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Un día como hoy la tuve tan cerca de mí, su respiración agitaba mi tranquilidad... Me observaba tiernamente tratando de disimular cada vez que dirigía mi mirada hacia ella.

No pude soportarlo más y recosté mi cabeza en su hombro; me vio sorprendida y casi al instante recostó la suya sobre la mía. El silencio se hacía cómplice de aquel pequeño momento y el murmullo de unas voces lejanas sonaban como melodías.

Ahí, en medio de un aula de clases, y con la mirada atónita de nuestros compañeros solo podíamos continuar sin importarnos el tiempo, el exterior... La profesora que nos intentaba sacar de aquel idílico momento.

Reímos ambos al notarlo mientras nuestras mejillas se ruborizaban. Enero eterno, si tan solo fueses Noviembre...

Cartas a un cielo de EneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora