FASE 2

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Giré la cabeza hacia atrás, viendo como el asesino clavaba el cuchillo en el cuerpo de mi madre y luego comencé a correr totalmente desesperada. Las lágrimas se resbalaban por mis mejillas mientras me cansaba cada vez más por la carrera que estaba haciendo.

—Ahora sigues tú. —susurró alguien en mi nuca. Lancé un grito ahogado mientras corría mucho más rápido que antes. Su risa resonó en todo el lugar, como una maldición.

Me adentré en un bosque, con miles de escalofríos recorriendo mi espalda. Mis atemorizados pasos hacían eco en todo el silencio del lugar, me maldije en voz baja por causar tanto ruido y procuré no hacer tanto escándalo.

Totalmente agotada, me dejé caer sobre un árbol demasiado alejado de ese horrible lugar. Respiré agitadamente mientras veía cada tres segundos hacia atrás y posteriormente hacia los lados. Nada. Suspiré. No había nada siguiéndome.

Me relajé durante unos segundos controlando mis sollozos. Él podía estar allí. Podía estar esperando que como una ingenua saliera para que me matase.

Por supuesto que no moriría hoy.

«Lo lamento, mamá.»

Mis lágrimas seguían bajando sin descontrol, tenía la cara totalmente empapada y la ropa sucia. Sin mencionar mi cabello que estaba hecho un asco en éstos momentos. ¿Por qué hacía ésto? ¿Por qué alejaba a todo ser que me quería?

«Matáme» pensé. Después de todo era mucho mejor que ver como lastimaba a las personas que más amaba.

Cerré los ojos y visualicé la imagen de mi hermana, sonriendo. Más lágrimas cayeron por mis mejillas. ¿Qué haría con Danielle? Ella no puede saber nada de ésto. ¿Qué estará pensando en éstos momentos? La dejé sola, y peor, mamá está muerta.

Mi madre está muerta.

Unos pasos resonaron en todo el césped. Agitada abrí los ojos al instante, encontrándome con la nada. Con un incesante temblor en mis piernas, me levanté con dificultad, preparándome para correr. 

Un sudor frío me acarició la nuca con brusquedad. No volteé hacia atrás. No quería terminar como en las películas. 

Pero la gran diferencia es que ésto no era una película.

Era real.

Enfoqué mi vista, con todos esos pensamientos desapareciendo de mi mente inmediatamente. Noté una silueta demasiado conocida en frente de mí, y antes de que pudiera correr, me agarró el brazo con una fuerza increíble.

Gemí de dolor y solté un sollozo, intentando zafarme de su agarre. Pero la fuerza se fue reduciendo, como si nunca hubiera estado allí. Y lo que sea que me haya agarrado, me soltó.

Confundida, alcé la vista.

Grave error.

La amable mirada de mi madre entró en mi campo de visión, pero al verme tan asustada cambió a una de total preocupación. Se llevó una mano a la boca y me examinó de arriba abajo mientras sentía como me mareaba cada vez más.

Ella está muerta.

—No... Me estoy volviendo loca... —susurré.

—¿Cariño? ¿Qué sucede? —preguntó. Asustada me alejé de ella, pero no pude evitar soltar un grito al ver el ambiente en el que nos encontrábamos. Ya no estaba en el bosque. Estaba en mi habitación. Y ella, estaba en frente de mí.

¿Qué demonios?

—No... Ésto no es real. —murmuré.

—¿Qué te pasa? No juegues conmigo, señorita. Vaya a ser los deberes. —dijo con autoridad pero sin dejar de sonar agradable.

Cerré los ojos mientras me deslizaba hacia el piso. No podía más. No lo soportaba.

—Mátame. —dije sin poder evitarlo. Mi madre abrió los ojos con horror—. No puedo más. Por favor, mátame.

Empecé a llorar de nuevo totalmente asustada y pegué un salto al tocar el común suelo de madera. Realmente estaba en mi habitación. Pero, ¿cómo? ¡Yo estaba en el bosque! ¡Ella estaba muerta!

—¿Qué sucede? —preguntó con temor. Yo negué con la cabeza.

Apuesto a que me veía como una total desquiciada.

—¡Tú estabas muerta! ¡Te mataron! Yo lo sé... Yo lo sé. —grité. Ella pegó un brinco y rápidamente se dirigió hacia el teléfono.

No sabía que haría. No sabía nada.

Lo último que llegue a ver fue como sus ojos me examinaban con terror, antes de sumirme en la oscuridad. Visualicé una silueta al frente de mí, con una sádica sonrisa.

—Mátame. —susurré, cayendo al vacío.

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