8 de Mayo:
Hay algo tan extraño en este lugar y en todo lo relacionado con él, que no puedo dejar de sentirme inquieto. Desearía poder salir sano y salvo de aqui, o no haber venido jamas. Me quedé despierto toda la noche con el Conde y hablamos sobre los requerimientos legales para la compra de Carfax, la casa ubicada al este de Londres que mi firma encontró para el.
Dormí apenas unas horas, pero cuando desperté por la tarde ya había oscurecido. Colgué mi espejo de la ventana y comencé a afeitarme. De pronto sentí una mano sobre el hombre y oí la voz del Conde que me decía:-Buen día.
Me sobresalté y sin querer me corté apenas la mejilla. Salude al Conde y me di vuelta para seguir afeitandome. Para mi sorpresa, vi que el espejo no reflejaba la imagen del Conde, aunque estaba parado a mis espaldas. Vi que el corte me había sangrado un poco y que la sangre corria en un hilo fino sobre mi mentón. Miré alrededor en busca de algo para limpiarme. Cuando el Conde vio mi cara, sus ojos llamearon y sin razón aparente me tomó por el cuello con ambas manos. Entonces, su mano rozó la hilera de cuentas del rosario y su furia desapareció con tanta rapidez que nadia hubiera podido creerlo, de no estar presente y verlo como yo lo vi.
-Tenga cuidado con los cortes-dijo-. En este país son mucho mas peligrosos de lo que usted cree.
Luego abrió la pesada con un solo movimiento de su terrible brazo y arrojó el espejo por el vano, que se deshizo en mil pedazos sobre las piedras del patio. Luego se retiró en silencio.
Cuando entré al comedor el desayuno estaba listo... pero no puede encontrar al Conde por ninguna parte. De modo que volvi a comer solo. Es muy extraño que hasta el momento no haya visto comer ni beber al Conde. ¡Debe ser un hombre muy excéntrico!
Después de desayunar exploré el castillo y encontré una habitación con vista al sur. El castillo se yergue al borde mismo de un terrible precipicio. Si se arroja una piedra desde la ventana de esa habitación, puede caer cientos de metros sin que nada, absolutamente nada, interrumpa su curso. Una vez comprobado esto seguí explorando: solo encontré puertas, puertas y más puertas... todas cerradas con llave y pasador. Las únicas salidas posibles son las ventanas, empinadas sobre las paredes. Comienzo a temer que el castillo es una cárcel... y yo soy su prisionero.
Cuando comprendí que era prisionero del Conde, subí y bajé corriendo todas las escaleras del castillo como una rata encerrada en una trampa. Luego, la enorme puerta del castillo se cerró con un golpe sordo y supe que el Conde había regresado. Volví arrastrándome a mi cuarto y lo vi haciendo la cama a través de una hendija en la puerta.
¡No teni sirvientes! Entonces...él era el que conducía el carruaje y fue él quien controló a los lobos con el gesto de su mano. La idea es terrible. ¿Por qué la gente de Bistritz y los pasajeros de la diligencia temían por mi suerte?
Bendigo a la buena mujer que colgó el crucifijo de mi cuello porque me consuela cada vez que lo toco. Debo averiguar todo lo que pueda sobre el Conde Drácula.