Capítulo Único

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Lovino quería irse, pero no podía.

Ya lo había intentado cuatro veces, y las cuatro veces fue capturado.

Malditas sean esas chicas que iban al orfanato como voluntarias.

Pateó con fuerza una piedra que había en el suelo y masticó el tomate que traía en sus manos.

El jugo rojizo se deslizó por su brazo, manchando sus ropas ya sucias y sus mejillas regordetas.

Lovino era solamente un pequeño niño de cinco años, huérfano, dejado en ese estúpido lugar luego de que sus "padres" lo abandonaran por ser una carga, quedándose únicamente con su hermanito Feliciano.

Cazzo, los odio... ―decía con pésame.

Él solo quería vivir con una familia que lo quisiera y lo cuidara, pero al pequeño italiano nadie lo quería por su único defecto.

― "¡Dios! ¡Yo no quiero criar a un niño tan malhablado y desobediente!"

―"Es un flojo, que se quede aquí mejor".

―"No quiero ser el responsable de un mocoso bueno para nada".

Esas y muchas frases más escuchó de los visitantes que buscaban adoptar a un pequeño niño. Sin embargo, ¿qué esperaban ellos de él? Su padre biológico se la pasaba insultándolo con esas palabras que se grabaron en su mente y no sabía cómo expresarse hacia los demás.

Las voluntarias, a pesar de ser unas pesadas, lo entendían, sabían que él era un poco tímido debido a los abusos domésticos y el acoso que recibía de sus compañeros de orfanato.

Otra señora que lograba comprenderlo era la señora Julita, la de la cocina. Si bien era casi una abuelita, lo mimaba más que a los demás niños, siempre regalándole un jugoso tomate en el almuerzo y cena.

Ese día había sido otro de visitas para los postulantes a padres. Otro día donde lo habían discriminado, menospreciado y mal mirado por su inexplicable actitud.

―Son todos ellos unos bastardos malditos... ―seguía balbuceando a lo largo del patio. Tampoco jugaba con los otros huérfanos ya que los encontraba a todos unos bastardos llorones.

Pero lo que no sabía el pequeño Lovi, era que ese día iba a ser distinto a los demás.

― ¡Lovino~! ―escuchó gritar a una de las chicas voluntarias―. ¡Ven que hay otra familia que quiere conocerte!

― ¡Ya cállate, maldición! ¡No quiero ir! ―gritó él de vuelta, ya había sufrido bastante con la pareja anterior.

― ¡Vamos, Lovi~! ¡Esta vez será diferente!

Suspiró molesto, inflando sus mejillas y se acercó hacia la voluntaria con el ceño fruncido. No quería que otra pareja de bastardos le señalaran sus defectos y lo cambiaran por otro niño, más tierno y alegre que él.

La chica le tomó de la mano, ocultando una mueca de disgusto por sentir el pegajoso jugo de tomate, y lo guio hacia la sala de entrevistas.

En el lugar, Lovino pudo apreciar a una pareja de hombres, ambos morenos y de cabello castaño. Salvo que uno tenía el cabello corto, sus ojos eran de color verde y traía una amplia sonrisa en los labios.

El otro hombre, un poco más alto que su acompañante, era algo más serio, pero en sus ojos zafiro se podía percibir una mirada pícara.

―Lovino ―dijo la directora del orfanato repentinamente, haciendo sobresaltar al pequeño―. Ellos son los señores Da Silva Fernández, quieren conocerte para ser tus futuros padres.

La mia nuova famiglia [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora