí; enfrente del baño, se encontraba la cama, elevada a doble altura, por unos palets que había debajo, adornados con velas aromáticas, me encantaba esa cama; junto a la cama, se encontraba la ventana que todas mis amigas amaban, era un ojo de buey salido para afuera, de tal forma que te dejaba sentarte y acomodarte en la ventana, y ahí es donde siempre estaba yo.
- ¿Qué es lo que pasa?-me preguntó Anabell, angustiada.
-Tía, me voy, que me voy, que no me lo creo...
- ¿Te vas a dónde?
-A Londres tía, con mis padres, le han dado trabajo a mi padre allí, y no puede renunciar a él, es un buen trabajo.
Anabell no dijo nada durante un largo período de tiempo, necesitaba asimilarlo, la comprendía, yo todavía no lo había asimilado, y yo era su mejor amiga, y ella la mía, ¿que haríamos la una sin la otra, sin nuestras pelas y nuestras risas? era algo muy complicado, algo doloroso y confuso, era una vida separadas, con todos nuestros planes de futuro... Al cabo de un tiempo, Anabell consiguió pronunciar alguna palabra
-¿Cuándo te vas?
- Aún no lo sé, no he querido hablar más del tema con mis padres, no sé que hacer, de verdad.
-Bueno tía, digo yo que estarás el verano aquí, y habrá que disfrutarlo como nunca...
Llevaba razón, ella siempre la llevaba, nuestro último verano juntas, y había que disfrutarlo.
-Llevas razón, hay que hacer algo que rompa los esquemas.
-Dicho y hecho feto-me solía decir feto, era un gesto de cariño entre nosotras, una forma de demostrarnos el aprecio que sentíamos la una por la otra- esta noche paso a recogerte, ponte guapa, idiota. Te quiero.
No me dio tiempo ni a despedirme de ella, en cuanto dijo esas palabras, salió corriendo de la habitación y se dirigió dios sabe dónde... ella era así, siempre, una loca, que no le importaba cuantas piedras le pusieran en el camino, que ella no las saltaba, sino que las cogía y las tiraba a otro camino, para no volver a caer.
A media tarde decidí bajar a merendar algo, nada fuera de lo normal, galletas y un zumo, lo primero que cogiera, me daba igual. Al bajar a la cocina seguía notando el silencio perturbador del que me había percatado hace tiempo, eso significaba que no estaban , ni papá, ni mamá. Como tenía la casa para mí sola, me relajé, y me puse a ver la tele, pero entonces recordé las palabras de Anabell, "te recojo esta noche, ponte guapa". En ese instante se me dibujó una sonrisa en la cara, y subí corriendo las escaleras hasta mi dormitorio. Me dispuse a entrar al baño y llenar la bañera con sales aromáticas para darme un buen baño antes de salir. tampoco me dí mucha prisa, pues sabía Anab, era de las de salir tarde sobre las 11 o así, entonces tuve tiempo más que suficiente para relajarme en el baño.
Me pasé una hora metida en la bañera, pensando en mi vida en Londres, en la lluvia y la niebla de aquella maravillosa ciudad, me puse a pensar en sus pros y sus contras, y me encontraba en una situación indescriptible y que ni yo misma me la creía. Por una parte me aterraba la idea de marcharme, pero por otra... no lo sabía, era una forma de cambiar, de ser una nueva yo, nueva gente, nuevos amigos, nuevos profesores y nuevas cosas que aprendería, quién sabe, a lo mejor, hasta me gustaba y todo.
Cuando miré el reloj, me di cuenta de que era hora de cenar, y bajé a la cocina y me cené una ensalada, porque tampoco tenía mucha hambre. Terminé de cenar y me dispuse a arreglarme. Me puse un mono de flores no muy arreglado pero que quedaba elegante y unos tacones negros que lo hacían más elegante aún. Serían las 11 cuando sonó el timbre, y obviamente era Anab, no tenía ni idea de lo que me tenía preparado para esta noche, pero sabía que iba a ser una gran noche, o al menos, eso pensaba yo. Bajé por las escaleras y cogí el bolso, salí por la puerta y me encontré con Anab, que no me dijo donde íbamos hasta que llegamos y lo comprobé por mi misma.
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Ese dolor tan grande.
Teen FictionNunca te das cuenta, de cuando puede ser la última vez que lo compartas todo con esa persona.