PRÓLOGO

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Era el primer día de clases del segundo semestre de preparatoria, Nathan un chico de 16 años, se encontraba en su aula, anotando los apuntes de la clases de inglés, faltaba muy poco para salir al receso en cuanto sonó el timbre salió corriendo, quería ya ser libre por unos veinte minutos.

Él salió con su amigo Nico y empezaron a caminar en dirección a la cafetería, no estaba muy lejos de las aulas pero había muchas personas por lo cual era recomendable comprar poco para salir a tiempo y disfrutar al menos diez minutos.

Ambos amigos entraron  rápidamente a comprar sus alimentos, caminaron un poco más hacia los enormes árboles que eran tan conocidos en la escuela como Narnia  y ahi había varias bancas de color verde y se sentaron en una, donde por casualidad había una chica muy bonita a los ojos de ambos chicos su cabello ondulado color castaño, unos hermosos ojos color miel, para muchos este color de ojos es común y simple pero la verdad es que todos los colores de ojos son bonitos. La chica se encontraba comiendo un sándwich de jamón con lechuga.

— Mira Nath ese sándwich — murmuró Nico, ella rodó los ojos porque si lo había escuchado.

— Mejor vayamos a otro lugar — dijo Nathan incómodamente.

Ambos se levantaron y caminaron a otra banca que estaba cercana a la de la chica.

— ¡¿Qué!? — hablo sorprendido — yo solo dije algo sobre el sándwich. No tiene nada de malo o ¿si?

— ¿Qué dices? — pregunto Nathan no captando del todo lo que su amigo decía.

— La chica, su sándwich — señalo con la mirada hacia la otra banca — ¿dónde estas amigo?

Él rodó los ojos y le dio una mordida a la dona que había comprado minutos antes. A lo lejos se escuchaba la chillona voz de Violetta, era tan desesperante y odiosa al mismo tiempo. Que a lo mayoría le caía mal.

— ¡Ay! Nath me gusta tu suéter es tan lindo — chillo Violetta — ¡Pero que frío hace! Necesito un suéter extra.

— Toma Violetta — dijo Nico
— te doy mi suéter pero ya vete que quitas nuestro aire.

— ¡No! yo quiero el de Nath — soltó un fuerte gruñido enseguida se cruzó de brazos y frunció el ceño.

— Pero ese suéter también es de Nath — hablo Nico nuevamente — me lo presto en la mañana.

Ella lo acepto, miró con indiferencia a la niña que estaba a un lado de ellos y enseguida se fue con el suéter ya puesto y feliz por tener lo que deseaba en ese momento.

— La chica del sándwich vio el espectáculo de Violetta. Y creo que también le cayó mal — comento Nathan y rieron al recordar el mini espectáculo — es bienvenida al escuadrón anti Violetta.

Se escucho una carcajada por parte de ambos.

El receso acabo y todos se dirigieron a su aula. Incluyendo a los dos chicos y la chica.

— Oye la chica del sándwich estaba linda — murmuró Nico que se encontraba copiando los apuntes de Nathan.

— Si — continuo escribiendo algo en su cuaderno.

— ¿Cuantos años crees que tenga? — se detuvo a pensar o simular que lo hacía. — Quizás tenga nuestra edad...  quizás es mayor ó menor.

— Ya Nico — dijo Nathan — tranquilo le puedes preguntar mañana.

Nico asintió y siguió copiando los apuntes de su amigo.

Fueron transcurriendo las cuatro  horas que restaban hasta que dieron por fin las dos y se marcharon a sus casas.

                          ****


Paso una semana y todo seguía igual, la chica comía su sándwich, ambos amigos la observaban pero no se atrevían a hablarle, quizás por pena.

En la tercera clase del día, Nico le dio una buena idea a Nathan.

— ¡Hey Nathan! — exclamó Nico — te estoy hablando sordo.

—Ah... si... ¿qué pasa? — se quitó los audífonos que traía puestos.

Su amigo rodó los ojos y bufó un par de veces.

— Tengo una idea millonaria — lanzó una carcajada —  escribirle pos-its a la chica del sándwich, para que sepas su nombre.

— Okay es buena idea... pero como se la doy y creo que el que quiere saber su nombre eres tú. — señaló a su amigo.

— Sé que quieres — medito sus palabras antes de hablar — bueno si tú no lo haces lo hago yo y la chica es mía — sonrió victorioso.

— Tú enseguida por las chicas — rodo los ojos y siguió escribiendo.

— ¡Claro que no! — dijo Nico con con un tono de ironía. 

— Haber cuál era tu idea — comento Nathan. — No te preste mucha atención.

— Jodete. — Está vez ya se notaba algo desesperado— que le escribas en un post-it y se lo dejes  en la banca donde "siempre"— remarcó la última palabra — se sienta a comer su sándwich.

— Ah ya... no está mal tu idea — estrecho su mano con su amigo. —La acepto.

— Pero si tiene una amiga me la presentas.— Sonrió y enseguida guiño un ojo.

— Ajá, pero porque no le pregunto su nombre de cara a cara.

Alzó los hombros en señal de no saber. Y enseguida hablo.

— Porque eso lo hace aburrido, dale un poco de suspenso a tu vida, a veces el ser igual a los demás hace que tu vida se vuelva ordinaria y aburrida. Y no estoy diciendo que seas único y diferente.

—Okay, filósofo Nico — ambos rieron al unísono.

—Ya has el post-it — Nico saco una cajita de post-it de colores y una pluma de color negra — apúrate falta poco para el receso.

Nathan asintió, tomó un post-it color amarillo y empezó a escribir algo sencillo y nada comprometedor.

Ambos salieron antes del receso y fueron a la banca donde  siempre se sentaba la misteriosa chica del sándwich.

La chica llegó a la banca, vio el post-it, lo tomo y decía...

La chica del sándwich Donde viven las historias. Descúbrelo ahora