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Dejé el libro que había empezado a leer hace unas horas en la mesita de noche colocada al lado de mi cómoda, fijé mi vista en el reloj despertador, marcaba las 6:56 exactamente, sólo cuatro minutos faltaban para que este empezara a sonar y mi madre se asomara por la puerta de mi habitación.

Ciertamente, así fue. El reloj sonó a las 7:00 am y sentí como mi puerta inmediatamente se abría mostrando el medio maquillado rostro de mi muy atareada madre.

-¿Cuánto fue esta vez?- preguntó directamente y sin rodeo alguno.

Personalmente le había pedido que evitara los "Buenos días" y los "¿Cómo amaneciste?" Todo aquello se había convertido en cosas innecesarias que prefería evadir, al principio era difícil para ella y todavía los seguía siendo, pero luego llegó a comprender lo extraño que se hacía para mí el afrontar esas preguntas.

- Solo dos horas, ha sido lo más que he podido dormir durante toda esta semana.- respondí sin más.
Noté como de un momento a otro la frustración se hizo presente en la mirada de mi madre, a veces ella odiaba esta situación casi tanto como yo lo hacía.

- Tendré que llamar a la Dra. Kang, estas pastillas no están funcionando y esto me está molestando en serio.-

- Comparto el sentimiento.-

- Estoy considerando muy seriamente cambiarte de psiquiatra.- dijo molesta. Ya me daba igual ser tratada por cualquier psiquiatra, había pasado por esto tantas veces que ni me importaba, siempre era lo mismo. Algunas veces resultaba, pero al final todo se volvía inservible

Simplemente asentí.

- Tienes que empezar a prepararte para la escuela, sabes que me encantaría que te quedaras aquí tratando de descansar, pero no puedes faltar.-

Me levanté de la cama y me dirigí hacia el baño mientras que mi madre abría las cortinas de la habitación, permitiendo que los rayos del sol se filtraran dentro de esta. Empecé a preparar la ducha, y mientras esperaba que el agua esté templada, me dispuse a cepillar mis dientes, tratando de evitar cualquier contacto con mi reflejo.

Pero como siempre, mi inclinación hacia la autotortura fue más fuerte que yo...

Noté como mis ojos parecían muertos, antes lucían brillantes y bonitos, antes lucían alegres... incluso eran mi mayor atractivo, al mi madre tener descendencia europea, habíamos heredado algunos rasgos propios; como por ejemplo mis ojos, eran de color verde avellanados, pero ya habían perdido la gracia. Una gran parte de mi se había ido junto con el brillo que una vez llegó los llegó a acompañar.

Saqué del botiquín, colocado en el armario del baño, las píldoras.
No existía objeto alguno que aborreciera más que esas malditas drogas, simplemente no me encantaba la idea de que mi estado de ánimo dependiese de aquello, aborrecía completamente ser lo suficientemente débil como para que lo único que me apareciese fueran esas diminutas cosas que debía ingerir. No sé si en realidad nos habían engañado a mí h ami familia, pero esas cosas  nunca funcionaron y no estaba segura de que alguna vez lo harían, y lo peor de todo es que cada psiquiatra por el que había pasado recomendaba exactamente las mismas, odiaba todo esto, lo odiaba.

Odiaba en lo que me había convertido, odiaba estas malditas ojeras, odiaba estas malditas pastillas, odiaba el hecho de que mi propia familia me mirara con lástima...muchas veces quería demostrarles que no era tan débil como creían, pero no llegaba a convencerme ni a mí misma. Me odiaba.

Mis auto-tortura fue interrumpida al ver que de la ducha salía vapor, indicando que la temperatura del agua era adecuada. De mala gana me tomé las pastillas y me dispuse a dejarme llevar por la lluvia artificial.

Crush《Hoseok》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora