Espantapájaros 1 (II)

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Ésta fue -y no otra- la razón
de que me enamorase,
tan locamente,
de María Luisa.
¿Qué me importaban sus labios
por entregas
y sus encelos sulfurosos?
¿Qué me importaban
sus extremidades de palmípedo
y sus miradas
de pronóstico reservado?
¡María Luisa
era una verdadera pluma!
Desde el amanecer volaba
del dormitorio a la cocina,
volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño,
la camisa.
Volando realizaba sus compras, sus quehaceres.
¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese,
volando, de algún paseo
por los alrededores!
Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado.
"¡María Luisa! ¡María Luisa!"
... y a los pocos segundos,
ya me abrazaba
con sus piernas de pluma,
para llevarme,
volando,
a cualquier parte.

Oliverio Girondo

El Lado Oscuro del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora