7.Cuando todo iba bien

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—¡Mickie, vamos, levántate!—Escuché los gritos de mi hermano desde el piso de abajo. Gruñí mientras utilizaba la almohada para cubrir mi cara pero sus gritos no paraban y mi humor por las mañanas era de todo menos bueno.

—¡Cállate de una vez!

—¡Hay que salir a comprar, acompáñame!—Volvió a gritar y chillé estresada mientras me levantaba de la cama con cara de pocos amigos. —¿Cuándo llegará papá?

—Esta tarde.

—Ah... Yo saldré a cenar por ahí.

—¿Cómo?—Preguntó dejando de fregar los platos.

—Sí.

—¿Con quién?—Volvió cuestionar, no quería mentirle pero tenía que hacerlo si quería salir con Nash.

—Una chica del instituto, la conocí el otro día y me preguntó si podíamos salir por ahí para conocernos mejor.

—Ah, ¿va a tu clase?—Quiso saber y negué, sabía que sería capaz de ponerse a investigar sobre aquella "amiga" y no me convendría.

—Nos conocimos en la cafetería.

—¿Cuándo has ido a la cafetería? No te he visto.

—Shawn, no estás pegado a mí las veinticuatro horas del día.—Respondí sintiéndome agobiada por sus preguntas.

                                                                                         —o—

"Estoy esperándote donde ayer, nena, vamos, quiero verte.

Luke xx."

Miré el mensaje por tercera vez desde que había salido de casa, ¿cómo unas simples palabras podían derretirme de esa manera viniendo de la persona más arrogante del mundo?

—Hola, preciosa.—Saludó cuando llegué junto a su moto, iba vestido con unos pantalones vaqueros negros ajustados y una camisa azul oscuro mientras que yo iba con un vestido del mismo color que su camisa y una chaqueta vaquera cubriendo mis hombros.

—¿Sabes? Se me olvidó el detalle de que iríamos en moto.—Confesé y me miró confuso.—Por el tema del vestido. Aire. Vuelo. Mis bragas.

—Me encantaría ver esa escena desde una buena perspectiva.—Respondió y golpeé su brazo, ahí estaba, señoras y señores, Nash Grier el chico más agradable de todos.

Denle un aplauso.

En la cara.

Con toda la mano abierta.

—Cerdo.

—Preciosa.

—Idiota.

—Guapa.—Volvió a piropear y gruñí, esas clases de conversaciones se estaban convirtiendo en rutina.—¿Vamos? He reservado para las nueve y media.

—¿Has reservado? ¿Me vas a llevar a un restaurante sofisticado, Grier? Pensaba que eras más de McDonalds.

—En todo caso soy más de Burguer King.—Respondió y rodé los ojos.— Venga, monta esta vez detrás de mí si no quieres enseñarle a medio Holmes Chapel tus bragas.—Me aguanté las ganas de estampar la palma de la mano contra su mejilla y me senté detrás de él, rodeando su cintura con mis brazos.

                                                                                 —o—

—¿Qué tal esta vez?—Preguntó mientras entrábamos en el restaurante.

—Ha estado...Wow.—Alabé al observar aquel sitio. Todo era tan lujoso, tan grande, tan... Poco Nash.—Este sitio no pega nada contigo, ¿lo sabías?

—Hay muchas cosas de mí que no conoces, ¿quién te dice a ti que yo no sea el hijo de un importante empresario?—Dijo y reí ante su suposición pero entonces, paré.

—Es verdad, ¿cierto? Eres el hijo de un importante empresario.

—Dejemoslo en empresario rico que nos pasa una gran suma de dinero al final de mes a mi madre y a mí para intentar sustituir su ausencia.—Aquello era cruel y a Nash parecía no importarle, pero solo lo aparentaba.— ¿Vamos?—Caminamos hacia la mesa que había reservado, cenamos tranquilamente charlando de temas triviales, sinceramente, estaba disfrutando de aquello.

                                                                              —o—

—Me lo he pasado realmente bien esta noche.

—Espera, estás hablando como si la noche hubiese terminado.—Comentó mientras salíamos del restaurante.

—¿No es así?—Quise saber parando mi paso.

—Para nada.

—¿Qué tienes planeado, Grier?

—Solo podrás descubrirlo si me acompañas, Mendes.

—Extendió su mano para que lo cogiera. Miré mi reloj, eran las diez y media, debía de estar en casa a las diez y cuarto. Mierda.

—Nash, tienes que llevarme a casa, hace quince minutos que tenía que haber regresado.

—¿Es en serio?—Su cara mostraba una mueca de gracia y a la vez fastidio.

—Sí...

—Oh, vamos, Mendes, rompe las reglas por una vez en tu vida.

—Contigo ya lo he hecho más de una vez.

—Una vez más tampoco hará daño, ¿no?—Dijo mirándome con esos ojos azules, ya no era gris contra azul puesto que su mirada reducía la mía.— Vamos, arriésgate, haz que merezca la pena.—Volvió a extenderme su mano. La miré. Pensé en darme la vuelta e ir sola caminando a casa. Pensé en obligarle a llevarme. Pensé en reírme en su cara y reprocharle por hacer que mi conciencia no estuviese tranquila. Pero no lo hice. Tomé su mano y, mientras él me mostraba una sonrisa, montamos en la moto y salimos de allí.

                                                                                            —o—

—¿Qué te parece?—Quiso saber cuando bajamos de la moto una vez más. Aquello era un gran bosque aunque, realmente, tampoco es que hubiese una cantidad abundante de árboles.—¿Te gusta?

—Creo que me está empezando a gustar Holmes Chapel.—Respondí mientras comenzaba a caminar y sentí como sus brazos rodeaban mi estómago, justo en el momento que sentí aquella acción, lo aparté de mí.— ¿En qué quedamos cuando estuvimos hablando de la cita?

—Hablamos en lo respectivo a comer, no hablamos nada de después.— Respondió con una sonrisa pícara mientras volvía a acercarse.

—Intenta propasarte y te parto las piernas, Grier.—Le amenacé totalmente seria y quizá un poco enfadada, ya había roto la primera condición que le puse, no iba a romper también la segunda. Le escuché gruñir y su ceño fruncido me demostró que estaba molesto, lo mejor de todo, es que me daba igual.—¿Vas a enseñarme algo o tu intención era traerme aquí para enrollarnos?

—Votaba por la segunda opción.—Respondió serio, cortante, frío.

—Pues entonces adiós, niño caprichoso.—Me di la vuelta dispuesta a salir de allí. A huir. Como siempre hacía cuando estaba con él.


Rebeldía (Nash Grier) ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora