Tortura.

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Con el corazón destrozado y su mente atormentada, decidió hacer lo que jamás creyó hacer...
Siempre pensó que no era necesario lastimarse para poder desahogarse, era patético que ella aconsejara a los demás y no lo aplicara en su vida, pero sus lágrimas ya no le bastaban para desahogarse, nadie estaba a su lado, nadie llamaba a preguntar cómo estaba. Ella decidió tomar una decisión...
De inmediato buscó una cuchilla, apretándosela en su muñeca hizo su primer corte, cuanto le dolía, pero más dolía la herida que habían hecho en su noble corazón.
Y así siguió haciéndose una tras otra, cuándo decía detenerse, ya era tarde sus brazos estaban invadidos por las enormes cicatrices.
Llorando aún más fuerte se preguntaba así misma, ¿qué ocurre?, jamás debía hacerme esto porque 'una vez que haces tú primer corte quedas adicto a volver hacerlo'... y efectivamente, había quedado adicta.
Pasaban los días y sus cicatrices empeoraban, sus muñecas moradas, y sus ojeras aún más notables, cómo de costumbre.
Debía ocultar sus brazos, empezó hacerlocamisas de mangas largas, raro que las usara que debía hacerlo.
En su colegio nadie podía notarlo, o si lo notaban no la aconsejaban.
Ella se preguntaba constantemente, y ahora, ¿dónde están todas esas personas que ayudé?, ¿dónde?. Nadie estaba, sólo ella misma.
Así pasaban los días, sin nadie que la consolara. Pero ella iba con la sonrisa más grande que podía fingir.
En horas de recreo decide quitarse la camisa manga larga, era temporada de calor, sus cicatrices le ardían cómo el mismo infierno. Ella se sentó en las gradas escolares, y disimuladamente lo miraba, lo veía feliz, era cómo si no le doliera, riendo con otras chicas y demás. Sí eso era lo peor, estudiaba en su mismo colegio. Ella decidió levantarse e ir hasta la tienda escolar a comprar su merienda, mientras ella compraba, él la miraba, ella se dio cuenta pero supo disimular, el se sentó a "leer" un libro, en las escaleras.
Mientras ella se dirigía hacia las gradas, el con voz de pena decide llamarla, ella se acerca, el le dice: ¿me ayudas?, es que casi no me gusta leer, y sé que a ti te encanta, ¿podrías decirme de que trata?
-¿Qué?
-Sí, me ayudas?
Ella decide ayudarlo, así era su amor, demasiado grande cómo para perdonar lo que hizo.
Mientras ella leía el bajó su mirada y le vio sus muñecas, asombrado le pregunta, ¿qué te hiciste?, ella maldiciendo el momento en que se quitó la camisa manga larga, le dice: nada, me caí y me raspé, el le dijo que sabía que no me había sido eso, le preguntaba que por qué hacia eso, que no lo hiciera, ella con la voz poco audible y con lágrimas en los ojos le dice: Fuiste tú quien me tiró a este hueco, y la única cuerda qué quedaba para poder sacarme de ahí la haz perdido. Ella con lágrimas, le da libro y se dirige al baño.
Llora hasta que escucha el timbre, era hora de entrar a clases, el recreo había terminado, secó sus lágrimas y se untó maquillaje para que nadie notara que estaba llorando.
Mientras ella se dirigía hacia el salón, el no dejaba de verla, pero ella no le devolvía la mirada, no quería que el la viera con lástima.
Siguieron pasando los días y en su colegio ya se murmuraba que ella se cortaba... Por moda.
Ella sorprendida se preguntaba que cómo se habían enterado? Sí nadie la había visto, sólo él...
Lo que ella no sabía era que él le había contado a sus amigas lo que había visto en mí, y sus amigas se encargaron de murmurarlo por todo el colegio...

La que siempre está para todos, pero nadie para ella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora