Negro despierta todas las mañanas a las Cinco, cubre sus hombros con una levantadora oscura y procede a ingresar al baño. Detalla su rostro con cuidado y nota lo que siempre ha estado allí, pero que decide no darle mucha importancia por lo pronto; Admira su figura nuevamente y procede a peinar su cabello, cuidadosamente, cómo sólo él sabe hacerlo.
Rojo se posa detrás de él, le rodea con sus brazos largos y delgados y aprieta su pecho con desespero; Él sabe que en las mañanas tiende a ponerse coqueto y no es de menos, adora despertar al lado de Negro y extraerle aunque sea un poco de su cariño, pero bien sabe que, después de que salga el sol, ellos dos son prácticamente extraños.
Negro siente unos labios fríos posarse en la piel de su cuello, la misma que se eriza y siente un pequeño escalofrío bajar con violencia por su espalda, su estómago también se une en la batalla de sensaciones y le llama la atención con un pequeño dolor complaciente. Él no sabe cómo actuar, aunque siempre responde a las mismas acciones con violencia, aquella no es la excepción y busca escapar de alguna manera.
Rojo insiste en no separarse de él, le abraza más fuerte y besa su lóbulo con suavidad, sabe que, en el fondo, Negro se está volviendo loco o por lo menos intenta darse ánimos. No hay peor incertidumbre cómo la de no saber, cuáles son los verdaderos sentimientos e intenciones de una persona; Por su parte, intenta no crearse malestares e insiste en comenzar su día con tan sólo una alegría.
Negro se cansa de tanta insistencia, sabe que va tarde al trabajo y apenas está presentable; Por lo que procede a realizar un movimiento brusco y escaparse de las garras de Rojo, Frunce el ceño y sale de la habitación.
Rojo se queda sólo, atrapado entre cuatro paredes blanquecinas que parecen robarle vitalidad; Un pequeño rayo de luz se cola por una ventana circular y golpea directamente en su rostro; Él se queda embelesado por su figura, cómo siempre lo hace al pasar por cualquier espejo. Sabe que es hermoso y que puede con la tentación de todos, aquello aumenta su ego y le hace sentir tan lleno de vida y emociones mixtas, a pesar de que, la única persona que le interesa, parece sólo estar concentrado en otras cosas en su vida. Más aquello tampoco le quita el sueño, sabe que puede tenerlo cuándo lo necesite.
Negro termina de apretar su corbata, encontró un espejo en el corredor del apartamento y lo vio muy útil. Él observa su figura, envuelto en finas telas y todas con capas oscuras y melancólicas; Así se siente, todos los días, al no saber que rumbo tomar en su vida. La desesperanza de un futuro agradable, acapara toda la vitalidad de Negro y no le deja actuar con claridad.
Rojo sale del cuarto de baño, sigue en ropa interior y se ríe ante la expresión furiosa de Negro; Adora contradecirlo y más, si puede liberar el espíritu rebelde que habita en él desde que estaba vivo. Pasa por un lado suyo y casi puede sentir cómo chocan hombros, sin embargo, no logra captar la atención requerida, Desiste en su objetivo y cruza para la cocina, enseñando sus delgadas piernas, las cuáles luchan con los rayos del sol, al ser dos cuerpos igual de brillantes.
Negro gruñe, puede sentir el olor a café quemado desde donde está, más no es asunto suyo, entrometerse en un hogar que no le pertenece. decide dar la vuelta y regresar a la habitación, dónde tiene sus zapatos oscuros y perfectamente lustrados. Se calza, toma su portafolio y vuelve a salir del lugar, ahora listo para partir a su trabajo y evitar ser molestado hasta la noche. Él odia su rutina, aunque por alguna razón, no tiene agallas para contradecirse a la realidad.
Rojo siente la puerta cerrarse y un vacío alberga su pecho, por motivos comunes, le hace falta algún gesto de despedida; A veces sólo desea un poco más de atención, a pesar de que la obtenga toda al salir a las calles Londinenses. No, lo que Rojo desea, es sentir algo que jamás ha sentido y que por las circunstancias, tampoco sentirá.
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Negro y Rojo
FanfictionAmbos actuaban cómo si no se amaran, pero el sentimiento les ganó por mucho.