Las manos de mi mejor amigo acarician mi cintura mientras me besa. Las caricias bajan hasta mis muslos, por los que me sujeta y, levantándome del suelo, aferra nuestras cinturas como las piezas de un rompecabezas. Me agarra fuerte de la parte baja de mi cadera para que no me caiga y se dirige a mi habitación cargándome, mientras que yo me dedico a brindarle pequeños y sutiles besos en los labios y a jugar con mechones de su pelo como una niña pequeña con un juguete nuevo.
Me mira divertido y me posa con suma delicadeza sobre el colchón. Con apenas un movimiento deja caer su chaqueta de cuero y se instaura entre el hueco de mis piernas mientras, al parecer, trata de analizarme con la mirada.
Me divierte la forma en la que me mira y , a la vez, me asusta.
Me divierte porque veo la inocencia más pura en sus ojos y, por un momento, veo en él al niño con el que solía jugar cuando era pequeña; al niño del que me enamoré.
Me asusta porque sé que ya no es un niño, sino un hombre.
Se inclina hacia mí para encontrar mis labios. Me quedo inmóvil y dejo que haga lo que a él le parezca conmigo.
Me siento aturdida y aterrada. No puedo evitar imaginármelo con otras mujeres. No quiero ser otra. Zayn no ha mantenido ninguna relación estable desde hace dos años. Para él las mujeres son como un parche de nicotina de usar y tirar. Antes no era así, nunca había sido así. Pero lo que ocurrió hace dos años nos cambió a los dos.
Las lágrimas rasgan mi piel a medida que caen y mi garganta arde como si se estuviese produciendo un incendio en su interior.
Zayn se detiene para mirarme. ¿Se marchará al ver que sigo siendo la misma niña estúpida y asustada? ¿Volverá a marcharse y a dejarme con una herida que no puede cicatrizar?
El hombre que está frente a mí me sujeta con suavidad el mentón, como si fuese de cristal, y comienza a besar el camino que han recorrido mis lágrimas. Aprieto los ojos con fuerza, lo que provoca que el flujo de lágrimas sea mayor.
Zayn no dice nada al respecto, ni siquiera parece molestarle. Sigue besando mis mejillas, se tumba en la cama y me hace un gesto para que me recueste junto a él.
Lo sigo y me recuesto en su pecho. El latido de su corazón es normal y regular, mientras que el mío no sabe cuantas veces debe latir y se acelera. Se dedica a acariciar mi pelo sin decir nada, lo que me hace estar más tensa.
¿Por qué no dice nada? ¿Cómo se siente? ¿Está enfadado, triste, decepcionado...?
-(Tn)... -suelta en un suspiro casi imperceptible. Comienza a cantar una canción que me resulta muy familiar. De pronto me doy cuenta: está cantando Little Things, la canción que me escribió y me cantó por mi décimo sexto cumpleaños. Hacía ya dos años que no escuchaba la hermosa voz de mi amigo. Antes solía cantarme siempre y conseguía que me olvidase de todos mis problemas.
Cuando termina de cantar y se instaura el silencio, alzo la cabeza y nuestras miradas se encuentran. Las lágrimas dejan de emanar de mis ojos y noto como la mano de Zayn acaricia la parte baja de mi vientre.
Me recorre un escalofrío que trae consigo oleadas de calor. Zayn comienza a descender con sus caricias hasta que se topa con mi pantalón. Se las arregla para desabrocharlo y deslizar su mano por debajo de mi ropa interior.
Si antes mi corazón latía deprisa ahora acelera al notar el contacto de sus dedos con mi piel más sensible.
Un gemido consigue escaparse de la prisión de mi boca y Zayn sonríe ante este vergonzoso acto. Vergonzoso para mí. Sé perfectamente lo mucho que le gusta oírme gemir.
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My dark neighbour (Harry y tu)
FanficTú, (Tn) Smith eres una chica de 19 años que vive en un barrio tranquilo y respetable de Wilmington, en Delaware, Estados Unidos. Una chica buena y cristiana como tú, que vive en un barrio cristiano y respetable nunca se abría esperado recibir aquel...