✏ Epílogo ✏

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Al terminar de leer la carta de Oliver, Jeremy pegó un puñetazo al colchón de su cama del hospital y no pudo reprimir unas lágrimas de frustración y arrepentimiento:

— ¿¡Por qué no fui capaz de decírselo!? ¿¡Cómo demonios no me di cuenta de que me amaba y de que en realidad la estaba cagando!? ¡¡¡SOY UN IDIOTA!!! ¡¡¡COBARDE!!!

Estas eran las palabras con las que el castaño se describía en ese preciso instante. Él notaba que la enfermedad seguía haciendo mella en su organismo, no sabía por cuánto tiempo más lo haría, pero Jeremy estaba seguro de una cosa: Se moría.

Y lo único que le hacía más daño que el cáncer, era saber que todo con lo que había llegado a soñar, había podido tenerlo. Simplemente eso no sucedió porque ninguno de ellos tuvo valor.

Es irónico, ¿no? Ambos tuvieron más miedo del amor que de lo que los mataba. Y quizá... Esos ojos verdes no mirarían nunca más a los suyos marrones. Y quizá esos labios rojizos hubieran estado a unas dos palabras de unirse con los suyos rosados claros. Y quizá el cabello pelirrojo de Oliver no hubiera sido acariciado por las manos de Jeremy, y quizá el pelo moreno del mayor tampoco hubiera estado entre las manos del reciente fallecido, pero... ¿Y qué? No quisieron luchar por lo que querían, y lo que consiguieron con eso fue terminar con sus vidas sin poder demostrar un ápice de cariño entre ellos.

La desconfianza de Oliver y el miedo de Jeremy... Fueron los culpables.

Pero, de alguna manera, ellos vivieron ese romance a su estilo: Siendo amigos.

Dos amigos que se querían, que se amaban. Eso también lo hacen las parejas.

Fue demasiado tarde para que Jeremy pudiera demostrarle a Oliver que le interesaba, le interesaba de verdad, pero él también murió feliz. Feliz de saber que su adorado pelirrojo le correspondió, aunque no durante mucho rato, pero hubo un tiempo en el que el corazón de Oliver estaba ocupado por ese chico tan mentiroso y sincero a la vez. Y pronto estarían juntos de nuevo...

Esta vez, la muerte no separa. La muerte UNE.

D.E.P. JELIVER

Cartas a OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora