El centro comercial y sus peligros.

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Son las 4 de tarde y he quedado con Lau para ir al centro comercial, ya que quería comprarse un vestido que le había encantado. Lo vio por internet y pensó que era ideal para  una cita con su novio, por lo que yo la animé a que se lo comprara.

Estoy en el bus de camino al centro comercial y al lado tengo a un chico de unos 30 muy alto. En mi cabeza me empecé a imaginar la situación si ese chico fuese Rubius, creando conversaciones con él y visualizando su rostro, una bella imagen que nunca podré sacar de mi cabeza.

El chico se levantó porque se iba a bajar del autobús, y aunque sabía que no era él, siempre me quedaba un halo de esperanza. ¿Y si fuese él? ¿Y si he estado 25 minutos sentada a su lado y no le he dicho nada?
Pero en medio segundo todas estas preguntas hallaron una respuesta.

No. No. Tan simple como un no.

¿Cómo era posible que de tantas personas que hay en la ciudad coincidiese de nuevo con él? Esta situación me está llevando al borde de la locura y no sé que hacer.

Me bajé en el centro comercial y llamé a Lau por teléfono, ya que no estaba allí. Me dijo su localización y fui en su busca. Una vez reunidas, estuvimos dando vueltas mientras le contaba mi situación.

-Lau, te juro que no puedo más. Lo que me está pasando no es ni medio normal.
-¿Con respecto a qué?
-Respecto a Rubius. Desde que choqué con él tengo la necesidad de verlo de nuevo, de darle otro abrazo. Y lo triste es que no voy a poder abrazarlo mas -empecé a ponerme triste-.
-_____, no pienses así, al menos tú has tenido la oportunidad de abrazarlo, de tenerlo cerca e incluso conseguir una foto de recuerdo. Otras ni eso.
-Lo sé, y sé que es muy egoísta de mi parte, pero es que tengo una obsesión con él.
-¿Ya has olvidado a Justin? -rió-
-No -dije alargando la o-, él siempre será el número 1, es sólo que con Rubius he llegado a tener un acercamiento. Con Justin ya me olvido, con él si que no tengo esperanzas de conocerlo.
-Eh, nunca se sabe. Tú has conocido a Rubén y tampoco tenías esperanzas.
-No es lo mismo.
-Claro que sí. Venga, vamos a ver si el vestido me esta esperando.

Llegamos a la tienda, esta estaba decorada con tonos pasteles y había un sinfín de vestidos de todos los colores y estilos. La verdad es que era muy mona. Muy mona pero jodidamente cara.
Como nos suele pasar, Laura se fue a un extremo de la tienda y yo a otro, pasamos la una de la otra y solo nos centramos en ver vestidos.

Vi un vestido que oh dios mio, es el vestido de mis sueños. Era morado oscuro, un morado muy intenso, por encima de las rodillas. Tan solo por mirar, comprobé las tallas, por si hubiese de la mía. Nop, se han agotado. Solo había dos y eran las tallas "esqueléticas", como a mi me gusta llamarlas. Dios, entiendo que existan chicas mas delgadas de lo común, pero ESTO LE ENTRA A MI PRIMA DE 5 AÑOS.
Igualmente, aunque hubiese de mi talla era demasiado caro y tampoco tengo ocasión para lucirlo, así que...

Seguí viendo vestidos y encontré uno que justo era del estilo de Lau. Se lo enseñé y casi le da un patatús de lo que le gustó. Se lo probó y las cosas como son, estaba pibón.
Después de pagar, salimos del establecimiento, y seguimos mirando tiendas. Mientras iba caminando, empecé a escuchar muchos gritos y me alarmé. Lo primero que pensé es que alguien había muerto, pero me di cuenta de que eran gritos de niñas adolescentes. Salseo. Allá que fui con Lau corriendo para ver que pasaba.

En cuanto llegamos, había muuuuuuchísimas niñas juntas formando un corro, se me hizo imposible ver que pasaba, Lau me cogió unos segundos y tras todas las cabezas, había una que sobresalía. Una gorra puesta hacia atrás. Una gorra que había visto michas veces antes.

Solté un grito yo también. Me había convertido en una niñata gritando más. Laura no se estaba enterando de una mierda de lo que pasaba.
-RUBÉN. ES RUBEIAKEBFD
-¿QUE QUÉ? ______, ESTÁS DE COÑA.
-QUE NO, QUE NO.
-AHHHHH.
-Hostia, hostia, hostia.
-¿Qué pasa?
-POBRECITO, QUE ESTÁ AHÍ DENTRO Y TIENE QUE ESTAR AGOBIADO, AY BEBÉ. LAURA TENGO QUE SACARLO DE AHÍ, ADIÓS, NOS VEMOS MAÑANA -le di dos besos a Laura-.
-¡______!

Pero era demasiado tarde. Yo ya había empezado a meter tirones de pelos a todas las niñas para abrirme paso. Me llevé algún que otro empujón y tirón de pelo. Casi me doy la vuelta y les pego, pero me contuve por el bien de Rubén y llegué al medio.

El pobre estaba sonriendo falsamente, con agobio y mirando a todas partes, era bastante obvio que estaba sofocado. No me entretuve en llamar su atención y sin pensármelo dos veces, le cogí del brazo y empecé a tirar de él. Al tirar tan fuerte, la inercia lo llevó a desplazarse hacia donde lo dirigía. Seguro que estaba muuy confuso, pero ya se le pasará. Empecé a gritar "¡abrid paso! ¡El niño se está meando encima!". Fue un comentario muy tonto, pero lo dije y empezaron a apartarse. Se ve que respetan sus urgencias urinarias. En cuanto salimos del corrillo, me giré y le dije:
-Voy a contar hasta tres y vamos a salir corriendo -nunca en mi vida había hablado tan rápido-.
Rubén asintió rápidamente y aturdido.
-Una... ¡Y TRES!

Le solté y él desorientado cual ciervo perdido, se dejó llevar por la adrenalina al igual que yo y empezó a correr.

Empecé a escuchar un montón de gritos detrás mía y guiada por el miedo, corrí más rápido que nunca. Si hiciesen esto en educación física seguro que nadie suspendería.

Después de dar varias vueltas, ya que el centro comercial es bastante grande, visualicé la salida y salimos rápidamente. El problema llegó cuando salimos. Empecé a llamar a un taxi con la mano y ninguno paraba. Me cago en la puta.
Las fans llegaron y nos hicieron otro corro, pero esta vez en lo que ocupaba la acera, ya que al ser una carretera muy transitada, pasaban muchos coches. Rubius y yo estábamos al borde, por lo que no nos rodeaban al completo. Él empezó a disculparse diciendo que lo sentía mucho pero que se tenía que ir. Sin conocerme me dijo que parase un taxi, a lo que le contesté apurada que estaba en ello pero que ninguno me hacía caso.
Pasaron dos y tres más. Uno detrás del otro y a toda velocidad. Los dos estábamos en una situación de claustrofobia máxima que pasaba rápida pero que se vivía agonizantemente.

Me cansé y metí un silbido que se le quedó a todos bien dentro en el oído y el taxi paró. Aleluya.

Como pudo, Rubén se metió en el taxi, y yo sin saber que hacer, me metí también.

-Arranque rápido, por favor.
-Ahora mismo.

Con los ojos cerrados, solté un suspiro de cansancio y liberación. A los segundos, cuando ya me había calmado, los abrí y miré por la ventanilla y me di cuenta de lo que había pasado.
Rápidamente miré a mi derecha y vi a Rubén sentado a mi lado recuperando el aliento.

Abrí mis ojos como platos incrédula, convenciéndome a mi misma de que esto era real.

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Holaaa! Lo se, lo se, he estado bastante tiempo sin escribir, pero es que la vagueza me puede. Pero a cambio he traido un capitulo un pelin mas largo. Espero subir pronto el siguiente!

-Bel.

"Cuenta hasta tres"  «Justin, Rubius y tú»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora