Carita sonriente

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- ¿Qué es lo que te trajo por aquí?

- No lo sé.

- Haz venido por motu proprio o por alguna recomendación tal vez...

- No.

-   Ni una ni la otra ¿Correcto?

- Sí.

- Pues bien Julien, comenzaremos a hablar de cualquier tópico si te parece.

- Me parece bien.

- ¿Quieres arrancar tú?

- No sabría decirlo.

- Piénsalo un poco.

- Sí, empiezo yo. Hay algo que me molesta desde hace tiempo, pero debido a mi desesperanza ya lo he dejado a un lado.

- ¿Quieres contarme cuál es esa molestia?

- La gente me mira.

- ¿Qué es lo que te molesta de esas miradas?

- Ya no me molestan.

- Entiendo, y actualmente qué es lo que molesta.

- La desesperanza que poseo.

- ¿Y esa desesperanza es causa de haber dejado de lado ese malestar?

- Así es.

- Podría decirse que se trata de un doble juego; o te miran o tienes desesperanza... ¿No? Bien.

Julien ¿te sientes incómodo al estar aquí ahora?

- No, en absoluto.

- ¿Quieres contarme algo más específico o prefieres que te haga preguntas?

- Quiero contarle algo específico.

- Adelante...

- Hace tres años la gente me miraba todo el tiempo, en todo lugar. Pero no me veía. Eso me molestaba así que comencé a mirarlos a ellos...

- Disculpa que te interrumpa Julien, esas miradas...

- No me interrumpa - dijo el paciente, lenta y fríamente.

El profesional guardó silencio y Julien prosiguió.

- Comencé a mirarlos con temor y odio. ¿Qué era eso?, yo no lo sabía. Pero necesitaba tomarme revancha - finalizó su relato Julien. El psicólogo esperó unos segundos antes de decir algo.

- Bien, ¿Sentías que la gente te miraba mal? ¿De manera acusadora? ¿Qué era lo que ellos miraban y no veían?

- Sólo me miraban, de ahí el problema. ¿Qué les había hecho yo para que me mirasen? Nada.

- Pero tú querías vengarte de esas miradas porque no te veían. ¿Es así?

- Claro, si me van a mirar, al menos háganlo bien.

- Y al no haber sido así dejaste de pensar en eso y te desilusionaste; ¿eso te generó la desesperanza?

- Claro que no.

- ¿De qué manera querías vengar a esa gente?

- Ya le dije, mirándolos como ellos a mí.

- Sólo con la mirada y nada más...

- Sí.

- No comprendo qué fue lo que te dio desesperanza. ¿Quieres introducir un poco más en eso?

- No, no tiene sentido ahora.

- ¿Por qué no?

- Porque ya no tengo desesperanza.

- ¿A causa de...?

- Usted me está mirando.

Este relato es dedicado a las instituciones que todos llevamos dentro. Y a los diplomas que nos dan en la Universidad.

En la vista del paciente y en la mirada del psicólogoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora