Instantáneamente al ponerse el siguiente video, dos rostros jóvenes enfurecidos pintaron la pantalla.
—¡Sigo sin entender por qué carajo nos ataron!—exclamaba la joven de la izquierda.
—¡No hicimos nada, loco!¡Al menos dejanos contestar tus putas preguntas tranquilos!—decía entre dientes el muchacho de la derecha. Ambos adolescentes yacían atados de manos y pies a sus sillas, intentando zafarse de las ásperas cuerdas, aparentemente mostraron resistencia y, quién sabe quién, tuvo que aplicarles fuerza y cierto orden.
—Bueno, cuando entraron a la habitación, incluso antes de entrar...no estaban muy tranquilos que digamos.—añadió la voz.—Solo digan sus nombres y un par de estupideces acerca de ustedes, y todos contentos, ¿Les parece?—la persona detrás del parlante sonaba molesta y un poco cansada; los jóvenes tardaron unos segundos en ceder y aceptar esas condiciones, aunque sus rostros aun seguían demostrando enojo y rencor.
—Bueno, me llamo Federico—rompió el silencio primero el moreno de ojos claros—Federico Palacios; tengo 19 años.
—Me parece bien—la chica no se quedó atrás—Rodríguez, Julieta. 17 años.—tenía su cabello repleto de curvas, con un par de mechones teñidos de un azul fosforescente.
—Que bueno que cooperen, niños.—la voz comentó divertida—Ahora...¿Qué les pareció su viaje hasta aquí?.
—¿Qué me pareció? Te voy a contar que me pareció, UNA MIERDA me pareció;—acentuó con sumo desprecio—Ni siquiera sé si se le puede llamar viaje a lo que viví—Federico modulaba cada palabra de forma ligera a causa de la ira acumulada.
—¿Viaje? ¡¿Macho, me estás jodiendo? !¡¡5 tipos entraron a la casa de mis viejos, tirando todo a la mierda y dejándolos con 3 costillas rotas y un hijo muerto que ni siquiera había nacido!!—un poco de saliva salió de la boca del chico de la impotencia que tenía; su mirada no se despegaba de la cámara.
—¡Já, ¿Viaje?! ¡¡Boludo, me cayeron 15 patrullas!! ¡Habré corrido como 2 kilómetros, mínimo!—entre los gritos de Federico y, ahora, los de Julieta mezclándose, era difícil entenderlos, incluso con esa extraña 'lluvia' que complicaba el audio del video.
—Cállense, que bien que acá están mas seguros que en sus antiguas vidas.—la voz los calló fríamente.
—¡Ja! ¡¡Yo vivía pacíficamente hasta que acepté ese correo de mier—!!
De repente, unas manos blancas taparon las bocas de ambos jóvenes, callando a la de cabellos ondulados; quién, aparentemente, estaba diciendo información crucial para el espectador.
ESTÁS LEYENDO
G.A.L.O
Science FictionDigamos que ella no quiso dejar pasar la oportunidad de tener un nuevo teléfono celular en sus manos.