» Capítulo 1

128 12 5
                                    

Nash.

Toma más pastillas de lo normal y hace cosas que casi lo matan. Su madre, trataba de entrar en la habitación de su hijo, pero éste no abría.

- Nash, hijo, abre la puerta por favor -Elizabeth ya comenzaba a desesperarse-

Pues claro está, no quería que su pequeño hijo, Nash, recaiga en lo que se había metido un año atrás, con catorce años. Drogas, depresión y marcas en su muñeca. Nash estuvo la mitad del año en coma por una sobredosis. Sus padres simplemente querían ayudarlo.

- Vete -. Le pidió el ojiazul, desde el otro lado de la puerta, mientras se tiraba de los pelos y miraba la navaja que tenía entre sus manos, a pocos centímetros de su muñeca. El cielo se oscureció, comenzó a llover fuertemente. Nash, seguía llorando. Ahora, tenía una botella de alcohol en la mano, mientras que en la otra tenía un cigarrillo. Pasaron 10 min, y su madre volvió a tocar...

-Cariño ¿hiciste tus maletas? Mañana nos vamos.

- Si, las hice -. Contesto Nash desde el otro lado de la puerta, expulsando el humo que tenía en su interior.

Su muñeca aún sangraba, pero ya no le importaba. El comenzaría una nueva vida dentro de un día. Sus padres la habían cagado. Realmente lo hicieron.


>>>>>>>>>>>>><<<<<<<<

Mire por la ventanilla, la lluvia no cesaba. Ed Sheeran sonaba en mis oídos, desde hace ya tres horas. Miré al frente y vi como mis padres hablaban animadamente, idiotas. Realmente no entendía porque tenían la necesidad de hacerme la vida más miserable de lo que ya era, se creían que iba a estar mejor, pero iba a ser lo mismo de siempre. En el asiento al lado mío iba Skylynn, mi hermanita más pequeña y al otro extremo, Hayes, mi hermano de 15 años. Sonreí luego de volver la vista a la ventanilla. No se la iba a poner fácil, eran mis padres y tenía que quererlos, pero no era así. Los detestaba, realmente lo hacía.

Ed seguía sonando en mis oídos, y muchas cosas pasaban por mi cabeza. Tenía varias ideas en mente, cada una para una ocasión especial, claro, como no, siempre tenía ideas, pero las que tenía en la cabeza ahora eran únicas, si, lo eran. Cerré los ojos y me deje llevar por la música, quedando, en menos de un segundo, profundamente dormido.

Me levanté seis horas después,vaya, sí que dormí una larga siesta. Mis padres me miraban atentamente, como si hubiese hecho algo malo. 

- No falta mucho para llegar -dijo mi madre -. Tienes que agarrar tus cosas.

No contesté, sin embargo asentí y me acomodé en el asiento, miré el cielo, la lluvia había cesado. De repente, el avión comenzó a descender, ya habíamos llegado, la tortura comenzaba. Luego de varios minutos aterrizando, la azafata anunció que habíamos llegado, la fila para bajar era larga, pero las personas caminaban rápidamente y enseguida estuve abajo del avión, me acerqué a mis padres, con mi mochila colgada en uno de mis hombros y arrastrando la maleta negra que me habían regalado, los mire esperando a que digan algo, pero no lo hicieron. Simplemente mi padre paso su brazo por mis hombros y me obligo a caminar junto a él de aquella manera, mientras mi madre se quedaba con mis dos hermanos pequeños.

-Mis socios me regalaron un auto -anunció mi padre, sonriendo animadamente -. Es aquel, la camioneta negra.

Una nueva idea cruzó por mi cabeza, era muy linda y parecía costar bastante. Me subí al coche y mis hermanos me siguieron, solo que a mi hermanita la acomodaron en una silla especial, y mi madre se subió en el asiento del acompañante, en cambio, mi padre se había quedado guardando las maletas en el baúl.

Our Future » CashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora